Ruta realizada el día 19 de
Septiembre del 2015.
Fuimos Mª José y yo, Antonio, a
recorrer toda la parte superior del Endrinal, subiendo a todas las elevaciones
características de esta zona.
Prácticamente la totalidad de la
ruta, salvo algunos pequeños trayectos, los conocía, aunque en ningún momento
los había recorrido todos juntos de una sola vez, al final salió un recorrido
bastante redondo.
Llegamos a Grazalema y aparcamos
junto al camping Tajo Rodillo. Con las mochilas a la espalda y las botas de
montaña en los pies, iniciamos la clásica subida ,por el marcado sendero hacia
el Puerto del Endrinal, siempre con los paredones verticales del Peñón Grande a
nuestra derecha.
Pasamos la era reconstruida y justo
antes de coronar el Puerto, las vistas de las elevaciones del Endrinal se dejaron
ver al fondo, marcando el horizonte entre el cielo azul y la tierra.
A continuación, y tras ojear un
cartel de la Junta informando sobre los Llanos del Endrinal, colocado en el
mismo puerto, bajamos hacia los Llanos del Endrinal. Antes de llegar a ellos, nos
encontramos unos postes indicativos y seguimos dirección hacia el Puerto de las
Presillas. Pasamos junto a un enorme cercado de madera, que disponía de
entradas que permiten el paso a las personas, pero no al ganado.
Lo pasamos completamente e
inmediatamente a continuación, hay que estar atentos a ver un hito (en una zona
que hay muchos troncos cortados, como asientos), donde debemos abandonar la
clara senda, para tomar hacia la izquierda, por otro sendero bastante bien marcado,
que será el de subida a la plataforma del Endrinal.
El sendero en continuo ascenso va
zigzagueando por la ladera entre un pinar no demasiado espeso. A medida que ibamos
tomando altura, el Peñón Grande fue quedándose bajo nosotros y comenzamos a tener
buenas vistas sobre los alrededores de la población de Grazalema.
A cierta altura, comenzaron a
ralear los pinos y es en esos momentos donde nos salimos del sendero oficial de
subida, para comenzar nuestra aventura a nuestro aire.
Entre los últimos pinos de esta
ascensión nos fuimos desplazando para ir buscando la cordal del Reloj. Salvada
la barrera vegetal, lo que se mostraba ante nuestros ojos, era un mar de caliza
caótica, con sus hundimientos, dolinas, algunas de varios metros de
profundidad, sus fisuras, grietas y aristas cortantes, que tan fácilmente
cortan y desgastan las suelas vibram de nuestras botas.
Tras buscar los mejores pasos
entre las rocas calizas, nos situamos en la parte inferior de la cordal, no la
había hecho nunca, y en este tipo de terrenos, siempre hay que intentar tener
varias alternativas.
Pero a medida que íbamos progresando, subiendo por la
misma, fui comprobando que se trataba de una cordal asequible, amable y grata
de ascender. Cómoda y disfrutona, con vistas a ambas vertientes.
Gozamos ampliamente de esa
ascensión y en poco tiempo nos vimos sobre la cumbre del Reloj, tantas veces
pisada anteriormente.
Con su característico poste
geodésico roto y tumbado sobre las rocas. Nuestra primera cumbre realizada. La segunda,
estaba justamente al lado, hacia el Oeste.
Descendimos unos metros dirección
Sur, buscando la clara cuerda rocosa que une ambos picos. La tomamos, cambiando
la dirección a Oeste y por esa cordalita o puente rocoso de unión, nos fuimos
acercando a la ladera rocosa del Simancón.
Ayudándonos con los hitos, fuimos
remontando la ladera hasta conseguir encumbrarlo. ya sobre la cumbre, Mª José
quiso tomarse una naranja, pero yo preferí recorrer parte de la cresta cimera,
que tampoco la conocía. Tiré un tramo dirección Norte, donde me encontré con
varios machos monteses, que tomaban el sol y que no quise molestar, pero al
final, los pobres animales se levantaron del lugar, por desconfianza.
Regresé de nuevo al hito cimero
del Simancón, para reunirme con ella y continuar el itinerario.
Bajamos siguiendo su cordal, la
contraria a la que estuve hace un momento y a cierta cota cambiamos la
dirección, otra vez Oeste, para buscar nuestra tercera elevación en la zona.
Durante ese trayecto, nos
encontramos un pequeño risco plagado de ovejas, la mayoría con la cabezas
bajadas, como escondidas, !Qué diferentes a las cabras! continuamos por terreno
algo más llano, siempre sorteando piedras y plantas de bajo porte, hasta que
cruzamos perpendicularmente el sendero que bajaría hacia el Circo de Dornajo o
a la Cuesta de Fardela.
Algo más adelante, comenzamos la
subida, entre piedras calizas, buscando siempre los mejores pasos, hasta
alcanzar esa elevación, de la que desconozco su nombre.
Mientras Mª José se lo tomaba con
calma, sentada sobre una cómoda roca, yo me dediqué a recorrerla hacia el Norte,
mirando diferentes rincones.
Escudriñado el lugar,
proseguimos, bajamos de esta tercera elevación, hacia el Suroeste, hasta llegar
al mismo borde o arista perimetral de la plataforma. Cambiando de dirección,
porque así lo exigía la arista, tomando hacia el Noroeste, siguiendo fiel su
contorno. Al final de la misma, se encontraba el Arco del Endrinal.
