Ruta realizada el día 17 de Abril
del 2.014.
Fuimos Mª José y yo, Antonio.
Con la paliza de la doble ruta
del día anterior, nos propusimos realizar esta “suave” ruta para el día de hoy
y terminar cogiendo el coche de vuelta para Sevilla. Es que somos masoquistas
¡! Je, je.. Pero que nos quiten lo bailao, no??
Había que aprovechar la estancia
en esa zona y no encontramos otra manera de culminar los tres proyectos pero,
al final, todo salió estupendamente.
Por la mañana de este día
volvimos a desayunar en el mismo restaurante de la Puebla de Don Fadrique (creo
que se trataba del único que abría temprano) y, luego, tomamos la carretera
autonómica A-317, pasando junto a la Ermita de San Gregorio, justo antes de
llegar al Cortijo del Copo, nos desviamos por la comarcal GR-9100 sin
abandonarla en ningún momento, pasamos varios cortijos y, cuando llegamos a la
altura del Observatorio astronómico La Sagra, indicado mediante un cuadro mural
cerámico colocado en su muro de entrada junto a una cancela abierta, allí, dejamos
el vehículo.
El pico de la Sagra lo teníamos
enfrente, esbelto y majestuoso así que, allí cayeron las primeras fotos, claro
está.
Con botas de montaña en los pies
y mochilas a las espaldas iniciamos nuestra aventura, de momento, andando un
tramo por la carretera hasta alcanzar el Cortijo del Collado de Abajo donde nos
llevamos nuestro primer sobresalto; una cancela cerrada que, mediante un cartel,
nos impedía el paso por tratarse de una propiedad privada y nos indicaba otro
punto de acceso para realizar la Sagra.
De entrada, indignación; segundo,
habíamos hechos muchos kilómetros para realizar estas rutas por esta zona;
tercero, total desconocimiento de la misma. Sólo disponía de un track que comenzaba
y terminaba en este punto realizando una gran circular. Menos mal que, al
momento, llegaron otros senderistas conocedores del lugar y me comentaron
varias cosas. Primero, que se trataba de una finca comprada recientemente por
otros terratenientes y que colocaron el cartel para impedir el paso a un pico
que tradicionalmente se comenzaba por aquí desde hace mucho tiempo y, segundo,
que se podía caminar por el interior del vallado, paralelo a él, en lugar de
por la carretera, ya que no existía vallado lateral que lo impidiese y te
encontrarías dentro.
Así que, sin pensarlo mucho,
pasamos por debajo de la cancela que dejaba un amplio hueco con el suelo y,
siguiendo un carril de tierra, fuimos subiendo una pendiente constante.
No es que me guste pasar por
propiedades privadas pero, a veces, es necesario para conseguir llegar a los
diferentes picos. De todas formas puedo dar mi palabra de que lo único que dejo
son las huellas de mis botas y tan solo me llevo las fotografías de mis
recuerdos y las captadas con mi cámara.
Miento, en ocasiones dejo algunas
cáscaras de frutas!!
Subimos con esa intranquilidad de
que te llamen la atención y con algunas prisas por dejar de ver la cancela e ir
tomando altura para, poco a poco, ir relajándonos y disfrutar de esta última
ruta por esta lejana tierra, al menos para nosotros.
El carril subía flanqueado por
pinos y encinas y, siempre con la Sagra al frente a nuestra izquierda, con
bastante más pendiente lateral que a nuestra derecha dónde, a cierta altitud,
lo que apareció fue una planicie sembrada de cereal.
Si no recuerdo mal, el carril se
bifurcó en dos y tomamos por el de la izquierda pero, pronto se transformó en
un amplio sendero que serpenteaba entre pinos de pequeño porte.
Parte de la ladera de la Sagra
conservaba algo de nieve entre sus escalonadas terrazas, sin embargo en otras
zonas lo que reinaba eran las grandes pedreras o canchales de piedras.
El sendero, en constante subida,
se iba estrechando a medida que los pinos iban siendo de porte más considerable
y cada vez más esbeltos.
Entre algunos claros, pudimos ver
con detalle parte de su ladera dónde, el canchal de piedras, iba comiéndose a
diversos pinos diseminados además de destacarse multitud de pequeñas puntas
rocosas entre su superficie.
Continuamos subiendo hasta que el
sendero, bien definido, comenzó a dibujarse por terreno más rocoso a la vez que
los pinos empezaban a escasear. Llegó un momento en que estos árboles, y la
vegetación en general, comenzaron a ralear aunque, ese detalle no nos impidió
que, a la sombra de un enorme pino, nos tomásemos un tentempié de frutas.
Ya, todo lo que observábamos por
delante, era un enorme peñón rocoso con vegetación específica de alta montaña
similar a la de los cojines de monja, muy pocos pinos y un sendero muy marcado
que lo subía por todo el medio.
Tras el pequeño descanso, que
aprovechamos también para ponernos protección solar, reanudamos la subida ya
con visión amplia hacia ambos lados.
El sendero subía, por la
mismísima cordal de la Sagra, dibujando diferentes zigzags para mitigar la
pendiente.
Alcanzamos una especie de terraza
que sobresalía de su ladera hacia el Norte, como si se tratase de un balcón
natural más prominente.
Continuamos subiendo por un
marcado sendero entre un suelo rocoso hasta que, próximos a las cotas más
altas, tuvimos que sobrepasar un pequeño muro natural formado por una barrera
vertical rocosa muy cercana a su cumbre.
