Ruta realizada el día 3 de Enero
del 2015.
Fuimos Miguel, Juan José y yo,
Antonio, para realizar la cordal completa desde el pico Mures hasta el mismo
pueblo de Benaoján.
Sólo en esta ocasión, y espero
que sea la única, no introduciré el dato del recorrido en Wikiloc por tratarse
de un itinerario donde tuvimos que saltar, por desgracia, varios vallados en el
recorrido para poder alcanzar nuestro objetivo de recorrer toda la cordal
completa y longitudinalmente hasta Benaoján. Lógicamente, cualquier interesado
en conseguir ese trazado, sólo tiene que pedírmelo y yo se lo daré
gustosamente.
Desde Sevilla, por la carretera
de Utrera y dirección Ronda, nos desviamos hacia Montejaque. Antes de llegar a
la localidad y justamente pasado el inicio del sendero que te lleva a la boca
de Hundidero, en la parte más oriental del embalse de Montejaque, dejamos el
coche frente a un pequeño cortijo.
Con mochilas a la espalda y botas
de montaña en los pies, iniciamos este ambicioso proyecto, trabajado con ayuda
de varios tracks y el estudio sobre los mapas directamente, creando a priori,
una amplia circular por la que, como nos viene siendo habitual, regresaríamos
con la noche bien avanzada.
Cruzamos la carretera, pasamos
junto a la vivienda llena de perros ladradores, pasamos una primera especie de
valla (un alambre con muchos sacos vacíos colgando, de escasa altura) y
entramos en un precioso llano comprendido entre el Peñón de Mures y el propio
Mures.
Tras un corto caminar por esa
planicie, iniciamos el ascenso directo hacia el pico. Buena pendiente, al
principio por terreno medianamente cómodo y el resto ya por caliza formada por
grandes bloques, con miradores naturales y bellas vistas. Pero íbamos frescos y
con ansia de cordal, con lo que llegamos al poste geodésico casi sin darnos
cuenta.
Enseguida comenzó lo bueno. Iniciamos
la cordal, entre grandes bloques calizos, avanzando como las cabras, de piedra
en piedra, con vistas al Este de Ronda, enclavada en lo alto de esos magníficos
cortados. Pero no quisimos perder la oportunidad de asomarnos a los
impresionantes cortados sobre la carretera y la zona caótica de Hundidero, así
que nos apartamos de la cordal que realizábamos para acercarnos a esos
miradores naturales de vértigo.
Realmente se trataba de un
auténtico mirador, con el cerro Tavizna en primer plano, la carretera hacia
Montejaque longitudinalmente y el Hacho al fondo. Vista de pájaro, casi real.
Todo bajo nuestros pies.
Tras gozar completamente de ese
momento y hablar de tú a tú a las inmensas verticales continuamos con nuestro
trayecto. Por la línea de cumbres más occidentales, caminábamos paralelos a la
carretera pero a una altura considerable a la misma. Lógicamente también
recorríamos longitudinalmente el embalse de Montejaque desde las alturas.
Se trataba de una cordal formada
por grandes bloques, donde se progresaba utilizando frecuentemente las manos,
aunque no era continua, es decir, en ocasiones la roca terminaba y daba paso a
un pequeño trozo de tierra que la interrumpía.
Pero el último tramo de esta
primera parte fue la más aérea, con Montejaque a nuestros pies y al fondo las
Sierras de Benaoján, Montalate y Juan Diego, entre otras.
Seguíamos viendo Ronda, ya que
teníamos visión a ambos lados de la cordal, siendo vertical y abrupta hacia el
Oeste toda esa crestería.
Caminando por la misma vimos
desde lo alto la Ermita de la Escarihuela, con un camino de acceso desde el
mismo pueblo de Montejaque, perfectamente marcado. La cordal comenzó a
descender decididamente hacia el collado por donde pasaba el citado camino,
pero resultaba bastante peligroso continuar por ella. Bloques cada vez mayores
y lisos, con pocos agarres, nos hicieron desistir, por lo que buscamos una
alternativa para la bajada. Bajamos invirtiendo algo el sentido, buscando el
mejor trazado, hasta que alcanzamos tierra firme, también en pendiente, ya que
se trataba de la misma ladera por la que caminábamos por arriba entre rocas;
pero al menos, TIERRA ¡!
Nos topamos con un vallado que
limitaba la extensión de la zona conocida por el Algarrobo.
Continuamos descendiendo, con el
vallado a nuestro lado, hasta dar con el camino y con la Ermita en frente.
Aunque intentamos dar con alguna
portilla, nos fue imposible (o sencillamente no había) así que, de nuevo, otro
salto de valla para continuar con nuestra cordada. Eso sí, visitamos y ojeamos
el entorno de la Ermita, lugar de romería de la población vecina.
La continuación pasaba por
atravesar un campo de barbecho que terminó en otro vallado que tuvimos que
sortear. Desde este punto se contemplaba una enorme puerta natural, un hueco
que formaba la alineación rocosa por donde se ubicaba la cueva del Ratón y
lugar por donde debía existir, en sus proximidades, una vía ferrata a la que intenté acercarme
para explorar algo su salida pero que no llegué a divisar. Sí coincidimos con
cuatro practicantes de este deporte que nos cruzamos en ese tramo del
recorrido.
Para proseguir con nuestro
itinerario nos vimos obligados a saltar un nuevo vallado.
De nuevo, ya por roca y tras
haber subido algún desnivel, observamos Montejaque, a través de ese gran hueco,
como una postal auténtica. También una vista atrás para ver parte de la zona
recorrida.
