lunes, 23 de noviembre de 2015

Circular de subida al pico de la Maroma. Ida por los Barracones, vuelta por el Robledal

Ruta realizada el día 1 de Noviembre del 2014.

Fuimos Mª José y yo, Antonio, a realizar una tercera opción de subida a la Maroma. En dos ocasiones pasadas, subí y baje por el mismo sitio, desde el Robledal; en otra, subí desde el pueblo de Sedella y, en ésta, preparamos una circular con la orientación y ayuda del track de Alsamuz (al que se lo agradezco), que tomamos de Wikiloc, subiendo por los albergues de los Barracones y bajando por el Robledal.

Desde Sevilla, por la autovía hacia Granada, nos desviamos hacia el pueblo de Alhama de Granada y, desde esta población, por la carretera A-402 dirección a Ventas de Zafarraya, a la altura del cortijo de la Alcaicería, tomamos el carril de tierra que nos llevaría al cortijo Robledal Alto y, siguiendo el curso del arroyo Madre del Robledal, dejamos el coche en una explanada habilitada como aparcamiento para un área recreativa situada en esa zona.

Con mochilas a la espalda y botas de montaña en los pies, iniciamos la ruta en sentido contrario al que normalmente estaba acostumbrado.

Trochamos algo entre el pinar existente junto al aparcamiento con idea de tomar parte del carril que bordeaba al cortijo del Robledal por el Norte, dirigiéndose hacia el arroyo de los Presillejos.

Prácticamente al comenzar, nos encontramos con una gran alberca (supongo que se usará como piscina en verano, ya que estaba ubicada entre bancos e instalaciones de una especie de camping situado junto a ella).



El carril se transformó en sendero claro y definido que se introducía en un bosque de encinas y matorral bajo y seguimos una especie de acequia seca que nos llevó a otra especie de alberca, en este caso circular, con escalones para poder entrar a su interior.



Se trataba de una zona mucho menos frecuentada que la masificada y clásica desde el Robledal y, su entorno, precioso.

Caminamos un tramo paralelos al arroyo y bordeando, por el Norte,  la zona conocida con el nombre de Fuentes del Robledal. De repente, conectamos de nuevo con otro tramo de carril que nos llevó directamente al albergue de los Barracones, construidos por el ayuntamiento de Alhama de Granada en 1994.


Desde aquí tomamos por una senda perfectamente definida en continuo ascenso, entre un inmenso pinar, toda ella cubierta por las acículas de los pinos que se presentaban como una auténtica alfombra por la que caminábamos.



Entre el pinar, abundaban las plantas de esparto y alguna que otra jara rodeadas por romeros. Un entorno muy agradable que, aunque en pronunciada pendiente al principio, no se notaba en exceso el esfuerzo a realizar por lo bello de la zona.

De vez en cuando nos encontrábamos con diversos tipos de setas aunque, según mi corto entendimiento micológico, creo que lo que abundaban eran los boletus.


Caminando totalmente distraídos por la extraordinaria belleza de este entorno cruzamos el Barranco de los Jurales, por el que no corría agua, y continuamos bordeando los diferentes pies de las estribaciones de la Maroma.

A veces se contemplaban las elevaciones de los alrededores y nos encontrábamos con rincones donde había que fotografiarse obligatoriamente.





Nos dirigimos hacia la zona de El Contadero donde, tras un pequeño titubeo porque, por un momento, no supimos dar con la continuación del sendero, bajamos levemente para cruzar de nuevo otro barranco, esta vez de mayor envergadura, el Arroyo del Selladero, que también encontramos seco pero con un cauce repleto de bolos o cantos rodados donde parecía que, cuando lloviese, si debería bajar el agua con fuerza.




Por aquí la vegetación variaba algo a la que traíamos. Se incorporaron, si no me equivoco, numerosos árboles de ribera como el álamo blanco, tapizando con sus hojas caídas el suelo pedregoso por el que marchábamos.


Seguimos ascendiendo para pasar un nuevo barranco, que vertía sus aguas en el anterior, también con su cauce seco.


A partir de este último, la senda se tornó bastante pendiente y, mediante sucesivos zigzag, fue describiendo un trazado apto para subir por esa ladera tan inclinada.

Alcanzado su collado, la senda desapareció y nos dejó en una corta cordal pétrea que no me pude resistir el recorrer hasta alcanzar su extremo, donde disfruté de unas vistas inmejorables.





