Ruta realizada el día 22 de
Febrero del 2.014.
Fuimos expectantes, a esta atractiva ruta, Patxi y yo, Antonio.
Procedentes de Sevilla, llegamos
a la altura de Estepa donde nos salimos de la autovía para tomar dirección
Puente Genil, Lucena y Rute. Desde este último y por la comarcal CO-8212,
llegamos a Las Lagunillas.
Justo al principio de la pedanía, tomamos un carril
de tierra en buen estado, a nuestra izquierda, que pasaba junto al cortijo de
Petrolino y nos dejaba cerca del de Alto de Torres.
Recomiendo llegar a Las
Lagunillas mejor desde Priego de Córdoba, mucho mejor carretera. Es decir no ir
a Rute, sino Carcabuey y Priego directamente.
Con mochilas a la espalda y botas
de montaña en los pies, iniciamos nuestra ruta a la vez que otros senderistas con
los que, en pleno aparcamiento, coincidimos aunque la mayoría iban a realizar
la subida a la Tiñosa directamente.
En el lugar del aparcamiento hay
un sendero bastante evidente que tira paralelo al arroyo de Cañatienda, casi
perpendicular directa a la cordal de la Loma de las Chozas (Alhucema), y otro
que parece un camino, que va como dirección al arroyo de la Fuente de la
Higuera bordeando la falda de los dos primeros promontorios rocosos visibles
desde nuestra posición situados casi al Oeste, incluso descendiendo suavemente.
Esto nos llevó a una pequeña
confusión ya que pateamos ambos algunos metros pero, cuando nos dimos cuenta de
donde realmente queríamos ir, nuestro rumbo era como trazarle una bisectriz a
los dos anteriores, nos obligó durante un corto espacio, tomar campo a través hasta
conectar con un sendero relativamente claro que, aunque sólo usamos un tramo,
nos ayudó a orientarnos un poco ya que, realmente, la subida la hicimos campo a
través y en fuerte pendiente.
Fuimos subiendo la ladera en
diagonal, con gran desnivel inicial y dirección Oeste, hasta conseguir llegar a
la pequeña cordal de nuestro primer objetivo, un mirador natural rocoso que
sobresalía llamando la atención.
Al principio, por la parte baja,
entre encinas y matorral; a media ladera, el matorral era el amo y, próximos a
la pequeña peña, el ambiento rocoso y algunas plantas de esparto, tomaban
protagonismo.
A medida que íbamos tomando
altura, las vistas eran cada vez mejores. Detrás se nos quedaba la sierra de
Rute, realizada anteriormente, con el embalse de Iznájar, al lado el cerro del
Grajo, y a su opuesto, la magnífica sierra de la Horconera con la Tiñosa
esperándonos en ella.
Situados sobre la pequeña cordal,
nos dirigimos directamente al saliente, una peña rocosa con una cruz metálica
como poste geodésico.
Desde aquí, las vistas de las dos
sierras entre las que estaba situado eran de impresión, La Horconera y la
Alhucema que, cada vez, nos daba más respeto. Se intuían buenos cortados y no
tan claros pasillos para caminar por ella.
De este balcón pasamos enseguida
al siguiente que estaba próximo. Buenas vistas sobre el cortijo Alto de Torres
así como de nuestro aparcamiento.
Desde este punto intentamos no
perder altura y mantener la curva de nivel para dirigirnos hacia el Puerto
donde se iniciaba nuestra cordal prevista pero, pronto, encontramos un claro
sendero que nos llevaría a ese lugar.
Pasamos junto a una especie de
monolito natural parecido al Roque del billete de las mil pelas antiguas, pero
en chico.
Antes de llegar al citado collado,
y caminando por laderas muy inclinadas, decidimos atacar y subir directamente a
la cordal del Alhucema. Recuerdo que los primeros pasos fueron muy dubitativos,
sin tener nada de claro si la elección de camino realizada nos iba a deparar
algunas sorpresas, pero … buscando por aquí, tirando por allá, de repente nos
vimos en la mismísima cordal.