Superada ésta, y sobre un pequeño
mirador natural que se formaba, se observaban dos cosas impactantes; la primera,
a nuestra izquierda, lo que aún nos quedaba por caminar, un cono enorme que
albergaba el poste geodésico y, hacia nuestra derecha, la ladera completamente
colmatada de piedrecitas, un enorme canchal de piedras por donde tenían
intención de bajar una pareja de Murcia que nos acompañó durante un largo tramo
de subida y con los que entablamos una larga conversación.
Tras las fotos en este lugar
mágico, continuamos con el trazado, que cómo no…. era parriba!!
Comenzamos a divisar y pasar
cerca de los neveros e incluso, en el más cimero, nos fotografiamos.
Una vez en la cumbre, junto al
poste geodésico y un gran abrigo nos volvimos a encontrar con la pareja
anterior. Nos ofrecieron café y unas almendras tostadas por ellos mismos,
riquísimas!! y también, con un grupo de senderistas malagueños que,
curiosamente, les he seguido en innumerables ocasiones y que siempre me han
llamado la atención porque sus entradas en el blog, siempre iban acompañadas de
una botella de tinto diferente. De hecho, uno de ellos llevaba una pero no era
la hora idónea para su degustación, eso sí, una copita de Málaga Virgen sí que
nos tomamos junto con unos dulces que amablemente nos ofrecieron.
Desde aquí un abrazo a todos.
También coincidimos con otros
grupos que fueron llegando a lo largo del rato que estuvimos comiendo y
charlando en la cumbre.
Nos despedimos de todos,
terminamos con el lote de fotos y continuamos en el sentido en que llegamos por
toda la cuerda cimera, alcanzando otro abrigo casi en el otro extremo, a cota inferior, y con
una cruz de palo muy rústica.
Seguimos hasta llegar a un mojón
de cemento, parecido a los utilizado para indicar Monte Público y, allí de
nuevo, las vistas fueron extraordinarias; con el embalse de San Clemente justo
enfrente y multitud de elevaciones sobre una vasta superficie relativamente
llana.
Fuimos bajando esta ladera
semicircular de forma que, al ir poco a poco avanzando, la pendiente se iba
haciendo cada vez más acusada y el terreno incrementándose en piedras sueltas.
A vista de pájaro disponíamos de una visión de la Sagra Chica espectacular, una
cordal muy dentada y afilada que contrastaba enormemente con su hermana mayor,
de cordal en forma de loma lisa.
El sendero pasaba junto a pinos aislados,
totalmente revirados y torcidos (supongo que debido a la acción del viento y a
soportar las fuertes rachas que se deben producir en esta ladera) y daba la impresión que nos llevaba en la
dirección del comienzo de la cordal de la Sagra Chica.
Algunos tramos, entre la gran
inclinación que presentaban, y que se pasaba por diferentes canchales, se hacían
penosos en su progresar y había que tomar precauciones.
Pasado el punto dónde se podría
haber continuado por la cresta inferior y, cuando el terreno, por poco tiempo,
se tornó algo más suave, entramos en un bosque de pinos de montaña
espectaculares. Según había leído, se trataba de lo que le llaman el bosque
vertical o secuoyas españolas, unos ejemplares de pinos de enorme altitud.
Pero cuando comenzamos a
descender por estas laderas, la inclinación del terreno (ya no había piedras
sino, exclusivamente tierra) se hizo enorme y costaba trabajo no salir
corriendo. Costaba trabajo incluso aguantar cada paso y la tierra producía una
sensación de inseguridad alta por su gran falta de agarre.
Esta bajada no fue corta ni mucho
menos, al contrario, muy larga y penosa. Realmente la inclinación era bárbara
pero, el lugar, era increíblemente bello y diferente así que, entre el esfuerzo
a realizar y la belleza del lugar, se equilibraron las fuerzas, y cuando nos
dimos cuenta, nos encontramos abajo donde, ya en llano y con más presencia de
rocas, salimos de este precioso bosque por un camino de tierra.
El trazado de este carril, al
principio, bordeaba algo la Sagra pero, más adelante, se fue separando
diagonalmente. Teníamos vistas a la sierra de Albacete y a las ladera de la
Sagra plagadas de pinos esbeltos que la tapizaban. Pasamos unas cadenas y, a
continuación, una portilla para dar con otro carril algo mejor conservado que
el anterior.
A veces, más claro y ancho y, en
otras ocasiones, más estrecho y entremezclado con la vegetación, pero siempre
flanqueado por árboles de diferentes tamaños. Alcanzamos un barranco que se
había llevado literalmente el camino y nos tuvimos que buscar las mejores
artimañas para superarlo.
Continuamos, por otro gran pinar,
hasta que conectamos con el Camino de los Cortijos Nuevos por el que pasamos
junto a varios cortijos e incluso una gran alberca y, por fin, conectamos y
salimos a la carretera, justo unos metros antes de la cancela por dónde
partimos esta mañana.
Todo este recorrido que tuvimos
que realizar por los diferentes carriles, desde mi humilde punto de vista, fue
lo peor de esta excelente ruta. No sé si existirá otra opción, de regresar al
punto de inicio, diferente del trazado que yo realicé, pero resultó muy
pesado y monótono, a la vez que muy largo.
Llegamos al vehículo y, tras
algunas mudas, buscamos un restaurante para comer que encontramos muy próximo a
donde estábamos, en dirección de regreso a la Puebla de Don Fadrique. Por
suerte, y aunque serían sobre las 16, 30h, amablemente nos pusieron unas ricas
tapas. Luego sólo nos quedó coger carretera y manta hasta Sevilla.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA: