Ruta realizada el día 26 de
Agosto del 2015.
Nuestra gran segunda ruta, en
nuestra segunda subida este verano a Asturias.
Desde Tineo, dónde nos
hospedábamos, salimos hacia la autovía que lo une con Oviedo, antes de llegar a
la ciudad, nos desviamos para tomar la autonómica que pasando por Trubia, nos
llevaría a Pola de Lena, pero mucho antes de esta última localidad y por una
comarcal, terminamos en Lindes, última población y donde terminaría la
carretera. Curiosa población, por llamarle algo, ya que prácticamente, toda
ella estaba abandonada, pocas personas vivían allí.
A la vuelta del recorrido,
terminamos en el único bar existente, una habitación con barra, chimenea y un
señor muy amable y cordial, que nos dio unos botellines, contándonos curiosas
historias, incluida la de que todo el pueblo de Lindes lo había comprado un
acaudalado capitalista.
Bueno, aparcamos junto a la
iglesia y algunas casas, en un ensanche. o pequeño aparcamiento. Con mochilas a
la espalda y botas de montaña en los pies, iniciamos esta larga andadura que en
principio tenía planteada circular. Subiendo por el Cuchillar de Rueda y
regresando por el barranco de la Foz Grande.
Fuimos dejando atrás las últimas
casas de la población por un camino ancho y claro, en ascenso. Según he leído en
diferentes blogs, le llaman las Revueltas del Carrilón. Entre bonitos
avellanos.
Éste, llega a un punto donde se
bifurca, siendo más claro y evidente, el ramal por donde se supone que
regresaríamos de la circular, tirando hacia mano derecha, por lo que podría ser
un sendero algo escondido en su inicio, ocultado por los numerosos helechos
existentes en la zona.
Rápidamente se hace muy evidente
y va subiendo constantemente entre un denso bosque, un precioso hayedo, hasta
que alcanzamos Manín de Arriba, dónde sólo vi un casita y tras otro corto
ascenso, tónica general del itinerario hasta encumbrar, alcanzamos una zona
amplia y despejada, La Veiga de Manín, donde tuvimos la oportunidad de ver por
primera vez, el macizo de las Ubiñas.
Cambiamos la dirección y tomamos
Oeste, para subir hacia El Praón, fuerte subida por Vallina Grande, donde en su
inicio me llevé un gran susto, ya que pasó por delante mía, a medio metro, una
víbora Seaoni de color marrón uniforme, casi estuve tentado de dar por
terminada la ruta y regresar por donde vinimos, le tengo fobia a esos
animalitos, voy como un radar móvil, intentando detectar su presencia, sobre
todo en verano, pero Mª José se puso muy pesada y me animó a seguir.
Alcanzamos el Praón, tras un duro
ascenso, encontrándonos una senda bastante marcada, entre un matorral bajo,
ubicado en zonas alomadas, que nos conducían hacia la mismísima cresta de Peña
Rueda.
La cumbre del Siegalavá, destacaba entre otras elevaciones
hacia el Sur, mientras que nuestro sendero nos llevó a la mismísima arista de
Peña Rueda, aquí notamos directamente como soplaba ese día el viento, nos
desequilibraba continuamente.
Luchábamos contra una pendiente
constante, mantenida, fuerte y contra el viento, que te impedía apoyar
correctamente a cada paso.
Subimos por el propio Cuchillar
de Rueda, con las paredes verticales a nuestra derecha y la ladera inclinada a
la izquierda. Una subida que parecía interminable, aunque las vistas iban
dándote alas a medida que ganábamos en cota. Elevaciones a todo nuestro alrededor,
un lujo para los montañeros.
Tras la dura subida, alcanzamos
el poste geodésico, que estaba tirado y algo estropeado. Divisamos la segunda
cumbre de este macizo, el Vaso de Rueda, que aunque estaba cerca, no quisimos
acercarnos ya que no conocíamos cuantos escollos y tiempo, nos quedaba aun.
Así que tras un descanso en la
cumbre y un aporte energético, disfrutando de las excelentes vistas,
reemprendimos la marcha descendiendo
hacia el Oeste, hacia Las Pedrosas, donde observamos vestigios de la
guerra civil, como las trincheras y rodeados de un marco espectacular, la
cordillera de los picos Huerto del Diablo y el macizo de las Ubiñas, algo más
retirado.
Cambiamos a dirección Sur, la
caliza se fue transformando en superficie herbosa tapizada de multitud de
lirios, caminábamos cerca de Práu Quiñones y longitudinalmente al Canalón de
los Mirios.
