Ruta realizada el día 23 de
Noviembre del 2014.
Fuimos Mª José y yo, Antonio, a
realizar un intento de recorrer de forma circular toda la parte alta de la
Sierra de Almorchón, con la culminación en la subida al pico Convento.
Ya conocíamos la zona, pero llevábamos
un proyecto de intentar cerrar una circular por la parte superior de la Sierra
de Almorchón así que, para allá que nos fuimos, tomando la autovía de Málaga
para desviarnos a la altura de Osuna hacia El Saucejo, Almargen (donde
desayunamos), Campillos y Ardales.
Desde este último pueblo, tomamos
dirección hacia la central eléctrica del Gobantes y, a la altura del primer
camping a orillas del embalse del Conde de Guadalhorce, junto al Museo
Arqueológico Parque Ardales, dejamos el vehículo.
Con mochilas a la espalda y botas
de montaña en los pies, iniciamos este trazado, cruzando en primer lugar la
carretera por la que llegamos para, campo a través, ir tomando altura hacia la
Sierra de Almorchón, sierra de rocas en arenisca, con sus peculiares y curiosas
formas.
Cuando llevábamos cierta altura
tuvimos que bordearla, por encontrarnos un paredón vertical inexpugnable,
tomando dirección Sur para intentar subir por su estribación, pasando a su otra
vertiente que, aunque tenía pendiente, era practicable.
Aquí, la visión de las paredes,
oquedades y caprichosas formas de la arenisca nos cautivaron y sorprendieron.
También tuvimos la primera vista sobre el Tajo de la Encantada, con su embalse
Superior, aunque lo que mejor se veía era su columna de presión.
Seguíamos un recorrido hitado
pero a cierta altura. Existían hitos por todas partes provocándonos una
confusión (que no fue tanto ya que nuestra pretensión de este recorrido era
principalmente exploratoria) así que decidimos tomar dirección Norte pasando
por encima de las paredes que nos obstaculizaron el paso al comienzo del
recorrido.
Caminamos por la ladera Oeste de
esta sierra, pasando un barranco a la altura de los Camoriles. Un espectáculo
para los sentidos, formas extrañas, piezas apoyadas unas en otras, cavidades o
más bien cobijos pequeños y amplios, oquedades de diversas formas, formaciones
en modo de tortitas simplemente apoyadas sobre el suelo. La verdad es que era
muy entretenido y fotogénico todo este lugar.
Llegó un momento, cuando
caminábamos por una gran pendiente lateral, en que había que estar atentos por
un posible resbalón ya que el terreno era arenilla.Decidimos atacar y poner la directa
hacia la parte superior cambiando el rumbo, en esta ocasión sentido Este.
Al principio, campo a través y usando
sendas de animales, y luego por sendero algo más marcado, subimos esa pendiente
hasta alcanzar la parte superior entre un denso pinar, pero aquí si tuvimos un
claro y marcado sendero.
Tomamos ahora sentido Sur. Realmente
estábamos describiendo una amplia zeta desde que iniciamos la ruta. Decidimos
intentar hacer la circular en sentido anti horario y como hasta ahora estábamos
acostumbrados, en subida, aunque algo más suave que lo anterior.
Este primer tramo, bordeando la
meseta, nos dejó en un “impre-sionante” mirador natural, el punto más al
Suroeste a ese nivel, que gozamos durante un buen rato comiéndonos algunas
frutas. Unas vistas espectaculares sobre el embalse que teníamos a nuestros
pies.
Tras el merecido descanso,
continuamos con la ruta en sentido anti horario por un amplio cortafuego y
claro sendero, dirección Este, con ligera caída hacia el Sur. Fue un camino por
la divisoria de cumbres, aunque por una zona algo alomada, flanqueados por una
vegetación espesa y un pinar.
Alcanzamos el extremo situado más
al Sureste, otro privilegiado mirador natural sobre todo del Tajo de la
Encantada y del Desfiladero de los Gaitanes, al paso del río Guadalhorce. Aquí
me entretuve fotografiando a los numerosos buitres que sobrevolaban la zona.
A continuación tomamos dirección
Norte, hacia el pico Convento que lo teníamos en nuestro punto de vista.
Seguíamos por la divisoria, con los Tajos de Almorchón debajo de nosotros a nuestra
derecha y a inferior cota. Igualmente, más abajo, discurría el río Guadalhorce
y el reformado caminito del Rey. La verdad es que se trata de un lugar con
encanto y algo especial, toda esta parte del Chorro.
Para encumbrar tuvimos que
descender para luego ascender a lo alto de la elevación, donde tuvimos que
hacer uso de las manos para subir a su punto más alto ya que había que superar
un murete de rocas.
Las vistas desde aquí,
excepcionales. Todos, hasta ahora, miradores de primer orden.
Desde el pico Convento, las
vistas sobre la parte Norte eran espectaculares: el embalse del Gaitanejo a
nuestros pies, el ya repetido embalse del Conde de Guadalhorce y el de
Guadalteba y Guadalhorce, más al Norte. Toda la sierra de la Huma y el Capilla
al fondo y, por supuesto, el vertiginoso desfiladero de los Gaitanes entre
otros puntos sobresalientes.