De nuevo por la cordal, y con las
verticales que abrumaban, siempre Montejaque abajo desde diversos puntos de
vistas. De nuevo entre inmensos bloques calizos avanzando con toda la
precaución posible, pero gozando plenamente del entorno.
La cordal era bastante aérea y
nos ocurrió una cosa similar a la anterior. Fue descendiendo acusadamente y nos
vimos obligados a buscar otra salida que nos llevó a un campo de árboles
frutales tras un nuevo vallado. Justo en su centro había un espléndido cortijo
que disponía hasta de una pequeña plaza de toros para uso de unos pocos en un
entorno privilegiado.
Pareció un calco del tramo
anterior, el de la Ermita. Continuamos con el vallado lateral un buen tramo,
siempre con la expectativa de encontrar una portilla, cosa que no ocurrió, con
lo que nos vimos nuevamente obligados a superar ese impedimento dejándonos
directamente sobre un camino que subía de Benaoján y que pasaba junto a su
cementerio. Este carril, subía por la ladera del lado del pueblo de la cresta
por la que marchábamos y la atravesaba transversalmente para llegar a la falda
contraria, donde se ubicaba la boca de la Cueva del Gato y, curiosamente, por
donde terminaríamos caminando, de regreso, cerrando la circular.
Poco tiempo nos llevamos en el
carril ya que, inmediatamente, dimos con nuestro siguiente vallado para continuar
con nuestro itinerario; ya se podía considerar que éramos expertos saltadores.
Se trató de una superficie con bastante pendiente que recorrimos, en un tiempo
exprés, siempre con el temor de que algún dueño nos llamase la atención y nos
fastidiara nuestro estudiado proyecto.
Por la parte alta, volvimos a
pasar el vallado que delimitaba la finca y nos encontramos en uno de esos
lugares que no te esperas. Unas inmensas planchas calizas, lisas, planas y con
grietas profundas.
Más que asustarnos, nos sedujo y
nos incitó a su descubrimiento, con lo que fuimos avanzando por ellas hasta
llegar a su extremo final, que no era otro lugar que la coronación de la pared donde,
a sus pies, está situada la Cueva del Gato. Espectacular, si se puede buscar un
factor común a esta ruta, además del salto de vallas, era el de las
verticalidades de vértigo.
Llegamos a tener ocasión de
contemplar el tren que pasaba por las vías cerca de la cavidad.
Estuvimos como los buitres en sus
riscos, contemplando todo a su alrededor, pero había que seguir porque, cuando
Juan José genera una ruta, hay que tener claro que, de kilómetros, serán una
barbaridad.
Fuera de la gran losa, las
piedras desaparecieron durante un buen tiempo, pasando a sendero relativamente
bien marcado, que seguimos durante un largo trayecto, viendo a varios caballos
libres pastando por la zona.
Este sendero nos condujo al tramo
de carretera que une Benaoján con la barriada de la estación, situada a una
cota inferior.
En esta ocasión, mediante una
portilla, pudimos pasar el vallado y, a continuación, nos encontramos de nuevo
con el grupo que realizó la vía ferrata que, ahora, estaba practicando la
escalada. Ellos nos indicaron el acceso hacia la carretera que, aunque no
difícil, no era evidente.
Sobre firme artificial, en la carretera,
anduvimos por la acera contemplando Benaoján a nuestra espalda y, lateralmente
y desde arriba, el nacimiento de aguas donde se ubica el hotel El Molino del
Santo.
Durante el tramo que tuvimos que
realizar por la misma carretera, también tuvimos la oportunidad de contemplar
el Benaoján bajo y su estación de ferrocarril. Pasamos el puente que salvaba
las vías del tren y también el siguiente que sorteaba al río Guadiaro. Justo
pasado el mismo, y por el lado contrario al que debíamos ir andando como
peatones, buscamos una senda que nos comunicó con el sendero, casi camino, que
discurría paralelo al río y que nos llevaría, junto a su curso, dirección hacia
la Cueva del Gato.
A la altura de la Cueva, pasamos
un puente de tablas bastante deteriorado y un corto túnel que pasaba por debajo
de las vías. Vimos de una forma fugaz este entorno. Había una pequeña laguna de
aguas frías y transparentes y una bonita cascada que salía de la cavidad
alimentándola, y rápidamente, ya que el sol se fue escondiendo, continuamos por
un marcado sendero situado en la misma ladera que la cavidad, dejando la línea
del ferrocarril a nuestra derecha según el sentido de marcha.
Al principio, fue tomando
bastante pendiente, que nos hizo sudar de lo lindo, hasta que comenzó a llanear
y, más tarde, volvió a descender hasta hacernos llegar junto, y a nivel, de las
vías del tren que acompañamos paralelamente durante un largo trayecto.
Se supone que este carril
paralelo al ferrocarril nos podría llevar hasta Ronda pero nosotros, tras
cruzar un camino que nos cortaba transversalmente, pasadas unas naves y, tras llegar de nuevo a otro cruce de caminos para
pasar las vías del tren, tomamos en sentido opuesto a las mismas, dirección
hacia el Peñón de Mures.
Ya caminábamos sin luz, aunque
aún sin encender los frontales. Llegados a un cruce de caminos, no demasiado
evidente, ya con luz artificial, tomamos el de la derecha que nos llevó
directamente hacia el lugar de inicio de esta ruta, teniendo que abrir en ese
tramo nuestra última portilla del recorrido.
Cambio de calzado y camiseta y
para Montellano flechados.
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