Vencido este primer escollo,
“sólo quedaba seguirla a todo lo largo”.
Ascendimos por ella hasta
alcanzar, más o menos, su cota máxima y manterla entre los 1.420 y los 1.450.
Sin palabras. Espectacular!!! Las laderas caían a nuestros pies a izquierda y
derecha, no teníamos ningún obstáculo frente a nosotros, es más, nosotros
éramos lo más altos del lugar. Un entorno aéreo.
He de advertir que este trazado
no es aconsejable a cualquier persona, principalmente a los que sufran vértigo.
Además en toda la cordal, desde mi punto de vista, existen dos pasos delicados
que hay que ir con bastante cuidado. El resto no es que esté exento de peligro,
sino que creo, humildemente, que nuestra experiencia es un grado y el paso
entre bloques y búsqueda del paso idóneo, ya lo tenemos superado.
Aunque os digo que la tensión por
lo desconocido, de qué es lo que nos encontraremos más adelante, nos llevó
jadeando más de lo habitual.
Este itinerario, si me lo podéis
permitir, era el disfrute de los sentidos. Tuvimos un día magnífico, ni pizca
de aire, soleado sin ser excesivo, limpio y claro. La crestería de Alhucema era
alucinante, se veía espectacular, se escuchaba la suave brisa y el canto de
algunos pájaros, se olía el aire puro, se disfrutaba del trago de agua fresca y
se sentía el gozo de estar realizando una espléndida ruta montañera.
Cada paso era una aventura, un
reto. No paramos de subir y bajar piedras, de mirar a un lado y a otro, de
echar fotos … cada rincón y pasos te lo pedían. Menos mal que hoy en día no hay
carretes, en su contra, baterías.
Tajos verticales y algunos no
tantos. Poco a poco fuimos llegando a su punto más alto, que bautizamos con el
nombre de pico Alhucema mientras no se me indique lo contrario. !!Es que somos
creativos con esto de los nombres¡¡
Continuamos otro tanto, subiendo
y bajando piedras, así como sorteando pasos, algunos de ellos complicados,
hasta que la cordal cambió de dirección.
Prácticamente la parte cañera terminó
aquí y, aunque continuó algo, ya se trataba de promontorios entre lomas
terrosas, por supuesto bellas y atractivas. Fue aquí, donde obtuvimos una bella
estampa de toda sierra Nevada completamente blanca, colmatada de nieve.
La cordal comenzó a alternar
rocas con lomas redondeadas. En las zonas de umbría aún se conservaban planchas
de hielo sobre algunas rocas y nos permitimos el lujo de subir a un pequeño
peñón rocoso antes de abandonar las piedras definitivamente.
La cordal volvió a cambiar de
dirección, paralela a la primera parte, la más abrupta, y, definitivamente, se
convirtió en loma con algunas que otras alineaciones rocosas. Bajamos algo para,
posteriormente, subir de nuevo al cerro siguiente y, tras éste, descendía a una
especie de collado situado a la altura del puerto de Mahina.
Entonces debatimos si seguir
adelante por la cordal o bajar al Puerto para acometer la subida a la Tiñosa. Como
nuestro compañero de fatiga, Juan José, no pudo venir por asuntos de fuerza
mayor, optamos por bajar para tener la excusa de realizar completamente la
cordal de cabo a rabo, como a nosotros nos gusta.
Así que no lo pensamos mucho y
tiramos pendiente abajo, de forma pronunciada, aprovechando que el terreno no
incordiaba demasiado teniendo en cuenta que era bastante inclinado el descenso.
En poco tiempo estuvimos sobre
tierra firme, en el mismo Puerto Mahina. Allí nos tomamos unas frutas para
recargar energías para la subida que se avecinaba.
