domingo, 23 de diciembre de 2012

CIRCULAR POR LA SIERRA DE ORTEGÍCAR


Ruta realizada el 16 Diciembre 2012.

Fuimos Mª José y yo a la Sierra de Ortegícar con el propósito de conocer esa zona y subir a su máxima altura, el Ortegícar de 963m de altitud.

Llegamos procedentes de Sevilla por la autovía de Málaga, desviándonos hacia El Saucejo por la A-351 a la altura de Osuna. Proseguimos hacia Almargen, luego Cañete la Real por la MA-476 y, por último, por la MA-475 a Serrato.

Hay que estar atento ya que entre Cañete y Serrato vamos por la MA-475 y cruza la A-367, que une Cuevas del Becerro con Teba y es un cruce que no queda totalmente alineado desde dónde se viene, es decir, una vez que llegamos a la intersección, hay que hacer unos metros por la A-367 y, rápidamente, desviarse de nuevo por la MA-477.


Una vez en Serrato, lo pasamos y estamos atentos a un carril de tierra ancho que se nos abre a nuestra izquierda. Lo tomamos.


Este amplio carril, rápidamente, se bifurca. Cogemos el de la izquierda y ya no lo abandonamos hasta pasar el cortijo de los Rompedizos. Previamente a ello debemos haber dejado a nuestra derecha otro carril algo más estrecho y, en subida y con un poste de madera señalizador de ruta senderista más adelante, también a nuestra derecha, debemos dejar otro carril.

Al llegar al cortijo, lo bordeamos dejándolo a nuestra derecha. Continuamos por el carril, dejando un cruce a nuestra izquierda y a unos 300m aproximadamente, en el borde del carril podemos dejar nuestro vehículo, dónde se intuye una vaguada por la que podremos subir a toda la plataforma superior de la sierra de Ortegícar.


Nosotros dejamos el coche unos centenares de metros más adelante y subimos por una vaguada mucho más complicada y expuesta.


Aconsejo subir y bajar por la parte de bajada del track de la ruta.

Comenzamos a patear sobre las 10,20h de la mañana, tras haber desayunado en el pueblo de Armagen.
Subimos por una vaguada empinada, con rocas resbaladizas y algunos pasos delicados ganando altura rápidamente. Tardamos más tiempo por el hecho de dudar si continuar por ella o bajar y subir por otra parte, más que por nuestro ritmo de subida. Insisto, es mejor subir por dónde bajamos en nuestro recorrido.







Prácticamente arriba de esta vaguada, comenzamos a escuchar tiros de cazadores. Interrumpimos nuestra subida y nos colocamos nuestras prendas de colores más chillonas, por si acaso. Luego resultó que los cazadores estaban abajo pero el eco del sonido nos confundió.


Allí divisé un magnifico saliente rocoso al que no pude resistirme a subir. Resultó ser un tremendo mirador natural aunque, lo que no sabía es que, en esta ruta precisamente miradores naturales no nos iban a faltar.



Pronto llegamos a la parte superior de la vaguada que estaba flanqueada, a derecha e izquierda, por dos elevaciones. Decidimos hacer un trazado circular en sentido antihorario y nuestro propósito era el de subir a todos los picos que se nos pusieran en nuestro camino.

Así, decididamente, subimos a uno que era la antesala del cerro del Escribano, terreno plagado de rocas pero de fácil avance y progresión.


Una vez en lo alto, la sierra de Ortegícar se muestra como una inmensa plataforma con diferentes peñones rocosos. Caminamos por su borde hasta llegar a uno de sus extremos donde encontramos formaciones pétreas en forma de mesas, similares a las del Torcal de Antequera, formando un magnífico y bello rincón.






Aquí descubrimos una de las maravillas de esta sierra: grandes y altos cortados a plomo o, incluso en algunos puntos, extraplomados.





Daba verdadero vértigo asomarse próximo a sus bordes pero, a la vez, era espectacular esa sensación.







Ya divisábamos a lo lejos el poste geodésico del Ortegícar, pero antes teníamos que subirnos en varias elevaciones más de este entorno del Cerro del Escribano enfilándonos hacia un resalte saliente, situado prácticamente enfrente de un cortijo en ruinas, situado debajo de esta plataforma por la que caminábamos.




Hasta subir a él tuvimos que ir de piedra en piedra por un mar pétreo con rocas pequeñas y grandes. Pasamos por algunas superficies muy horizontales plagadas de rocas blancas salteadas y de hierba de color verde intenso que producía una mezcla verdaderamente cautivadora.