Al mirar hacia arriba, se veía una zona despejada de árboles (sólo algunos aislados y no eran pinos) pero, lo que abundaba era el matorral de alta montaña, como de setos semiesféricos tipo cojines de monja y similares, además de mucha piedra suelta

Hasta el collado que formaba el cerro del Selladero, con los buitres posados en sus rocas observándonos, se trató de una subida campo a través. Prácticamente hasta la cima de la Maroma, ya fue así, pero se podía caminar con cierta soltura y rapidez buscando los mejores pasos entre la vegetación y las rocas.







Llegados al collado, se abrían las vastas vistas situadas al Oeste. Aquí invertimos la dirección y tomamos hacia el Sur siguiendo la cordal hacia el cerro del Sol, aunque no llegamos a encumbrarlo ¡! Se me escapó ¡! Ese día no iba muy fina Mª José y estaba más pendiente de animarla que de estudiar bien el mapa con las diferentes elevaciones. Para la próxima será!!



Todo ese trayecto era un mar de piedras calizas por el que había que caminar con bastante cuidado.
De todas formas, cercanos al cerro, la vista de la plataforma de la Maroma, así como de su esbelto poste geodésico, nos cegó y, como los burros, fuimos hacia él, hipnotizados y buscando el recorrido más corto y directo.



No sólo éramos observados por los buitres, también por multitud de cabras montesas que estaban pendientes de si dejábamos algún resto de comida para, más tarde, darse un buen festín. Las vistas desde aquí, sin palabras, fantásticas, amplias.

Nos dirigimos hacia la cumbre con unas ganas locas de llegar. Mª José se sintió muy aliviada de ver su cima y yo más, je, je..

Allí nos encontramos con algunos montañeros que iniciaban la vuelta hacia el Robledal y sólo se quedó uno porque estaba esperando a una pareja con un niño chico que estaba al llegar. Durante la charla, allí se presentaron y, todos, nos dirigimos hacia el poste geodésico que aún no habíamos tocado. Está claro que nos relajamos bastante al llegar  y comprobar que pisamos la plataforma.




Tras las fotos de rigor, visita a la sima y comernos un buen número de frutas, frutos secos y demás viandas (barritas energéticas,J), decidimos regresar, esta vez hacia el Robledal y por la clásica ruta de subida, que hicimos de bajada.




Bajamos de la plataforma buscando su ladera Sur y pendientes de los hitos de piedras para tomar el sendero lo más rápido posible. Una vez en él, y sin pérdida, lo seguimos hasta el final del trayecto.




Con dirección al cerro Tacita de Plata, fuimos descendiendo no sin antes detenernos en los tajos por los que se pasa y que tan fotogénicos son. Alcanzamos el collado por donde se sube a la Maroma procedentes de Sedella o del cerro El Fuerte, sendero que ya realicé hace algún tiempo. Pero, ahora que estoy escribiendo, también caigo en la cuenta de que el cerro de Tacita de Plata tampoco lo he subido. ¡! Se me han escapado los mejores !!





Continuamos por la marcada y clara bajada por un perfecto sendero pasando la zona del Salto del Caballo, zona problemática cuando hiela, con vistas al inmenso barranco en el que, en su fondo, se encuentra el arroyo de Solana, inicio del de los Presillejos (el que pasaba junto a los Barracones)





Tras pasar esa preciosa zona, seguimos bajando por la cordal de la estribación existente entre los arroyos de los Presillejos y el de la Solana del Espartal. Pasamos por la zona de tejos y vimos el letrero que la Junta tiene colocado en ese lugar, con una breve información sobre los alrededores.


Más adelante, nos encontramos con un nuevo cartel informativo, esta vez para mostrar un vista panorámica del Valle del Temple.


Un entorno envidiable y privilegiado que deberíamos cuidar para que tengan la oportunidad de conocerlo muchas generaciones. A la altura de la zona de los Barracones, y el punto más cercano en este recorrido circular a esas viviendas por las que pasamos a la ida, la luz diurna nos fue dejando y, suavemente, se fue transformando en una luz ténue, pero tuvimos la suerte de alcanzar pronto el carril de tierra que llega próximo a este lugar.


Una vez sobre él, de forma relajada, caminamos charlando y contando todas las vivencias ocurridas, así como nuevos planes y rutas en proyecto.

Alcanzamos un cruce donde, a la izquierda, unos letreros indicaban hacia los Barracones. Nosotros tomamos hacia la derecha, que nos conduciría hacia nuestro coche, tras pasar una cadena que interrumpía el paso motorizado.



 DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:




Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace: