Ruta realizada el día 6 de Abril
del 2.014.
Fuimos Mª José y yo, Antonio.
Desde Tomares, y por la autovía
de la Plata, nos desviamos dirección hacia Aracena y, justo en la primera
rotonda de entrada a ella , tomamos dirección Linares de la Sierra y Alajar y,
por último, Santa Ana la Real, donde dejamos el coche justamente en la misma
Plaza de España, frente a la escalinata que sube a la plataforma o plaza
anterior de la Iglesia.
Con mochilas a la espalda y botas
de montaña en los pies, iniciamos nuestra andadura por las calles de este
precioso pueblo. Primero por la calle Corrales para salir de la población por
Martín Vázquez, cuya prolongación era el camino “Maisevilla”, según indicaba un
cartel de la Junta.
Tras él, existía un mirador con
barandillas de madera que te invitaba a otear sus amplias vistas,
principalmente de toda la sierra de Aracena, además de parte del mismo pueblo
de Santa Ana y, curiosamente, con todo detalle, de su cementerio.
El camino estaba limitado a una
cota superior por otra barandilla, igualmente de madera, que albergaba a un
número elevado de caleras, cada una de las cuales llevaba el nombre de su
dueño. Estaban restauradas y relativamente bien cuidadas.
A lo largo de esa ladera, daba la
impresión de que existieran algunas
otras caleras a mayores cotas, como en dirección hacia la cumbre del cerro
dónde se localizaban, el cerro Castillejo de las Cornicabras, que no subí por
no conocer su existencia en ese momento.
Proseguimos por el camino hasta
que llegamos a un cruce y tomamos a nuestra izquierda en ascenso, como si
bordeásemos el cerro anterior, para encontrarnos con otra bifurcación que
tomamos a nuestra derecha. Seguíamos en leve ascenso.
Dejamos a nuestra espalda el
cerro de Castillejo de las Cornicabras ¡!Qué coraje no haberme dado cuenta!!! Qué le
vamos a hacer!!
El camino nos llevaba por la
mismísima cordal de la sierra de las Cumbres. Se trataba de una superficie
plana que dejaba ver de forma amplia hacia ambos lados, aunque el más bello era
el del Sur. De vez en cuando tenía
algunas formaciones rocosas a modo de almenas de castillo naturales que le
daban un aspecto muy curioso a la zona.
Pero, aunque el camino seguía por
la misma dorsal, nos desviamos hacia nuestra derecha, en la siguiente
bifurcación, en un vertiginoso y largo descenso. En ocasiones nos encontrábamos
con postes de madera que, mediante un pequeño cartelito, informaban que
caminábamos por el “Camino de la Cumbre”. De hecho, fuimos bajando
constantemente a lo largo de la falda o ladera de la sierra de la Cumbre.
Tanto descenso nos iba
mosqueando, (lo que se baja luego hay que subirlo!!) pero, de momento, la cosa
marchaba cómoda, las vistas agradables y el entorno era muy atractivo, aunque
con algo de calor y pocos árboles que nos protegieran.
Conectamos con otro camino que,
aunque seguimos durante un rato en descenso, fue bastante menos acusado y más
suave.
Nos encontramos con una cría de
sapo común que cruzaba transversalmente nuestro camino y se dejó fotografiar
para, más adelante, dar con un pequeño aporte de agua que cruzaba el camino y
en el que, más que circular, el líquido elemento embarraba el lugar, pero
formaba una pequeña charca donde también encontramos y fotografiamos ranas.
Nos llevó a unas ruinas, que supongo
serán de un antiguo cortijo, con el inconveniente de que, junto a ellas y
prácticamente sobre el camino, había varias cajas con sus correspondientes abejas,
panales pegados al carril que, al irnos aproximando hacia ellos, iban
aumentando el número de ejemplares en busca del codiciado néctar con un zumbido
algo inquietante, así que decidimos tomar un pequeño atajo, para evitar posibles
picaduras, bordeando el cortijo derruido por su parte trasera.
Antes de proseguir con el
itinerario, decidimos asomarnos a un pequeño saliente con vistas a la sierra
del Pico, densamente poblada por vegetación.
Estábamos entre jaras, de flores
blancas y amarillas, que se combinaban de forma extraordinaria con las flores
rosas, amarillas y rojas de otras plantas que tapizaban las laderas por las que
caminábamos.
La sierra del Pico y la sierra de
las Cumbres de la que procedíamos, en su encuentro a sus pies, formaban el cauce por el que circulaba la
Rivera de Santa Ana.
A partir de este momento el
itinerario que realizamos fue paralelo y a cierta altura sobre el curso
fluvial. Se escuchaba continuamente la caída de las aguas en los diferentes
saltos por los que iba circulando. Según nos dijeron a posteriori en el pueblo,
se trataba de pequeños saltos nada llamativos pero, lo cierto es que, sonaba
como si fuesen grandes cascadas por donde se precipitaban las aguas.
Comento esto porque todo el cauce
estaba cubierto de una densa vegetación que daba la sensación de impenetrable y
ocultaba toda posibilidad de visión sobre la rivera. Se escuchaba, se intuía de
su presencia, pero nada más.
Tras un tramo, al principio en
suave descenso ¡para variar!, el sendero, que ya no era camino, comenzó a
ascender pero, en ningún momento lo que ya llevábamos bajado, sólo un corto
trecho.
Se trataba de un sendero,
perfectamente marcado y libre de vegetación, que atravesaba la ladera
completamente poblada, principalmente de jaras.
En el extremo de ese tramo, donde
realizaba una marcada y pronunciada curva de unos 90º, nos recibió con un gran
bloque pétreo a modo de portal . Lugar fotogénico que no desaprovechamos.
Comenzamos a ver más bloques
dispersados por ambas laderas, la del frente y por la que marchábamos. Algún
tramo cubierto por arbustos y, siempre, laderas de color verde donde aparecían
tonos grises de rocas diseminadas.
Fuimos alcanzando una zona con
mayor número de rocas y, cada cua,l más extraña. Eran como lascas verticales
colocadas individualmente y en un equilibrio precario.
A medida que íbamos avanzando en
nuestra circular, el cauce, que siempre lo llevábamos paralelo a nosotros, se
iba igualando, enrasando a nuestra cota, así que observamos un senderillo que
tiraba dirección a su orilla y lo tomamos. Una vez en la rivera lo exploramos,
en diferentes sentido, aunque era difícil la progresión sin sufrir algún
remojón con lo que, nos limitamos a tomarnos unas frutas al fresco con el
relajante sonido del correr de sus aguas.
Tras este parón relajante,
volvimos a subir al sendero principal y continuamos rodeados de esas extrañas
rocas que cada vez eran más abundantes. Para mí, la parte más bella del
recorrido.
Encontramos un segundo senderillo,
que nos llevaba al propio cauce, y no perdimos tampoco esta segunda oportunidad
de contemplar pequeños saltos de aguas y una gran piedra caída que permitía el
paso por debajo de ella.
Tras gozar un rato de este bello
rincón, proseguimos con nuestro trazado principal que, poco a poco, nos fue
sacando de la zona más agreste y nos depositó en terrenos más llanos y
humanizados, pasando junto a vallados y campos de cereales.
Aunque conservábamos la rivera
junto a nosotros, ésta iba ya remansada y algo más abierta, bordeada por álamos
(si no me equivoco en la especie).
Pasamos junto a un antiguo molino
de agua ubicado dentro de una finca, atravesamos arroyos como el del Barranco
de la Presa, mediante puentes de madera, y cercas de diversas granjas.
Nos movíamos por los: “Camino de Castaño del
Robledo a Riotinto” y por “Camino de Santa Ana a Alajar”.
Tuvimos que pasar, más adelante,
el Barranco de los Casares por un nuevo y bonito puente, también de madera. Allí
nos recibió un simpático equino que, por encima de la alambrada, nos pedía algo
de comer. Se notaba que estaba acostumbrado a la gente y, en alguna que otra
ocasión, pillaría algo.
Ahora el sendero transcurría,
según los letreros, por el Camino de las Callejas. Aun tuvimos que sortear
mediante puentecitos algún que otro arroyo.
Alcanzamos la carretera A-470 y
anduvimos por ella unas decenas de metros para, de nuevo, volver a un camino de
tierra. Había varios coches aparcados, ya que parece, según un cartel
informativo de la Junta, que aquí se iniciaba una ruta para visitar las
cascadas de Jollarancos. No lo pensamos mucho y decidimos verlas también. Total,
ya estábamos próximos a nuestra meta final del recorrido e íbamos a terminar
demasiado pronto.
El camino pasaba cerca de otras
largas y grandes granjas y, un tramo del recorrido, junto al Barranco del
Negrito. Incluso había otro puente para salvarlo en momentos de mayor volumen
de aguas.
La otra mitad del recorrido,
aproximadamente, marchaba paralelo a otro arroyo que vertía sus aguas en el
anterior. Tras subir ligeramente este tramo y cruzar un último aporte de aguas,
nos encontramos con las famosas cascadas, causantes de este último paso
fluvial.
Eran muy bonitas y altas, lo que
nos dio juego para fotografiarlas y hacer un poco el cabra.
Tras la exploración, con los
bajos de los pantalones chorreando, iniciamos el descenso para continuar y
cerrar nuestra circular. Llegados de nuevo al último puente descrito y
continuamos, con la misma dirección que traíamos en este tramo, antes de
desviarnos para buscar las cascadas de Jollarancos.
Pasamos entre espléndidos
quejigos, cruzamos de nuevo el barranco de los Casares, pasando por la zona que
el mapa del IGN nombra con su homónimo, y entramos en la pedanía de La Presa
pasando por grandes fincas dedicadas a la cría del cerdo ibérico y comprobando
que se comían hasta las cáscaras de las naranjas y, por supuesto, por los
típicos caminos más representativos de esta sierra de Aracena, caminos
limitados a ambos lados por muros de piedras.
En poco tiempo alcanzamos de
nuevo Santa Ana la Real comprobando que, curiosamente, las dos albercas que nos
encontramos estaban plagadas de carpas de colores.
Entramos al pueblo, por el camino
de la Presa, encontrándonos con un bonito lavadero y la famosa fuente de los
tres caños.
Tras refrescarnos y
fotografiarnos junto a ella, continuamos por las calles Vínculo, Carnicería,
Fuente y, por fin, llegamos a la Plaza de España donde, tras cambiarnos de
calzado y alguna prenda, soltamos las mochilas en el vehículo y nos dirigimos a
un bar, al que ya le habíamos echado el ojo en el regreso, y nos tomamos unas
refrescantes y revitalizantes cervezas acompañadas de un surtido de chacinas de
la zona.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
Si quieres el track de este itinerario, pincha sobre el siguiente enlace:
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