Ruta realizada el día 2 de Julio
del 2015
Fuimos Mª José y yo, Antonio, al
pueblo de Trevelez, a realizar un proyecto algo pretensioso, ya que acabó
siendo una ruta, larga, dura, pero a la vez, preciosa y llamativa. Dos eran los
objetivos a realizar ese día, uno, subir al Puntal de las Siete Lagunas, tres
mil que se me había quedado por subir en esa zona y este día era el momento de
realizarlo, y el segundo, intentar terminar la circular, por el cauce del río
Trevelez, a partir de la Junta de los Ríos, que al final resultó, súper curiosa
y sorprendente.
Partimos temprano desde el pueblo
de Trevelez, por la clásica ruta, descrita en anteriores entradas, que une la
población con la zona de las Siete Lagunas, pasando por la Campiñuela. Larga
subida que he repetido en innumerables ocasiones.
Alcanzada su primera laguna, la
Hondera, nos sentamos junto a su orilla y a pesar de que nos mojábamos algo,
era un relax tal, que estuvimos un rato impregnándonos de ese entorno y esa
tranquilidad, al final, buscamos unas rocas, porque terminábamos calados.
Tras el merecido descanso,
proseguimos con la ruta, con dirección hacia la última de sus lagunas, La
Altera. Al principio, por una esponjosa alfombra de hierbas, que pronto se
transformó en un mar de caóticas lascas pétreas, como firme.
Caminábamos entre las diferentes
lagunas que quedaban a uno y otro lado de nosotros con el esbelto Puntal a
conquistar, en el fondo.
Se trataba de un recorrido cómodo
de caminar, en continuo y suave ascenso, ya que se trata como de diferentes
terrazas a superar con algo de desnivel entre ellas. A medida que nos íbamos
internando en el circo de las Siete Lagunas, encerrados entre las paredes del
Mulhacén a nuestra izquierda y las del Globo a nuestra Derecha, una al Sur y la
otra al Norte respectivamente, nos fuimos encontrando con diferentes neveros,
los últimos que perduraban este año.
A la altura de la última laguna,
el desnivel se fue acentuando y el amasijo de rocas acumuladas era mayor. Un
desdibujado senderillo nos orientaba hacia el collado de Siete Lagunas. Pasamos
por lo alto de un inclinadísimo nevero que formaba en su pie un enorme charco,
parecido a una de las lagunas de la zona.
Desde esta posición, teníamos a
vista de pájaro, el nevero que alimentaba la Laguna Altera, rompiéndose sobre
la misma.
Solo nos quedó subir por una
pendiente fuerte y resbaladiza, por estar compuesta principalmente de pequeños
granos de rocas sueltos, pero apoyándonos en las rocas grandes y buscando los
mejores lugares para asentar bien las botas, logramos acceder a la línea
divisoria.
En la subida, fastidiamos a un
gran macho montés, que echado tranquilamente sobre una gran roca, calentándose
con el tibio sol reinante, observaba nuestros progresos, pero viendo que nos
acercábamos, no tuvo otro remedio que levantarse de su lugar.
En pleno collado las vistas eran
espectaculares, toda la cara Norte abrupta del Mulhacén, el collado de la
Mosca, el Puntal de la Caldera, el Juego de Bolos y todas las elevaciones hasta
el Veleta, entre muchas más. Era impresionante. Por supuesto la perspectiva
sobre la zona de las Siete Lagunas, inmejorable, así como hacia la zona de la
Alcazaba.
Ese lugar no tenía desperdicios
ninguno.
El Puntal lo teníamos al lado, Mª
José prefirió quedarse en el privilegiado lugar, picando algo, mientras yo me
dispuse a subir a la elevación, para apuntarme un nuevo tres mil en mi cuenta
particular.
En un momento me encontré en lo
alto, es cuando divisé perfectamente la laguna de la Mosca.
Pisado el Puntal de Siete
Lagunas, con sus 3.251m de altitud, otro más para el bote.
Si eran espectaculares las vistas
desde el collado, imaginaros desde lo alto de esta cumbre, una pasada!!!
Baje junto a Mª José, piqué una
fruta y enseguida continuamos, ya que sabía que la ruta, casi acababa de
comenzar. Recorrimos por el mismo camino de ida toda la zona de las lagunas,
hasta que alcanzamos de nuevo, la laguna Hondera, pero no llegamos a la senda
por la que se sube a ella por las Chorreras Negras, si no, que nos desviamos
algo antes, buscando la Piedra del Yunque, pasando por las Praderas de las
Morras y por un sendero perfectamente marcado.
Este sendero nos llevó a la Loma
de la Alcazaba y dimos con la peculiar piedra, donde cayeron algunas fotos,
también al divisar el grandioso barranco del Goterón. Buenos recuerdos de otra
magnífica ruta, donde alcanzamos el Puntal de Vácares.
