miércoles, 27 de noviembre de 2013

ANGOSTURAS DEL GUADALETE Y JUNTA DE LOS RÍOS

Ruta realizada el 19 de Octubre del 2013.

Fuimos Begoña, Pepa, Concha, Mª José, Manuel, Patxi, Juan José y yo, Antonio, el que les escribe.

Ruta atípica, de principios de temporada, que discurre en su mayoría por carriles o caminos de tierra.

Procedentes de Puerto Serrano, por la carretera que lo une con Algodonales, la A-382 y a la altura del puente o viaducto que supera el río Guadalete, sobrepasado éste, giramos inmediatamente a nuestra derecha, por un tramo de carretera que vuelve a pasar el Guadalete, esta vez por el puente de la Nava,. 

Acto seguido, se une con una pista asfaltada, algo deteriorada, denominada Cordel de Morón que describe una amplia curva que pasa el viaducto por debajo. A unos 500 metros dejamos los vehículos.

Con mochilas a la espalda y botas de montaña en los pies, iniciamos nuestro recorrido que, durante un largo tramo, transcurre por un carril de tierra llamado Cordel de Morón según indicaban algunas señales verticales que fuimos encontrando en el camino.

Al principio, el ruido de motos y coches que pasaban por la carretera general próxima era impactante pero, poco a poco, nos fuimos adentrando en el bosque y el ruido se transformó en sonido, el sonido del viento sobre las ramas y el canto de los pájaros.


Pasamos entre encinas y alcornoques. Al principio, creo recordar, que se trataban de eucaliptos. Por desgracia, se trataba de un camino muy transitado y usado para diversos usos, como romerías, zonas de áreas recreativas, ect.. y se notaba en los restos de basuras que había por la parte inicial de este trayecto.


Tras pasar varias portillas, nos encontramos a nuestra izquierda con una derruida edificación  que se encontraba tras un vallado que fuimos dejando a nuestra derecha.


Pronto conectamos con el arroyo del Cañuelo las Toscas del Boquino o, más bien, con su cauce seco y marcadamente hundido sobre el terreno, como una amplia zanja profunda que, con la ayuda de raíces de los arbustos cercanos, pudimos atravesar para pasar al otro lado.


Durante un tramo fuimos paralelos al arroyo hasta que, poco a poco, nos fuimos separando y tomando altura por la ladera que formaba la Peña Gorda.

Fue en esta zona donde tuvimos las primeras vistas de las angosturas del Guadalete que discurría por el fondo de las vaguadas formadas por las diferentes laderas que lo limitaban. Laderas tupidas de vegetación prácticamente vírgenes y de muy difícil acceso.


Caminábamos por un insignificante senderillo con una gran pendiente lateral. Desde aquí tuve la oportunidad de fotografiar, por primera vez, un buitre leonado posado en su risco desde el que estaba oteando.


Llegó un momento en que el senderillo se difuminó y desapareció.


Decidimos en ese momento, y campo a través, tirar por la máxima pendiente de la ladera y coronar el cerro la Peña Gorda de 469m de altitud.






Un cerro con un cúmulo de rocas en su cumbre, salpicados de encinas, que nos dieron una estupenda sombra que aprovechamos para nuestro segundo desayuno del día.







Tras las fotos de rigor para guardarlas en la carpeta de los picos realizados, comenzamos con el descenso (también campo a través), al principio, por una zona despejada de matorral y árboles que luego se transformó en todo lo contrario. Por supuesto, al igual que en la subida, en esta ocasión, por la máxima inclinación.



Una vez abajo, el siguiente obstáculo fue un vallado que pasamos por un saltadero colocado para la ocasión. Lo más divertido es que quince metros más abajo había una portilla, pero bueno, qué más da!! No nos gustan las cosas tan fáciles!!



Pasamos junto a una impresionante higuera enorme y, a continuación, tuvimos que atravesar el mismo arroyo pero por otro punto.


Pronto conectamos de nuevo con otro carril de tierra que, en esta ocasión, nos acompañó muchísimo tiempo. Realmente hasta el área recreativa de La Toleta, cerca de la Junta de los Ríos.





Fuimos bordeando el cerro de la Arena, que dejamos a nuestra izquierda, para posteriormente pasar entre el cerro de Cueva Morena y el del Cincho.

Caminábamos a cierta altitud sobre el Guadalete que, más que verse, se intuía en su fondo.



Discurría por la vaguada formada por las laderas del cerro del Cincho y la del cerro del Morisco situado al lado contrario al que caminábamos, todas ellas tapizadas de una rica, exuberante y tupida vegetación entre la que nos encontramos madroños con frutos en su momento óptimo de madurez como pudimos comprobar y catar.


Cuando llevábamos bordeados unos 180º del cerro del Cincho, divisamos a lo lejos unas viviendas de las que resaltaba una en particular. Parecía desde aquí, una casa cortijo amplia o una especie de monasterio pero, a medida que nos fuimos acercando, comprobamos que se trataba de una edificación en construcción con una torre central más esbelta culminada en una cubierta a cuatro aguas. Más tarde nos informamos de que varias de las viviendas eran para turismo rural y que se estaba equipando la zona para albergar un hermanamiento de varios pueblos de la zona. Una romería donde el alcohol iba a brillar de lo lindo.


