lunes, 24 de octubre de 2016

Circular por las Cuevas del Oso. Sierra de las Nieves

Ruta realizada el día uno de Febrero del 2015.

Fuimos Patxi, Juan José y yo, Antonio, a realizar, de una vez por todas, un itinerario que pasara y llegase a las ansiadas Cuevas del Oso que, en su busca, en una ruta anterior, nos calamos hasta los huesos y solo vimos el frío que pasamos ese día.

El día nos recibió nítido, despejado, sin viento, pero con muchísimo frío, como se puede imaginar en las fotos que subo.

Por la carretera de Utrera, El Coronil, Montellano, Puerto Serrano, Algodonales y Ronda, continuamos dirección hacia San Pedro de Alcántara. Pasada la venta del Navacillo, giramos hacia la izquierda por un carril asfaltado, al principio, hasta el camping que allí se encuentra, entrando ya en el Parque Natural Sierra de las Nieves. Continuamos varios kilómetros, ahora por tierra, (por el denominado “Camino de Tolox”) dejando, tras una curva cerrada a 90º, a nuestra derecha, el cortijo de la Nava de San Luís que sirve de alquiler de vivienda rural. El siguiente tramo viene denominándose “Camino de Ronda” y nos llevaría al Cortijo de los Quejigales, donde dejaríamos el vehículo. Zona de área recreativa con bancos, mesas y lugar de barbacoas techada.

Con botas de montaña en los pies y mochilas a la espalda, además de abrigados desde un principio con la máxima ropa que llevábamos, iniciamos la caminata. Un corto trayecto por el propio carril, pasando unas cadenas que cortaban el paso rodado, para desviarnos, a nuestra derecha, por un pequeño puente de madera que salvaba el arroyo de la Cañada del Cuerno y, caminando por el clásico sendero de la Cañada del Cuerno, nos desviamos para volver a conectar con el carril de tierra por el que llegamos en coche.

Ahora íbamos por el clásico recorrido de la Cañada de las Ánimas, salvo que nuestra intención no era subir por ella sino dejarla de lado para continuar de frente, dirección Noreste.

Los pinsapos, junto con las laderas en las que se encontraban, eran de tonalidades grises blanquecinas por la escarcha que los cubría. Un intenso frío reinaba en el ambiente. Era impresionante y sobrecogedor a la vez. He estado en multitud de ocasiones por la zona, muchas nevadas, otras soleadas y secas, en ocasiones verdes y también lluviosas, pero nunca lo había visto de esta manera, parecía que se había implantado un frío blanco y seco, como la película catastrofista “2015”.










Realmente, describíamos un recorrido directo hacia el Peñón de los Enamorados y pasamos por lugares de umbría entre enormes pinsapos. Comenzamos a ver las primeras estalactitas de hielo junto a oquedades en los paredones verticales entremezclados con el musgo y vegetación trepadora.











Al ir progresando, fuimos descubriendo un atractivo peñón rocoso al que nos dirigía el sendero y, antes, descubrimos una fuente abrevadero con aguas gélidas, donde habitaban tritones. Aun no puedo comprender como son capaces de vivir en ese medio.







Dimos comienzo a la subida del citado peñón por un firme rocoso plagado de zonas heladas con el consiguiente riesgo de pegarnos un resbalón que, alguno que otro, sufrió. Alcanzado ese objetivo nos entretuvimos un rato, ya que se trataba de un mirador natural excepcional, aunque el viento reinante terminó echándonos del lugar.








Dejamos ese balcón y continuamos con la subida, por un claro sendero, por la ladera Sur de un barranco situado al Norte de nuestra posición y de la estribación en la que se encontraba el peñón rocoso visitado.


Aquí descubrimos los primeros arbustos de color completamente blancos. Era una imagen casi surrealista y de pequeños neveros. En algún momento, por la belleza de ese paraje y por la multitud de fotos que realizábamos, nos distrajimos perdiendo el sendero pero, con el Peñón de los Enamorados en lo alto nuestra, como una eficaz referencia, realizamos ese tramo de ladera campo a través y, aunque no fue complicado, sí hubo que evitar mucha vegetación de pequeño porte.













Alcanzada la divisoria donde se encontraba el Peñón, que se nos quedó a nuestra derecha, hacia el Oeste, conectamos con la amplia senda que comunica el pueblo de Yunquera con la parte alta de la Cañada de las Ánimas, donde se sitúa el Pozo de las Nieves, llamado “Camino de la Sierra de las Nieves”. Camino clásico para realizar diversos itinerarios por la zona.







Anduvimos por él un cortísimo trayecto ya que, enseguida, tomamos dirección Sur, campo a través, con fácil y cómodo caminar, bajando por la ladera Sur que forma el Peñón de los Enamorados y ciñéndonos al cauce seco de un arroyo.

A media ladera nos tuvimos que parar para fotografiarnos y contemplar una maravilla de quejigos, completamente blancos, que hacían las delicias de nuestras cámaras fotográficas.







Casi en el fondo de la ladera, en la vaguada, nos encontramos con un pequeño torcalito. Acto seguido cruzamos el seco cauce de un arroyo, por un dique de piedras para frenar el ímpetu de las aguas en las fechas lluviosas.


En esos momentos ya teníamos unas vistas claras sobre la zona donde se ubicaba la Cueva del Oso, estaba situada sobre una franja rocosa, culminación de la ladera que nos quedaba por ascender. Si se miraba con atención y desde lejos, era un roto que interrumpía la cordal pétrea y formaba un hueco. Se asemejaba en cierto punto a la Brecha de Rolando, salvando las distancias, claro está.


Subimos decididamente nuestro último obstáculo para dar con ella. Se trataba de la ladera que formaba el Cerro Alto y alcanzamos la divisoria de cumbres en su parte más oriental.

Nos entretuvimos con la multitud de carámbanos que había por todas las oquedades y abrigos existentes en esta cuerda caliza. La recorrimos dirección hacia el Carro Alto, escudriñando todos sus rincones y abrigos, también por su propia cordal, por arriba de ella, hasta que dimos con la Cueva en cuestión, una pequeña oquedad con una apertura en el techo y con todo su suelo plagados de bolas defecadas por las cabras, eso sí, congeladas, je, je…
























Comimos apoyados en la pared contraria de la entrada de la cueva, por la cara Sur, para evitar el fuerte viento y, de camino, tomar algo de sol para calentarnos mientras nos tomábamos el bocadillo.

Repuestas las energías y sales minerales continuamos por la cordal hasta alcanzar la base del citado Cerro, lo bordeamos por el Sur (ya lo subimos en otra ruta anterior) campo a través, hasta conectar con el clásico sendero que nos dirigiría a la subida del Torrecilla.






De nuevo entre blancos quejigos, hasta que alcanzamos el pozo restaurado de Nieve a la entrada de la Cañada de las Ánimas. Comenzamos a caminar descendiendo en la parte alta, hasta que nos salimos del sendero señalado, para dirigirnos hacia la Cañada de En medio cruzándola transversalmente entre grandes pinsapos que formaban un denso bosque. En esta zona existían más neveros y había mucha más nieve repartida. Seguimos caminando, pasamos la divisoria entre cañadas y llegamos al fin a la del Cuerno, conectando con la senda que la recorría longitudinalmente desde el Puerto de los Pilones. Sólo nos quedó descender por esa conocida y marcada senda para terminar en el punto donde, por la mañana, nos desviamos para realizar la circular.




















El corto trayecto que nos quedaba por caminar era ya, por el mismo de ida, hasta llegar al coche que teníamos aparcado en Quejigales.


DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:




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