En su coronación hay una roca en forma de mesita curiosa y,  tallado en la roca de al lado, una inscripción que pone “PROPIEDAD ORTEGÍCAR”, lo cual no deja de ser una cosa curiosa.




Desde aquí nos dirigimos hacia el pico Ortegícar pero pasando por su pequeña cordal, que es una especie de alineación rocosa de varias protuberancias que no me pude resistir a pisar.




Una vez en el poste geodésico nos tomamos unas frutas, líquido y, por supuesto, nos hinchamos de hacer fotos. Aquí curiosamente también estaba la misma inscripción en una piedra próxima.




Reanudamos la marcha y continuamos en la dirección que llevábamos, NE, por la periferia de este macizo, siempre con el mismo tipo de terreno, de piedra en piedra, aunque llega un momento en que aparece un sendero, que cada vez se hace más marcado, y por él nos guiamos, sobre todo, al llegar a las cercanías del Cancho de la Graceja que dejamos a nuestra izquierda y donde comenzamos una bajada hacia el llano que teníamos en frente.


Situados en este pequeño llano observamos una elevación, llamada Cerro del Mojón, a la cual me encaramo con la rapidez con que un imán atrae al acero.



Desde aquí, las vistas del Paraje Natural Desfiladero de los Gaitanes es maravillosa y se contempla perfectamente el pico de la huma. También se observa el pueblo de Ardales y la multitud de aerogeneradores dispersos por esta zona.

Una vez que bajé del cerro nos dirigimos hacia una cresta formada por una sucesión de tres picos rocosos conocida con el nombre de Cancho de En medio. Para ello tuvimos que atravesar un pinar de pequeño porte, con matorral entre los árboles, que impedía un cómodo caminar, por lo que  lo hicimos principalmente por su exterior.

De repente, nos topamos con una valla de alambre de espinos pero, con una disposición entre ellos, que permitía atravesarla con facilidad. Así lo hicimos entrando en otro pinar de un mayor porte y completamente limpio de maleza. Se caminaba estupendamente.

Llegamos al lateral opuesto de la valla y tuvimos la suerte de encontrar una amplia cancela de dos hojas por la que pasamos, llegando a un carril de tierra en perfecto estado.

A estas alturas del día, Mª José estaba algo cansada y un poco harta de la ruta por el sube y baja del trayecto y decidió seguir por el carril, de forma tranquila, mientras esperaba que yo subiera a lo alto del cancho de En medio. Es que no lo puedo evitar, es como una droga a la que soy adicto.

Se trataba de un pico cuya coronación estaba formada por grandes bloques de piedras, algo lisas y resbaladizas y con cierta inclinación, por lo que era difícil progresar entre ellas. Siempre había que buscar el mejor paso.




Una vez coronado, emprendí una rápida bajada 


para contactar con Mª José, a la que, al principio, no encontré pues también estuvo haciendo sus pinitos por otros picos. Una vez reagrupados, continuamos caminando por el carril que más tarde abandonamos para ir tomando altura  e ir subiendo por la ladera que teníamos en frente a la izquierda, ya con sentido de vuelta para ir cerrando el trayecto circular.


Volvemos a encontrar vistas increíbles y bellas, cortados vertiginosos y nos adentramos durante este tramo en un bonito ambiente montañero.



De nuevo nos encontramos con otra elevación a nuestra derecha y, por supuesto, no hay que desaprovechar las ocasiones, “poyaquestamosaquí” “parriba ¡¡¡”.

Yo por la crestería y Mª José por debajo, bordeando su base.



Llegamos al punto por donde subimos al principio del itinerario pero, 


esta vez, caminamos un poco más hasta alcanzar la vaguada que se abre justamente enfrente del cortijo de los Rompedizos. 


Al principio, su bajada era con una pronunciada pendiente y, poco a poco, se fue suavizando un poco.

A la vez que cogía algún que otro espárrago, los que las ovejas no se habían comido, nos encontramos con una calera bien conservada.


Más adelante nos impidieron el paso un enorme rebaño de ovejas que, por no asustarlas, nos mantuvieron un buen rato en ese lugar hasta que, poco a poco, fueron pasando, obligándonos a ir por fuera del sendero para poder continuar con la bajada. 


Veíamos el carril ya próximo  a nosotros y en muy poco tiempo estuvimos sobre él.



Sólo nos quedó caminar por el carril en busca del vehículo que estaba aparcado más adelante, junto a la vaguada por dónde comenzamos, por la mañana, esta ruta.

DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:




El track de la ruta lo tienes aquí:

http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=3749176

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