Durante un tramo estuve caminando
paralelo a un vallado situado constantemente a mi izquierda, entre grandes
rocas y por la periferia de esta plataforma, mientras Mª José, más inteligente,
caminaba por un senderillo situado al Este de mi trayectoria, mucho más marcado
y cómodo, que ella misma descubrió.
Desde este tramo, se tenía una
perfecta visión sobre la Casa de Dornajo, así como, del interior de toda la
plataforma del Endrinal, que íbamos circunvalando.
Encontramos el Arco del Endrinal,
donde con cuidado, ya que es una enorme vertical, nos fotografiamos.
Cambiamos de nuevo el rumbo,
ahora Norte, siempre por el contorno o perímetro, con las impresionantes vistas
de toda la sierra del Pinar, frente a nosotros.
Esa parte es la menos cortada y
el terreno se aplana, se hace más tumbado, siendo la mejor zona de escape de
toda la plataforma.
Siguiendo sendas de cabras y
tramos por rocas calizas, nos fuimos acercando a la siguiente elevación, el
Navazuelo, la situada más al Noroeste. No era difícil, el objetivo lo teníamos
claro, aunque no existía un sendero marcado, así que poco a poco, avanzamos
hasta llegar a la base caliza de su ladera y sólo nos restó una corta subida
con algo más de pendiente para encontramos en su cima. Navazuelo conquistado.
Descansamos un rato y admiramos
las formidables vistas que desde aquí se obtenían. No paramos mucho y pronto nos
pusimos en marcha, ahora, dirección Este, para ir cerrando la circular.
Todo este tramo era por pura
caliza. Lo primero que subimos fue una formación curiosa, como un huevo enorme
con su superficie de caliza lisa y redondeada, para luego proseguir por una
zona que estaba marcada mediante hitos, la más técnica del recorrido.
Según por donde tomaras, te
podías quedar bloqueado y tener que retomar otras alternativas. Era una zona
con numerosos y grandes hundimientos, muchos de ellos con las paredes lisas donde
no existían agarres. Había que caminar muy atentos y sin distracción alguna. Un
auténtico caos de rocas, con resaltes, fisuras, grietas, cuchillares y hoyos,
que había que ir sorteando continuamente, hasta que por fin alcanzamos la
elevación situada más al Norte de esta plataforma. También sin nombre conocido.
Por sus alrededores, algo más al
Norte, gozamos de unos espléndidos miradores naturales, que además de
ofrecernos unas vistas excepcionales sobre el valle de la Garganta del Boyar,
nos ofreció puntualmente, un lugar idóneo para ver unas carreras de coches que
se estaban realizando por la carretera que une Benamahoma con Grazalema,
todavía recuerdo como rugían esos motores y sus tubos de escape. Todos coches
de época, de chasis, no creo que de motor, ya que tendrían veinte años o más de
antigüedad.
Ya sólo nos quedaba por
encumbrar, el Yedrales y así cerrábamos la circular emprendida por la mañana,
pero en lugar de tirar directamente hacia él, cosa que sí hizo Mª José, yo
preferí recorrer la cordal caliza que partía hacia el Sur y nacía desde este
mismo pico.
Gocé como un enano por toda esta
cordal caliza con todos sus ingredientes, por supuesto, eran autofotos, las que
me realizaba y tenía muchísimos fondos a elegir. Terreno calizo 100%
Terminé bajando de la arista,
cambiando a dirección Este, para comenzar la subida por la ladera del Yedrales,
donde cómodamente y sentada me esperaba ella.
Es un ascenso bonito y curioso a
la vez, ya que se superan una losas enormes y lisas, poco frecuentes en la zona
y en lo más alto, un escalón donde había que hacer uso de las manos, aunque sin
demasiada dificultad.
Acabamos encima de nuestro último
objetivo. El Yedrales, conquistado y pisado respetuosamente, sólo nos quedó
bajarnos por su ladera Sureste, que es algo escalonada, ayudándonos a veces de
las manos e ir al encuentro del sendero que subía a la plataforma desde los
Llanos del Endrinal, desde la zona de los trocos cortados, os recuerdo.
Sólo nos quedó descender por él,
muy marcado y claro, llegando al punto, donde a la ida, nos desviamos y
abandonamos la senda que nos hubiera llevado al Puerto de las Presillas, el
resto del itinerario coincidió con el realizado al inicio por la mañana.
Por supuesto, acabamos en nuestro
bar favorito, bar Rural, en Montellano.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
NOTA:
Con este
blog solo quiero dejar constancia de algunas de las salidas que hago,
normalmente acompañado de mis amigos, por las Sierras por las que me muevo.
Sólo pretendo aportar mi experiencia personal, en el momento puntual de
realizar mis itinerarios, que como comprenderéis pueden ser cambiantes en
cuanto a climatología y estaciones del año y no es mi intención que las
explicaciones, comentarios y fotos que acompañan a cada una de las entradas de
este blog sirvan de guía para otros montañeros, ya que no tiene por qué ser ni
la mejor opción de ruta, ni las mismas condiciones del tiempo, ni tampoco los
tiempos empleados.
Deseo que os guste, sea de vuestro
agrado y os sirva la información.
Gracias por vuestra visita.