Por esta zona, nos encontramos
con un montañero, José María, que subía hacia Peña Rueda, entablamos
conversación y resultó que era de Jerez de la Frontera, Cádiz. Un experimentado
montañero que también le daba a la bicicleta, viajaba sólo y llevaba varios
días por aquí, parándose donde más le apetecía y pegándose un lote inmenso de
rutas, sin Gps, ni mapas, no los necesitaba. Subió, bajó y nos esperó en el
pueblo de Lindes un buen rato, para tomarnos unas cervezas en el único bar que
por allí había. Un tío estupendo, simpático, alegre y un gran deportista. Desde
aquí, le mando un fuerte abrazo.
Tras descender la empinada
ladera, llegamos a una especie de plataforma, el Colláu Fontes, una terraza a
cota más elevada que la majada de la Cardosina, que veíamos bajo nuestros pies.
Descendimos otros 150m.
aproximadamente para dar con esa majada y luego por un marcado sendero entre
los Chanos la Cerezal y la Carva, accedimos a la majada los Cuadros, aunque
ésta se trataba de una o dos casas aisladas, si no mal recuerdo.
En estos amplios llanos, antes de
alcanzar esa segunda majada, decidimos
almorzar de verdad, bocatas y frutas, además de algún fruto seco, barritas y
dátiles que llevábamos en las mochilas.
Una vez que cargamos las pilas,
tuvimos un poco de confusión, para acceder de nuevo a la senda marcada, ya que
estábamos limitados por un tupido bosque que formaba una barrera natural y
disponía de reducidas entradas, las cuales probamos y unas, dieron mejores
resultados que otras, pero al final, con paciencia y lógica, dimos con esa
ansiada continuación, que nos llevó a Los Cuadros y a continuación, junto al
río de la Foz Grande, que ya no abandonamos.
Desde la zona del Puerto de
Agüeria y de la Vega la Foz, teníamos enfrente los macizos de Peña Rueda y el
de la Peña Arpín, una autentica "V" que formaba el encajonamiento del
citado río y por cuyo interior
pensábamos caminar, aunque lo que veíamos ante nosotros, no nos lo
hiciera creer mucho.
Pero, poco a poco, fuimos
avanzando por ese claro sendero, que a pesar de ver las impresionantes laderas
con canchales infinitos derramados hasta la orilla contraria, nos fue
introduciendo paulatinamente en un precioso y tupido bosque, principalmente
formado por hayas, aunque algún avellano que otro, luchaban por destacar.
El senderillo y su entorno era
como el de un cuento de Hadas, hojas secas caídas que cubrían buena parte del
suelo, piedras con musgo verde e intenso y un hayedo formado por árboles viejos
y nuevos. Un entorno de película, para caminar relajadamente, empapándose de la
tranquilidad y relajación que producía.
Un vallado de madera, con paso
sólo para personas, se interpuso en nuestro camino.
De vez en cuando la cubierta
vegetal, nos dejaba ver los paredones que nos limitaban y así en descenso
suave, fuimos cubriendo todo ese trayecto.
Coincidimos con tres personas que
subían en sentido contrario, dos en burro y uno detrás,. Se trataba de un
padre, su hija y el abuelo, que iban a unas cabañas más arriba donde se
encargarían del ganado.
El curso, prácticamente seco, lo
pasamos por unos puentes de madera, unos tablones para sortearlo.
Llegando a la salida de este
extraordinario barranco, nos toco ascender, no nos sentó muy bien, ya que
estábamos bastante castigados, no sólo por el recorrido pateado que llevábamos,
sino de la paliza que también nos dimos en los lagos de Saliencia.
Pero, sin prisas, ni pausas,
accedimos al Colláu, donde había un poste indicativo que marcaba dos
direcciones, una, de donde proveníamos, La Foz Grande y Pto. Agüeria y otra,
hacia donde nos dirigíamos, Manin y Peña Rueda.
Desde este punto, por carril y
sendero ancho muy marcado, descendimos entre helechos, bosque de hayas, por
tramos a veces algo embarrados, hasta que conectamos con el lugar donde por la
mañana, a la ida, nos salimos del camino de ascenso, hacia la derecha, para
realizar la circular a Peña Rueda. A la altura de El Caleru, aproximadamente.
Sólo nos quedó un corto trayecto
hasta el pueblo de Lindes, donde nos reencontramos con José María y nos tomamos
unas cervezas.
NOTA:
Con este
blog solo quiero dejar constancia de algunas de las salidas que hago,
normalmente acompañado de mis amigos, por las Sierras por las que me muevo.
Sólo pretendo aportar mi experiencia personal, en el momento puntual de
realizar mis itinerarios, que como comprenderéis pueden ser cambiantes en
cuanto a climatología y estaciones del año y no es mi intención que las
explicaciones, comentarios y fotos que acompañan a cada una de las entradas de
este blog sirvan de guía para otros montañeros, ya que no tiene por qué ser ni
la mejor opción de ruta, ni las mismas condiciones del tiempo, ni tampoco los
tiempos empleados.
Deseo que os guste, sea de vuestro
agrado y os sirva la información.
Gracias por vuestra visita.
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