Por si te interesa, te dejo el
enlace:
Proseguimos por la larga Loma,
por su divisoria, creo recordar que en esos momentos, sin sendero, pero de un
fácil caminar, bajando de cota, suave y progresivamente y con la vista de la
enorme mole que era la ladera contraria a la nuestra y que forma el Barranco de
Trevelez.
Comenzamos a coger cada vez mayor
pendiente descendiente y el terreno algo más incomodo, sorteando plantas de
bajo porte, además de desviarnos de dirección, para acomodarnos mejor al
relieve del terreno y orientarnos algo más alineados a la Junta de los Ríos,
que era nuestro siguiente objetivo a localizar.
Salvamos la acequia del Cura, que
la saltamos y pretendíamos seguir en esa dirección, a pesar de que lo que
veíamos delante nuestra, era una zona algo escarpada, aunque con posibilidades
de paso, pero un lugareño que pasaba montado en su caballo, con dirección hacia
Trevelez, nos indicó un lugar más idóneo.
Le hicimos caso, pasamos la
portilla existente en la senda que cerraba el paso a nosotros y al caballista.
Las indicaciones fueron claras,
pero básicas y cuando estuvimos en el "fregao" de bajar por esa zona,
sin track orientativo, aunque teniendo claro el lugar a llegar, no se trató de
un paseo de rosas.
Había muchas plantas de mediano
porte, arbustos, muchos pinchosos y sin sendero. Localizábamos tramos de sendas
que nos ayudaban a avanzar, aunque terminaban cortándose, pero con paciencia y
habilidad descendimos toda la loma hasta alcanzar las aguas del río Trevelez,
eso sí, tras superar un vallado que no supuso problemas.
Toda la zona del río era un
vergel, plantas de rivera altísimas, aunque en poca extensión, menos mal. Como
pudimos, lo atravesamos y pasamos a la orilla contraria hasta conectar con el
claro sendero, que nos llevó a un pequeño y deteriorado puentecillo que salvaba
el río Puerto, tributario del Trevelez.
Pasado el puente, aún tuvimos un
corto momento de titubeo con la senda, ya que de nuevo las plantas lo envolvían
todo y perdías toda la orientación, pero en ese momento pasaron dos personas a
caballo y seguimos su trayectoria, que rápidamente, nos dejó en el claro y
marcado sendero que nos llevó sin lugar a pérdida, a la población.
Ascendimos un corto tramo del
sendero y sobre unos riscos nos tomamos un nuevo respiro, picamos algo y
continuamos, ya que me temía que la noche nos pudiera alcanzar antes de
finalizar el itinerario. A Mª José le hubiera gustado un largo rato de
descanso, estaba algo agotada, pero ante lo desconocido del resto de la ruta,
prefería seguir por si nos encontráramos alguna que otra sorpresa.
Al final resultó un tramo de lo
más curioso, llamativo y bello, lástima que llevábamos el "turbo
puesto", y no pudimos gozarlo plenamente como merecía.
Llegó un momento donde conectamos
con el curso fluvial, al principio caminábamos a cierta cota, es más, lo
tuvimos que cruzar en varias ocasiones, mediante diferentes puentes. Se trataba
de un precioso barranco, donde de vez en cuando, veías diferentes aportes de
agua que resbalaban por las laderas.
Lo que más me llamó la atención,
es que comenzamos a tener que andar sobre la senda completamente anegada, como
si de una acequia se tratase. Al principio, intentabas pisar con cuidado para
no mojarte las botas y que el agua no entrase en ellas, pero fueron tantas las
veces que la senda era un pequeño río y que íbamos a un buen ritmo para
intentar llegar lo antes posible, que al menos yo, me olvidé del agua y terminé
con las botas empapadas por dentro y por fuera. Pero ese sendero me encantó.
Al final, terminamos por un
carril, que nos llevó a las casas de Trevelez a la altura del pueblo medio, con
una tenue luz, que se terminó convirtiendo en noche oscura en sus calles.
Ducha y disparados al restaurante
"El Goterón", en su magnífica terraza.
NOTA:
Con este
blog solo quiero dejar constancia de algunas de las salidas que hago,
normalmente acompañado de mis amigos, por las Sierras por las que me muevo.
Sólo pretendo aportar mi experiencia personal, en el momento puntual de
realizar mis itinerarios, que como comprenderéis pueden ser cambiantes en
cuanto a climatología y estaciones del año y no es mi intención que las
explicaciones, comentarios y fotos que acompañan a cada una de las entradas de
este blog sirvan de guía para otros montañeros, ya que no tiene por qué ser ni
la mejor opción de ruta, ni las mismas condiciones del tiempo, ni tampoco los
tiempos empleados.
Deseo que os guste, sea de vuestro
agrado y os sirva la información.
Gracias por vuestra visita.
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