Tranquilamente, pero sin pausa,
emprendimos la subida. Describimos como se ve en el track un acusado pico al
inicio de la subida que pudimos evitar, no desviándonos. Creí que por ahí se
trazaba un itinerario más cómodo y suave pero, al final, no tuvimos claro si
mereció la pena.
Caminábamos por las laderas con
gran pendiente lateral y, después, el sendero se tornó zigzagueante entre una
zona rocosa para salir de nuevo a laderas inclinadas y, en continuo ascenso,
pasamos junto a los animales a los que les gusta este tipo de terreno además de
nosotros: las cabras!! y, pronto,
divisamos y exploramos la inmensa boca, cobijo de las muchas cabras que por
aquí debe de haber. El suelo tenía varios centímetros de grosor acumulado de
excrementos de las mismas.
Aunque era impresionante y desde ella se obtenían preciosas vistas, no
estábamos cómodos allí por lo de las posibles garrapatas que pudiesen haber.
Fotos hacia el interior y desde
el interior para afuera, y a continuar con el trazado. Bajamos algo para, de
nuevo, recuperar la cota perdida y, por supuesto, continuar aumentándola.
Nos movíamos por lugares con
rocas de formas caprichosas y se me antojó subir encima de ese amplio cobijo.
Rápidamente estuve sobre el mismo aunque no pude llegar a su máxima cota por
culpa de una espesa vegetación que impedía el paso.
Bajada de nuevo y a continuar
hasta la Tiñosa que ya se observaba desde nuestra posición, una larga loma
ascendente interrumpida por el Morrión, pico previo a la Tiñosa.
Sierra Nevada, parecía al lado. Seguíamos
viendo formas caprichosas de las rocas. Mirando hacia atrás, en primer plano,
quedaba el montículo bajo el que estaba el gran cobijo y, más al fondo, la
espléndida cordal recién conquistada.
Un último esfuerzo y, por fin,
sobre el hito cimero, el poste geodésico del pico Tiñosa, máxima altura de
Córdoba con sus 1.568 m de altitud.
En esta ocasión, con una
banderita andaluza pequeña y metálica, como si hubiesen pintado uno de esos
carteles que indican coto privado de caza. La anterior vez que subí, ondeaba
una inmensa bandera de España, no entiendo la guerra política en los picos,
pero no es el primero que observo.
Mientras Patxi se puso a picar
algo, yo me dediqué a dar una vuelta por los alrededores y me asomé a unos
atractivos cortados que había cerca.
De vuelta en la Tiñosa acabamos
con el resto de alimentos que nos quedaban y marchamos de regreso, al principio
por el mismo camino de ida, pero pisando y fotografiándonos sobre el Morrión y,
antes de llegar a la altura del gran cobijo, nos desviamos del trazado anterior
para tomar dirección hacia el cerro de la Cruz, al que casi llegamos pero que
no subimos. Todo ello fue campo a través y entre matas de aulagas fáciles de
esquivar.
Situados en el collado previo al
cerro bajamos por la pendiente, directamente y sin sendero alguno, aprovechando
los leves senderillos de las cabras y, en descenso continuado, alternando
rocas, planchas y losas rocosas, terreno algo resbaladizo debido a la multitud
de piedrecitas y tierra suelta, hasta que llegamos a lo alto de un pequeño
cortado que tuvimos que mantener un tramo buscando como salvarlo.
Había que estar atentos y caminar
con cuidado porque un tropezón en esa zona podría ser peligroso.
Vimos una oportunidad de salvar
esta barrera “destrepando” entre algunas rocas y por fin salvamos el escollo.
Sólo nos restó bajar, al principio, con una pronunciada pendiente entre árboles
y, más tarde, sobre una larguísima loma con matorral bajo cómodo de caminar.
La bajada era larga y alineada
con el Caserío de Cañatienda, al cual llegamos y estuvimos explorando.
Atravesamos el arroyo que
alimenta al de Cañatienda y conectamos con el carril que directamente nos
llevaría hacia el coche, pasando junto al cortijo de Alto de Torres.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace de Wikiloc: