Ruta realizada el día 27 de
Febrero de 2.014.
ATENCIÓN: El paso por el cortijo de Albarrán al Puerto del Boyar está actualmente cortado
Fuimos Patxi, Juan José y yo,
Antonio.
Es la tercera vez que realizo,
por esta zona y en corto tiempo, un
itinerario muy parecido.
En esta ocasión nos propusimos
encontrar bellos rincones y elementos naturales llamativos, por ello lo de
bautizarla con el nombre de “ruta de los secretos pintorescos cerca de
Grazalema”.
Dejamos el vehículo en el Puerto
del Boyar y, con mochilas a la espalda y botas de montaña en los pies,
iniciamos el recorrido, dirección al Salto del Cabrero, por el ancho camino o
carril de tierra.
El primer objetivo que me propuse
en esta ruta era el de encontrar la conexión entre este sendero y el que baja
de las Jauletas o el Coargazal que, en las dos ocasiones anteriores, siempre
terminé pasando una valla, por debajo, tras soltarle los dos alambres
inferiores y, vuelta a colocarlos una vez superada.
Así que, pasada la pequeña
portilla inicial, justo al lado de donde dejamos el coche, caminamos por el
carril y, al poco tiempo, tuvimos que abrir una amplia cancela que cortaba,
completamente y a lo ancho, el camino “Camino de San Fernando”. Superada esta
nueva cancela continuamos, por el mismo camino, hasta alcanzar el cortijo de
Albarrán que cruzamos mediante dos coquetas cancelitas que atravesaban el
cercado de cabras por su mitad.
Continuamos caminando en ligero
descenso por el claro y marcado sendero oficial del Salto del Cabrero.
Recorridos unos 750 m aproximados
desde el cortijo, a la altura de una vaguada poco clara por las numerosas
encinas que te impiden tener una visión despejada, nos desviamos del sendero
principal a otro de menor rango y algo más difuso marcado con un tímido hito.
A medida que nos adentrábamos, se
veía mucho más claro y nos llevó, directamente, a la ansiada angarilla que
tenía ganas de encontrar. Primer objetivo conseguido.
Segundo objetivo o secreto: la
cueva de los dos Ojos!!! Así la bautizamos…
Aquí estuve en la primera de mis
incursiones por esta zona pero, mis compañeros, no la conocían.
Pasada la
portilla anterior, continuamos siguiendo un sendero que nos iba subiendo por la
citada vaguada. Había que prestar atención puesto que se unía con otros y daba
confusión. Por eso, terminé en las rutas anteriores en mi “valla preferida de
la zona”, pero teniendo claro a donde queríamos llegar, no tuvimos problemas ni
nos perdimos.
Alcanzamos una nueva portilla que
tuvimos que superar para tener junto a nosotros el cerro calizo, situado al
Norte, donde se ubicaba la cueva buscada. Sólo nos quedó una rápida trepada
hasta introducirnos en ella. Fotos desde todos los ángulos y con todos los
fondos posibles y para arriba del todo del cerro, que nos recibió con una
estrecha y vertiginosa cumbre-cordal.
La recorrimos, aunque había zonas
en las que “mejor no tener vértigo”. Corta pero intensa, en algunos pasos había
que extremar la precaución.
Tras bajarnos del cerro y haber
conseguido nuestro segundo “secreto” de la ruta, invertimos nuestro trazado,
bajando de nuevo por la vaguada, hasta que nos desviamos para dirigirnos hacia
el montículo opuesto al que estuvimos respecto a ella.
Entre pequeñas encinas con sus
troncos cubiertos de líquenes, igual que partes de las rocas por las que
pasamos, nos topamos con una barrera rocosa que tuvimos, de nuevo, que trepar.
No fue difícil o, al menos, eso
nos pareció, ya que parece que, últimamente, es lo que más hacemos y lo estamos
tomando como costumbre y parte de nuestras rutas.
Pero lo mejor fue al llegar
arriba. Nuestro tercer objetivo “secreto”, ante nosotros y allí en lo alto. Una
impresionante pileta labrada en la roca, con bastante profundidad y con dos
caños que la alimentaban, labrados sus conductos también sobre la roca caliza.
Se trataba de la pileta perfecta.
Tenía todo los detalles y lo curioso, además, era su ubicación.
Qué diablos hacía esa pileta allá
arriba???
Nos realizamos fotos a punta
pala. Era un lugar curioso y precioso. Tercer reto conseguido!!
Desde nuestra posición, ya
veíamos nuestro cuarto objetivo, muy a lo lejos y en lo alto, dentro de nuestro campo de visión: el túnel
del Horgazal.
Ya lo conocíamos todos de sobra
pues hemos estado varias veces pero, en esta ocasión, pretendíamos cruzarlo por
su interior desde nuestra posición.
Dejamos la pileta continuando en
la dirección a la que accedimos, entre un pequeño y corto paso algo laberíntico
entre rocas. Llegamos a una explanada algo amplia que, de forma suave, iba
ascendiendo pero, pronto, el terreno se tornó en fuerte pendiente y, entre
rocas y pequeñas encinas, fuimos subiendo por una elevadísima pendiente. A
veces los tramos inclinados tenían piedrecitas y resultaban algo resbaladizos.
Una mirada atrás y se contemplaba
la pileta en su característica ubicación. Todavía no tengo claro, por qué se
colocó ahí, una pileta que costaría mucho trabajo el realizar.
El túnel, cada vez lo teníamos
más cerca. Aunque el esfuerzo de subida era alto, el pasarlo por su interior lo
era aún más.
Llegados a su base, con una
trepada y poniendo atención para no resbalar ya que se trataba de una zona
húmeda con las rocas algo mojadas, accedimos a su interior y pasamos al otro
lado. Como una “puerta espacial” que te pasa de un lugar a otro.
Bueno, pues nuestro cuarto
objetivo “secreto” de la jornada, conseguido!! A por el quinto.
Aquí discutimos un poco la
continuación del trazado. Yo quería ver y recordar un simpático arco (quinto
secreto) que vimos en un itinerario que realizamos hace ya algún tiempo por
esta zona, realizando una circular completa, mientras que, Juan José, pretendía
alcanzarlo por la cordal del Coargazal y vuelta por la misma. Al final, decidimos
en realizar el pequeño bucle.
Bajamos por el sendero, marcado
mediante multitud de hitos, que une el Llano del Charaván con la boca del
túnel, sendero muy entretenido en el que tienes que ir de hito en hito y no
perderlos en ningún momento de vista, cosa que le ocurrió a una pareja de
senderistas que vimos desde lo alto de la cordal cuando estábamos cerrando la
vuelta.
Una vez casi en el final de este
simpático itinerario, antes de alcanzar los Llanos, nos salimos dirección hacia
el arco. Para ello, Juan José es un infalible guía y, tras trepar y pasar por
algunos puntos cubiertos de vegetación, dimos con nuestro quinto “secreto” de
la ruta.
Un precioso arco calizo situado
junto al inicio de la subida a la cordal del Coargazal.
Tras la sesión fotográfica, nos
apartamos unos metros, dejando el arco a nuestra izquierda, para subir por una
corta chimenea. De nuevo a trepar, es lo nuestro!! Una vez arriba, nos
encontrábamos sobre la magnífica cordal que cada uno pasó a su ritmo y a su
manera.
Vistas impresionantes, auténticas
rocas calizas con sus fisuras, grietas y cuchillares, y un goce auténtico de
caminar por donde sólo las cabras lo hacen.
Fue, haciendo esta cordal, cuando
localizamos a los senderistas que mencioné anteriormente.
Llegamos a pasar
justamente por encima del túnel, completando el bucle. Continuamos por la misma
cordal, dirección hacia Jauletas, hasta encumbrar sobre el Coargazal, nuestro
sexto “secreto” junto con su bella cordal. Una vez en lo alto, vimos otra
cordalita caliza sugerente y paralela a la nuestra, algo más al Este y, como
por ella jamás habíamos estado, decidimos pisarla y recorrerla.
Terminada ésta bajamos por un mar
calizo, bajando de la mejor forma posible que pudimos, para conectar con el
pequeño llano que divide el Jauletas del Coargazal. Acto seguido conectamos con
el sendero de los Carboneros para, una vez en su parte más alta, desviarnos
hacia las laderas pétreas del Jauletas y, por su cresta, acceder a su hito
cimero.
Este sería nuestro séptimo
“secreto”: la preciosa cordal y la cumbre del Jauletas.
En lo alto comimos, contemplando
bellas vistas a todo nuestro alrededor y un grupo de cabras montesas que
teníamos abajo.
Regresamos un tramo por nuestros
pasos para, en un punto de la cordal, desplazarnos hacia el Sur bajando del
macizo del Jauletas en la misma alineación que en la subida.
Pasamos por una zona espesa de
matorrales y arbustos pero siguiendo líneas rocosas y utilizando el track del
itinerario que ya realicé por esta zona. Pronto lo recorrimos.
La verdad es que este trayecto
estaba muy cambiado respecto al que realicé hace algunas semanas ya que, parece
ser que los operarios del Medio Ambiente estuvieron por aquí y han dejado zonas
francamente despejadas. Para mi gusto, le han quitado el encanto a esta zona
que era un bosque espeso donde tenías que sortear obstáculos y buscar los
mejores pasos. En este trazado, no nos tuvimos que preocupar demasiado en
localizarlos.
Salimos a un amplio valle, una
planicie relativamente llana, y siguiendo un marcado sendero, nos llevó, a
través de una especie de puerta natural, a una sutil vaguada que alinea la zona
del Pajaruco con la plataforma del Simancón.
Anduvimos por ella unos 300 m,
aproximadamente, dirección hacia el Simancón, para abandonarla y comenzar de
nuevo otra subida, buscando la zona de El Hoyo, a la altura de una encina
situada en medio de la vaguada con la característica de que su tronco no lo
tenía vertical sino horizontal.
También, como referencia, existía
una higuera, que salía literalmente de las paredes de roca, por la zona donde
comenzamos la ascensión.
Esta subida la realizamos con
intuición montañera. No existía ningún tipo de sendero que nos guiase.
Se subía
por grandes lozas calizas, así como grandes bloques que hacían de auténticos
obstáculos para la progresión.
Poco a poco, probando por aquí y
por allá, logramos dar con el enorme arco calizo y toda la zona de alrededor
que no era otra cosa que El Hoyo, octavo “secreto” de la ruta que hoy comparto.
Formaciones rocosas de lo más
extraño: arcos, grietas por las que te permitían ver parte del exterior y, en
conjunto, una zona donde el ambiente calizo destacaba por su grandiosidad.
No existían salidas claras de
este laberinto, es más, muchas opciones de las que probamos terminaban en
paredes verticales prácticamente insuperables. Durante un buen rato estuvimos
explorando por la zona y buscando una posible continuidad, pero al final,
salimos de allí por el mismo sitio que lo hice en la ocasión anterior.
Salimos por la única vaguada
posible. Dejando los paredones del macizo del Jauletas a nuestra izquierda,
dirección a la Pinaleta, pronto contactamos con un marcado sendero que nos
ayudó a salir de aquella llanura plagada de vegetación y árboles.
Una vez ya sobre zonas algo más
despejadas y próximos a la Pinaleta, nos tomamos un respiro y planteamos el
resto del itinerario a realizar.
Nuestra idea inicial pasaba por
contemplar un noveno “secreto”: la cordal del Morrocano, pero, tanto por
fuerzas como por la posibilidad bastante plausible de quedarnos sin luz solar,
desistimos de esta idea ya que había que tomar dirección al Dornajo, subir a la
meseta donde se encuentra el Morrocano y volver por el mismo borde de la
plataforma del Simancón para acabar por la zona del Puerto de las Presillas.
Así que tomamos la vía más
directa y alineada con el Puerto de las Presillas caminando por lugares cómodos
y otros no tanto, por lo alto de las rocas, no sin antes subir a un último
promontorio rocoso del que nos bajamos enseguida por el fuerte viento reinante
y el frío que paulatinamente iba entrando.
Tuvimos que abrir una última
portilla para acceder al Puerto de las Presillas y, desde aquí, descender por
el sendero hacia el Puerto del Boyar. Nos acercamos antes a ver la fuente que
hay en el nacimiento del Guadalete.
Una vez en el coche, tras el cambio
de calzado y alguna prenda y con el cuerpo algo cortado de no haber realizado
todo el itinerario previsto, nos fuimos a nuestro pueblo de adopción,
Montellano, a ahogar algunas “penas” y reponer energías y sales minerales.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
El perfil ha salido con esos dos surcos porque por dos ocasiones se me apagó el GPS y tuve luego que cortar y unir a mi trazado, parte del track, de uno de mis compañeros.
Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace de Wikiloc:
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