Algo más adelante llegamos al área recreativa la Toleta y aprovechamos sus instalaciones para comer al cobijo de la sombra de los árboles. Al igual que en el inicio de esta ruta, los restos y despojos de las personas, por desgracia, se encontraban esparcidos por el terreno. El aspecto no era el ideal ni el más agradable.


Hacía bastante calor y el agua de nuestras cantimploras estaba bajo mínimos, pero nos encontrábamos próximos a la Junta de los Ríos, así que decidimos llegar hasta allí. Caminábamos en esta ocasión por el Cordel de Algodonales.

Atravesamos un rebaño de ovejas con sus crías recién paridas. Fue un espectáculo curiosísimo además de extraordinario y, a continuación, llegamos al lugar donde el río Guadalporcún se unía con el Guadalete: la Junta de los Ríos.





Regresamos por nuestros pasos hasta el área recreativa y continuamos, bordeando el resto del cerro del Cincho, siguiendo a cierta altitud en esta ocasión, por el arroyo de la Armada, con la misma espesura vegetal que llegamos.


Cerrada esta circular, dejando en su interior tanto al cerro de la Arena como el citado anteriormente, conectamos de nuevo con nuestro trazado, pero en sentido contrario, volviendo por nuestros mismos pasos de ida, salvo la subida que realizamos por la mañana, a la Peña Gorda.



Una vez en los coches, tras el cambio de calzado y algunas prendas, nos despedimos de nuestro compañero Manuel que regresaba a Jerez y, el resto, nos fuimos a Montellano que, con la caló que pasamos, íbamos como zombis hacia esas preciadas rubias.

DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:




Si quieres el track de la ruta, no tienes nada más que picar sobre el siguiente enlace:

martes, 19 de noviembre de 2013

CIRCULAR YEDRALES-SIMANCÓN-RELOJ-CHARCA VERDE-CASA FARDELA-CASA DORNAJO-PTO. BOYAR

Ruta realizada el día 13 de Octubre de 2013.

Fuimos Mª José y yo, Antonio.

Otra rutilla por nuestra querida Sierra de Grazalema.

Aparcamos junto al camping Tajo Rodillo de Grazalema y, con mochilas a la espalda y botas de montaña en los pies, iniciamos la subida al puerto del Endrinal, al principio con la valla que limita el camping a nuestra izquierda y después, con los grandes paredones del Peñón Grande de Grazalema a nuestra derecha.

Durante la subida coincidimos con dos escaladores pertrechados de todo tipo de aparatos que pretendían subir por la mencionada pared.

A continuación pasamos por una era reconstruida con un cartel informativo.


El día comenzó con bastante niebla que fuimos dejando detrás o más bien debajo. A medida que íbamos tomando altura, y de forma rápida, conseguimos llegar al collado o puerto del Endrinal. Justo antes de coronarlo, tuvimos una espléndida vista del Reloj, Simancón, Yedrales o Corona de los Yedrales y Navazuelos.


Un vistazo atrás para contemplar el mar de nubes bajas que aún permanecían.


Al iniciar la bajada nos encontramos con un poste indicativo con diferentes direcciones y un cartel informativo. Nosotros continuamos con dirección al fondo del valle hasta llegar a él. Nos encontrábamos en los llanos del Endrinal y tomamos dirección al puerto de las Presillas.


Dejamos a nuestra derecha un amplio vallado formado por un muro de piedras que poseía por su interior un vallado de madera algo más alto.


Pasado éste, tiramos hacia nuestra izquierda con intención de subir  por la ladera que culminaba en el collado que estaba limitado por la elevación del Simancón y, a su derecha, por la de los Yedrales.

Hay que estar atentos de no continuar de frente ya que el sendero está muy marcado y puede confundir. Debemos estar atentos a unos troncos cortados que existen por  nuestra izquierda a modo de bancos rústicos que se encuentran en la conexión  con el sendero por el que caminamos.

Una vez sobre nuestra nueva dirección, observaremos que se trata de otro sendero perfectamente claro y marcado que, tras multitud de revueltas, nos va subiendo de forma rápida e intensa a la plataforma donde se encuentran las bases de los picos que pretendemos subir.

Al principio avanzábamos entre masas de pinos hasta que, más arriba, se fueron perdiendo y comenzaron a ganar protagonismo las rocas.


Próximos a culminar el collado, me dio la picá de subir por la cordal pétrea  que forma la ladera del propio Simancón. Desde aquí se podría atacar directamente, pero nuestro primer objetivo era la Corona de los Yedrales. Sólo lo hice por calentar piernas y la curiosidad de ver la otra ladera por la que nunca me he asomado al subir a estos picos.



Una vez en la gran plataforma, enfilamos directamente al Yedrales que coronamos enseguida. Fotos en su cumbre, con toda la crestería del Pinar de fondo, y vistas magníficas desde esta atalaya.