Te daba rabia bajarte de estas
atalayas. Se apetecía quedarse en ellas un tiempo prolongado que no teníamos ya
que aún quedaba la parte “inexplorada y dudosa de la ruta”, el ensamble que
teníamos proyectado realizar con ayuda del mapa IGN y del Google Earth, que
estudiamos previamente ya que, en lo que a tracks se refiere, no encontré
ninguno que pasara por allí.
Bajamos del pico describiendo una
circular y descendimos, dirección Este, hasta alcanzar el collado por donde se
bajaría cómodamente por el marcado sendero pero yo, preferí recorrer por el
borde del impresionante cortado que terminaba en el Mirador de las Buitreras, caminando
por el borde del abismo entre un mar caótico de rocas calizas.
Tras empaparme de todas las
vistas que desde este punto se observaban, lugar de una verticalidad absoluta,
descendí para reunirme con Mª José que había cogido por el sendero de bajada
clásico.
Ya juntos, y sobre el carril que
nos podría llevar al inicio del Caminito del Rey o al Mirador, situado junto a
la carretera por la que llegamos en coche, al lado del embalse del Conde de
Guadalhorce, caminamos un trayecto para abandonarlo, justo en la curva
pronunciada a 180º, donde conecta con el arroyo estacionario procedente de la
sierra de Almorchón, en su parte Norte.
Antes, cuando caminábamos sobre
el camino de tierra, justo en la zona situada al Norte del pico Convento, nos
encontramos con un poste geodésico, algo escondido y poco visible, colocado en
lo alto de un corto mirador de esa estribación. Curiosamente el poste estaba
ahí y no en lo alto del pico.
A partir de la conexión con el
anterior arroyo, estudiado únicamente bajo plano, iniciamos el tramo de
trayecto que nos serviría para poder conseguir la circular pretendida. Ya desde
lo alto del pico Convento, estuve estudiando sobre el terreno esa posible
subida y el lugar más idóneo para conseguirlo.
Al principio, seguimos el cauce
seco del arroyo aunque rápidamente nos obligó a ir trepando y salvando
obstáculos, pero se caminaba relativamente cómodo. A continuación, tomamos en
severa pendiente y paralelamente al cauce un tramo, haciendo uso de manos y
pies para superar un tramo algo dificultoso pero que nos dejó sobre la cordal
que pretendía y que tenía vista y estudiada de antemano.
Al Norte, disponíamos de unas
bellas vistas sobre los embalses de Guadalteba y Guadalhorce, así como de sus
presas.
En esos momentos, la dificultad
había sido superada, no así la incertidumbre, ya que no sabíamos qué sorpresa
nos depararía el resto del trayecto.
Caminábamos por la parte superior
de la ladera Norte del cauce, dirección Oeste, y teníamos al lado, la otra ladera
que encajonaba el arroyo. Allí estuvimos entretenidos con un grupo de montesas
que se reían del vértigo y equilibrio en sus paredes verticales.
Pasamos por una parte muy árida,
seca, con pinos aislados y muy deformados por las rachas de viento de la zona y
entre un matorral poco tupido. La verdad es que ese tramo me sorprendió
gratamente, pocos obstáculos y se avanzaba con rapidez. El pico Convento se fue
quedando a nuestras espaldas.
Pero llegó lo que me esperaba, un
bosque tupido de jóvenes pinos que eran como una barrera natural infranqueable,
que nos obligó a internarnos en él, agacharnos, “no perder un ojo con sus
ramas”… pero tuvimos la suerte de que se trató de un corto tramo ya que,
enseguida, alcanzamos zonas mucho más clareadas así como el contacto con el
sendero marcado que nos llevaría a cerrar la circular y unirnos con el punto en
donde alcanzamos la parte superior de esta sierra.
Sólo nos quedó caminar por el
claro sendero hasta conectar con el punto donde iniciamos el trazado circular
por la parte alta de esta sierra.
Para la bajada tomamos otro
sendero, bastante hitado, paralelo al de subida. De nuevo las vistas del
embalse espectaculares, así como todo el entorno que nos rodeaba, zona de los
Camoriles.
Llegamos a una zona extraña, como
artificial, llena de “tortitas” como colocadas en el lugar, aunque está claro
que se trata de formaciones aleatorias naturales ubicadas en esa zona, pero le
daban un toque llamativo y difícil de creer.
Nos divertimos un rato
observándolas y yendo de unas a otras. En algunas habían nombres, arañando la
arenisca y quedando labradas y firmadas.
Tras estar un buen rato en este
raro lugar, continuamos con nuestro descenso siguiendo los hitos que, a veces,
nos llevaban por canalillos labrados sobre la propia roca. Viendo que ese
trazado cada vez nos apartaba mas de nuestro destino, igual más abajo
encontrábamos senderos para regresar, decidimos ir al encuentro de la senda de
subida. No era complicado andar “roca a través” por esa zona.
Conectamos con nuestro itinerario
de ida y sólo nos quedó recorrerlo en sentido contrario. Eso sí, una vez en la
zona del pinar, abajo, seguimos el sendero marcado que nos llevó a la carretera
de una forma cómoda y suave, no como a la ida que fuimos como nos dio la gana,
monte a través.
Terminamos en la zona de acampada
donde teníamos el coche. Allí nos cambiamos de calzado y dimos por concluida
nuestra excursión.
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