Bajamos y, directos hacia la ladera del Simancón. Ésta, con algo más de esfuerzo!! En poco tiempo, llegamos a su vértice no sin antes mirar y otear, además de fotografiarnos, por ese balcón espléndido que posee justo antes de su cumbre.







Las vistas de las diversas sierras que desde aquí se contemplaban no te dejaban indiferente.

Tras un breve descanso para beber y picar algo descendimos por la otra ladera, la contraria a la de subida, para subir al Reloj.

Es una bajada donde hay que extremar precauciones por lo pendiente del terreno y por la multitud de rocas pequeñas que puedes pisar produciéndote un resbalón de peligrosas consecuencias.

Una vez alcanzada la pequeña cordal pétrea que une ambos picos, la subida al Reloj se realiza fácilmente.




Por supuesto, desde que llegamos a lo alto de la plataforma, todo el terreno discurre entre piedras calizas, grietas y fisuras. Eso siempre hay que tenerlo en cuenta.

Conseguido nuestro tercer pico del día, nos fuimos rápidamente hacia la Charca Verde, ya que el calor era insoportable, buscando algo de sombra entre los árboles.





El descenso hacia la charca fue largo y pesado, guiándonos por los hitos de piedras. Una vez allí, buscamos una buena y cómoda roca al cobijo de una buena encina, donde comimos unos bocatas y frutas.

Tras este reporte energético y haber estado observando como una vaca bebía en las sucias y fangosas aguas de la Charca Verde durante un largo periodo de tiempo (parecía que lo necesitaba), emprendimos de nuevo la ruta tomando la dirección hacia Benaocaz, dejando a nuestra derecha el Reloj.


Alcanzamos un amplio llano por el que caminamos dejando a nuestra espalda la sierra del Endrinal. Tras localizar y fotografiar una fuente al final del mismo, iniciamos un pronunciado descenso por la Cuesta de Fardela que terminaba en un muro como vallado limítrofe y, a través de una angarilla o pequeña cancela, lo atravesamos.



Si en este punto hubiésemos tirado a nuestra izquierda, hacia el puerto de la Víbora, iríamos dirección a Villaluenga del Rosario, si hubiésemos tirado de frente, hacia Benaocaz y si tomásemos hacia nuestra derecha, como hicimos, llegaríamos a los Santos Lugares.

Pasamos próximos a la Casa de Fardela, que fotografié haciendo uso del zoom de la cámara, ya que no tuvimos ganas de acercarnos más, pues, estuvimos allí la semana anterior. 


Pasamos el muro de piedra que limitaba esa propiedad por un lugar que estaba derruido y nos encontramos con una fuente abrevadero formada por nueve piletas donde calmaban la sed las cabras y vacas de la zona.


A partir de este momento no tuvimos o no vimos un claro sendero, posiblemente por la multitud de trazados existentes, pero con cierta intuición montañera y con la localización de diversos hitos nos fuimos dirigiendo hacia los Santos Lugares que, a decir verdad, no he localizado aún su ubicación exacta.


Fuimos bordeando toda la plataforma de la sierra del Endrinal, ahora con dirección a la Casa del Dornajo que sí visitamos, viendo anteriormente una fuente con tres piletas con aguas estancadas y corruptas, aunque de indudable belleza además de robusta.



Tras realizar varias fotos con la citada casa continuamos con nuestra ruta, ahora en continuo ascenso, pasando entre encinas que en alguna ocasión utilizábamos para refrescarnos con la sombra que aportaban ya que el “Lorenzo” no daba tregua y caminábamos, prácticamente, sin agua en las mochilas.



Por esta parte, la visión del Jauletas y el Coargazal eran espectaculares y, una vez alcanzada cierta altura, volvimos a tener una magnífica visión de la sierra del Pinar. Estábamos cerrando el circuito circular.

Tras pasar por una angarilla nos encontramos con un tramo llano donde había carteles que informaban sobre la formación geológica de la zona y de las plantas rupícolas adaptadas a vivir sobre las rocas.


Pronto iniciamos el descenso final de la jornada. Bajábamos hacia el puerto del Boyar con el pico del Monete en primer plano haciendo sombra a su hermano mayor, el San Cristóbal.



Se contemplaba toda la Garganta del Boyar y la carretera serpenteante por la base del Pinar.


En el descenso nos desviamos unos metros para contemplar una calera reconstruida y, en poco tiempo, comenzamos a divisar los coches aparcados en el puerto del Boyar.



Ya sólo nos quedó descender junto al río Guadalete por un camino de tierra con zonas de mesas y bancos diseminadas a lo largo del trayecto (entre 3 y 4 Km de longitud) para, una vez llegados al puente que sostiene la carretera al cruzar el río, terminar por el arcén de la carretera hasta llegar a nuestro vehículo.






Un cambio ligero de calzado y ropa y, como una flecha, hacia nuestro bar favorito en Montellano para reponer fuerzas y, en esta ocasión más que en otras, reponer las enormes cantidades de sales minerales perdidas.

DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:




Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace: