domingo, 22 de marzo de 2015

Circular Occidental de Sierra Nevada. Carihuela al Caballo

Ruta realizada el día 5 de Julio del año 2.014

Fuimos Miguel, Patxi, Juan José y yo, Antonio

Llegamos a Pradollano, a los apartamentos Bulgaria, la noche anterior, procedentes de Sevilla.

Al amanecer del día siguiente desayunamos rápido y cogimos el coche hacia el Albergue Universitario situado en la Hoya de la Mora, dónde teníamos reservado plaza en el microbús que nos subiría a las Posiciones del Veleta. Todo un lujo poderte quitar esa cansina cuesta que, en repetidas ocasiones anteriores, hemos tenido que subir.

Con mochilas en el maletero del microbús y botas de montaña en los pies, nos traslada de forma rápida, cómoda y sin esfuerzo físico a las Posiciones, donde nos abandonan a nuestra suerte.

Ahora con mochilas a la espalda, iniciamos nuestro itinerario, en primer lugar, asomándonos a la entrada del Veredón Superior, completamente colmatado de nieve y sólo practicable con crampones y piolet, aunque yo, creo que no me metería ni con ellos. Esperaré a que se derrita por completo la nieve y más adelante realizaré alguna cosilla por esa zona.


Regresamos a la carretera, caminando por ella en ligero ascenso, abandonándola por un carril de tierra que nos llevó al collado de la Carihuela. Tras observar el inmenso nevero que taponaba el carril, situado en la zona de los Vasares del Veleta, continuamos con nuestra ruta.



Tenía muchas ganas de realizar esta travesía; primero por conocer la zona, para mí totalmente desconocida, pues sólo conocía el Caballo pero se encontraba justo en el final de la cordal; segundo, porque en este trayecto se encuentran un alto número de tresmiles que engrosarían mi cuenta particular, para el apartado específico de mi blog.

Desde el collado nos dirigimos, ciñéndonos escrupulosamente a la arista, a los Tajos de la Virgen, recorrido en el que yo me salté el Puntal de Loma Púa, por haberlo realizado anteriormente, y me lancé directamente a los Tajos de la Virgen Oriental con sus 3.213m de altitud. El primero de la jornada. Me autorretraté mientras esperaba a los demás, fotografiándonos ya con todos los fondos posibles cuando nos reagrupamos.


El caminar por la propia arista tiene el inconveniente de ir por grandes rocas que, a veces, te hacen redirigir el avance, aparte de ser el lugar más expuesto aunque, también, el más gratificante.


Vistas amplias a ambos lados de las dos vertientes. La laguna de las Yeguas la teníamos a vista de pájaro, así como los lagunillos de la Virgen entre otras zonas de interés.

Seguimos avanzando y le tocó el turno a Los Tajos de la Virgen Central o Púa Oeste, con sus 3.226m de altitud, segundo que caía en el bote. Fotos a discreción.


Continuamos por esa áspera cordal, que cada vez contenía bloques mayores que había que sortear, con verticales considerables y algo de patio, aunque siempre con opciones claras de avance.


Llegamos a un punto intermedio, entre el pico anterior conquistado y los Tajos de la Virgen propiamente dicho, con una cota de 3.179m según IGN, de verticales a ambos lados y de ubicación espectacular.

Las vistas desde aquí, espectaculares, sin palabras. La cordal a realizar se veía longitudinalmente, con el Caballo al fondo como final del sendero y, en ningún momento, se apreciaba tregua en el recorrido a realizar. También teníamos las vistas de la cordal paralela, con el Loma del Cañar a lo lejos, aunque eso sería para otra empresa futura.

La verdad es que nos deleitamos con este bello rincón aunque, unos más que otros.







Pronto nos encontramos sobre los Tajos de la Virgen, con sus 3.239m de altitud, tercero conseguido¡!


Disponía de un hito formado por un cúmulo de piedras de forma cónica y otra piedra más plana, grande y redondeada, con el nombre del pico y su altitud escrito con pintura blanca.

Aquí también nos detuvimos un rato gozando del momento, aunque no por mucho tiempo ya que el proyecto era bien largo.

El siguiente que nos tocaba era el de los Tajos de la Virgen SW. Bajamos, siempre entre bloques y, justamente antes de alcanzarlo, nos encontramos con una enorme mole pétrea que el IGN marca con 3.196m de altitud. Por supuesto fotos atestiguadoras.


Enseguida me vi encima de los Tajos de la Virgen SW aunque, en esta ocasión, fui el único que subió. Mis compañeros pasaron de largo por el lateral, estaban hartos de “piquitos”, pero yo lo pisé y conseguí el cuarto tresmil de mi listado personal, con sus 3.206m de altitud.


Nos movíamos por encima de los Tajos del Nevero y el siguiente que entraba en escena era el Fraile de Capileira. Aunque yo llevaba prevista la posibilidad de bajar hacia un tresmil no demasiado conocido ni llamativo (ya que se trataba de un 3.074m de altitud), llamado el Cerro del Nevero, mis compañeros no se querían entretener en “simplicidades” y, además, no vimos en ningún momento formas claras de bajar, así que me quedé con las ganas y, lo peor es que, no veía la forma de intentarlo en futuras excursiones. Un pico aislado y de difícil acceso. Bueno, para adelante, que casi no habíamos empezado.

Continuamos por la cordal y tuvimos que destrepar algo para acceder a la arista, una loma de tonalidades claras y que, por algunos metros, se mostró algo más llana y sin grandes piedras, aunque duró poco.

Enseguida vimos nuestro siguiente y característico objetivo al que llegamos sorteando, de nuevo, piedras pero siguiendo un tenue sendero que nos llevó a su propia base.

Este tresmil, el del Fraile de Capileira, es una colosal piedra que se yergue esbelta y con una forma especial que, desde ciertos ángulos, da la apariencia de un fraile. Es imposible de trepar (sólo con técnicas de escalada, supongo), por lo que lo di como conseguido. Así que el quinto tresmil del día, con sus 3.186m de altitud, a mi bolsillo.






Recuerdo estar mirando alguna posibilidad, por esta zona, para bajar al cerro del Nevero como una última oportunidad pero que, con las prisas, tampoco conseguí.

Proseguimos por la arista hacia el siguiente pico. Era la zona más caótica en cuanto al itinerario a seguir entre los grandes bloques. Zona muy abrupta donde, el caminar, era complicado y, el avance, algo lento.

Se aprovechaban pequeñas y estrechas cornisas que nos hicieron bajar algo de cota y sacarnos literalmente de la divisoria, ya que era imposible caminar por ella, pero que rápidamente subsanamos, aprovechando una clara canal que tomamos y nos sacó de nuevo a la arista. En este caso bastante aérea y espectacular.







Se trataba de un pequeño canal flanqueado a ambos lados por dos paredones estrechos, coronados por piedras horizontales, donde se podía permanecer en pie, siempre y cuando no se tuviese vértigo, y desde el que se contemplaba perfectamente toda la cordal realizada y la que nos quedaba por delante.

Se trataba de un recorrido muy montañero, que te llevaba con una constante tensión pero que te hacía disfrutar cada paso.


A continuación, nos vimos sobre nuestro siguiente tresmil, Los Tajos del Nevero Oriental con sus 3.198m de altitud; el sexto a completar mi listado de elevaciones por encima de los tres mil metros en la Sierra Nevada. Fotos en ambas direcciones de la cordal y para adelante.




Para continuar hacia el siguiente, se interponía en nuestro camino una caída que tuvimos que sortear por su derecha y que era ocupada por un gran nevero que sirvió a Miguel de juguete y diversión, y que atrajo a otros a seguirle.
Tras las fotos sobre esa base inestable y vertiginosa, continuamos hasta que subimos sobre el siguiente tresmil. En esta ocasión le tocó el turno a los Tajos del Nevero Central o pico Elorrieta, con sus 3.193m de altitud, séptimo para la colección.






Desde esta elevación se obtenían amplias vistas en los dos sentidos de la cordal y, por supuesto, del resto del entorno. El Veleta, mirando hacia atrás, se erguía majestuoso sobre el resto de elevaciones y, en el sentido de la marcha, se observaba un pluviómetro y una chimenea del maltrecho refugio de Elorrieta.

Todas estas paredes, por su cara Sur, eran verticales y cortadas casi a pico, en diferentes puntos, donde aún se conservaban algunos neveros con palas muy inclinadas y de difícil acceso.



A medida que nos íbamos acercando al refugio, se nos abría una enorme extensión de terreno donde, a su fondo, se divisaba la laguna de Lanjarón y todo el resto de cordal que intentaríamos recorrer.


En los alrededores de la deteriorada edificación, nos sentamos para comer y reponer fuerzas. Junto a nosotros, había algunos otros grupos, también comiendo o simplemente descansando, que también estaban realizando rutas por la zona.

Al rato, me dediqué a recorrer y bichear las dependencias de este refugio de forma semicilíndrica. Aún permanecía nieve en su interior, casi hielo. Se observaba el suelo enlosado con las típicas baldosas hidráulicas de muchas viviendas de hace algunos años y la zona de la cocina también conservaba el recubrimiento de azulejos.





Realmente se podría dividir la cordal que estábamos realizando, en dos partes:

Posiciones – Elorrieta

Elorrieta – Caballo

La primera, la terminamos en ese momento y, ahora, iniciaríamos esta segunda parte.

Salimos del refugio por la Cuerda de la Dehesa, con unas vistas magníficas sobre la laguna de Lanjarón y todo su valle, longitudinalmente.


Avanzamos por un terreno cómodo de caminar, los grandes bloques pétreos parecen que “pasaron a la historia”. Ahora el firme era más terroso, salpicado siempre por numerosas lascas de piedras, pero que no te interrumpían el camino.


Alcanzamos un primer promontorio, señalado en el IGN con cota de 3.010m y previo al siguiente tresmil que coronaríamos, y aún se mantenía esbelto y majestuoso, el Veleta, a nuestras espaldas.

Teníamos frente a nosotros la falda que nos subiría a nuestro siguiente objetivo, hacia el que avanzábamos distraídos con un grupo de machos monteses, con sus enormes cornamentas, situados por los farallones de la cara Norte de esta Cuerda.

En poco tiempo alcanzamos nuestro siguiente tresmil, el Tozal del Cartujo Oriental, con sus 3.113m de altitud, octavo coronado. Fotos, y a continuar que esto es largo.



Continuamos por la propia cuerda, llegamos a la cota de 3.095m según IGN y, a continuación, subimos a la cota máxima de esta cordal.

Conseguido el Tozal del Cartujo con sus 3.152m de altitud. Mi noveno tresmil, al saco. Fotos y a continuar pateando.


La bajada del Tozal fue de nuevo por bloques mayores, aunque se trató de un corto tramo y, rápidamente, conectamos con terreno cómodo. Tras esta bajada, nos tocó de nuevo subir hacia la siguiente elevación.

Parecía una carrera de sube y baja, una sucesión de picos. De uno a otro, realmente te costaba trabajo retener las impresiones de cada uno de ellos, no te daba tiempo a digerirlas. Cuando te encontrabas en uno, te marchabas a lo alto del siguiente.

El siguiente que pisamos, siempre con los máximos respetos, fue El pico de la Laguna de Bolaños Norte o Tajos Altos Oriental, con sus 3.113m de altitud. Mi décimo tresmil.






Un pico espectacular, con una cara Este abrupta y salvaje. Un auténtico mirador natural de toda la cordal recorrida, situados encima del Panderón de Peñón Colorado.

Rápidamente nos subimos al siguiente, Los Tajos Altos Central o Pico de la Laguna de Bolaños Sur, con sus 3.113m de altitud, idénticos al anterior. Undécimo conseguido.

Si el anterior era un mirador de primera, éste era superior. Aún más espectacular y agreste, situado encima de los Tajos de Peñón Colorado. Una situación envidiable.

Se divisaban los restos del abandonado refugio de Peñón Colorado y varias lagunas, desde lo alto, junto con el espectacular valle del río Lanjarón.

Estuvimos algún tiempo más en esta cumbre, fotografiándonos en esos salientes vertiginosos que poseía.





El tiempo apremiaba y había que seguir. Volvimos a ver machos monteses y, frente a nosotros, sobresalían, de manera espectacular, la laguna de los Puertos o Cuadrada y el cerro del Caballo, cerrando la cordal.



No era un terreno complejo. Se caminaba cómodo aunque, siempre, con una pequeña inclinación lateral ya que, la vertiente Norte, se trataba de una enorme superficie inclinada, la ladera en cuya base discurría el río Dúrcal, limitado en su otra orilla por los Tajos de Peña Madura.

Sin embargo, la cara Sur era vertical y abrupta, sólo viable en algunos contados puntos. A veces íbamos por la propia vertiente y, en ocasiones, nos introducíamos algo más adentro, separados de la línea de la cordal. Terreno rocoso, sin interferir demasiado en nuestro avance.


Sólo me quedaba por apuntarme una última elevación, antes de coronar el Caballo, que ya realicé otro día. La verdad es que no pensaba subirlo de nuevo. Mi intención era la de bajar directamente a su laguna pero, al final, eso no ocurrió y nos vimos todo el grupo en su cumbre.

En el camino hacia Tajos Altos, nos encontramos varios neveros que todavía aguantaban. Uno lo cruzamos y otro, el “cabra” del grupo, lo subió del tirón por puro entretenimiento.



En poco tiempo conseguimos nuestro siguiente tresmil, los Tajos Altos, con sus 3.003m de altitud. Duodécimo pico conquistado y último para mi listado, ya que el Caballo ya lo tenía apuntado de una anterior ruta.




Lugar salvaje, escarpado, arriscado y bastante infranqueable.

Continuamos con nuestra marcha por la propia arista de los Tajos Altos, sobre el Tajo del Ciervo, hacia El Caballo que, aunque siempre visible, parecía que no se llegaba.

Por fin, fuimos descubriendo su laguna en la base. Eso nos fue animando aunque, todavía, nos quedaba superar la zona de la Cuerda Media, paredones que caían con gran inclinación sobre la laguna Bolaños y Nájera.



Superado esta parte de la cordal, llegamos al collado de bajada a la laguna del Caballo justamente donde Juan José y yo pretendíamos bajar pero, al pasar los otros dos compañeros, muy convencidos de cerrar la cordal como “Dios manda”, subiendo al Caballo…… ¿qué le íbamos a decir?.... Que parriba, al último tresmil de la jornada.


Para allá que subimos por esa castigadora, cuesta de acceso al poste geodésico del cerro del Caballo, con sus 3.011m de altitud, cerrando esta espléndida jornada de tresmiles de Sierra Nevada.

Las vistas desde el Caballo (no me cansaré de ellas) son descomunales. En sus laderas había un rebaño de machos monteses tomando plácidamente el sol. Fotos y para abajo, a su laguna. Invertimos el sentido de marcha y llegamos hasta el anterior collado, bajamos hacia la laguna y su refugio, situado al lado, bordeándola por su cara Norte para tomar el senderillo de vuelta porque, ahora, tocaba regresar.





Este sendero, situado entre la cordal realizada y el río Lanjarón, recorría la ladera a una cota intermedia con un trazado montañero perfectamente marcado.

Prácticamente en su comienzo, nos obligó a atravesar un inclinado nevero con una nieve blanda que nos brindaba buenos agarres. Pasamos a cierta altura sobre la laguna Nájera y por debajo de los tajos verticales donde, a cierta altura, se encuentra enclavada la laguna Bolaños, que nos quedó a una cota superior.





Pasamos entre la Peñas Coloradas y bajo los sorprendentes Tajos del Ciervo. En ocasiones el sendero era una repisa pegada a los paredones verticales; en otras, un perfecto sendero sobre unas laderas con grandes inclinaciones laterales. En ningún momento perdió enteros la ruta. Las aristas por las que fuimos caminando a la ida nos produjeron unas fuertes sensaciones que, en ningún momento, perdimos en el regreso al ir sobre este sendero tan montañero y con vistas espectaculares.

Tuvimos que cruzar alguna pala de nieve de neveros que cubrían el recorrido antes de alcanzar la laguna Cuadrada, preciosa laguna ubicada bajo los riscos de los Tajos Altos. Todo el curso del río Lajarón lo teníamos a nuestra derecha, enclavado en el fondo del valle, donde terminaba toda la ladera de la otra inmensa cordal de la Loma del Cañar, opuesta a la nuestra.



El sendero se ceñía como un guante al contorno de la ladera por la que caminábamos. Había un paso clave, el de la cadena, que tuvimos que sortear en la zona de los ásperos Tajos de Peñón Colorado. Se trataba de una canal que, prácticamente, bajaba de la propia cordal o vertiente y llegaba hasta el propio curso fluvial. Además estaba húmeda, ya que corría por ella un tenue hilillo de agua. Estaba provista de una cadena, a modo de pasamanos, para quitar el miedo y ayudarte en el avance.

Aunque un resbalón en este punto sería muy peligroso, tampoco exigía una excesiva destreza superar este corto tramo.




Continuamos por esta variada y sorprendente vereda y, al paso bajo el Panderón de Peñón Colorado, nos llevamos una nueva sorpresa.


Parece ser que, por esa zona, suele haber un gran nevero que tapona completamente esta senda hasta cierta fecha. Lo cierto es que, cuando alcanzamos lo que quedaba de él, nos obligó a desviarnos para poderlo superar, pero el problema es que no nos concedía demasiadas opciones. En sentido de la marcha era imposible sin equipos correctos, así que sólo nos daba la oportunidad de bajar en dirección a la máxima pendiente de la ladera, que era muchísima y sobre el propio nevero.

Menos mal que había huella de otros que pasaron antes, ¿cómo lo hizo el primero???

Era tal la pendiente, que las huellas apenas te aguantaban y tendías a salir escupido. Menos mal que no era un tramo demasiado largo y nos ayudábamos colocando el culo para tener mayor rozamiento. 

Así y todo, alguno realizó algo de snowboard en ese tramo.


Tras el cruce del nevero, buscamos de nuevo la senda para continuar por ella. En ocasiones era casi un pequeño o bajo muro realizado con piedras.

Así alcanzamos otra laguna, preciosa y pequeña, de la que desconozco su nombre.


El tramo que recorríamos en esos momentos era espectacular, bajo paredones verticales y conduciéndonos entre un caos de rocas enormes, salvando diferentes neveros. La verdad es que tuvimos suerte del momento en que realizamos esta ruta.




Pronto alcanzamos una nueva lagunilla, en este caso bastante más pequeña y próxima al curso fluvial principal de este inmenso valle.

Sobre unas laderas tapizadas de verde, en el contacto de ambas aguas, nos sentamos para tomarnos lo último que quedaba de comer y afrontar la última subida de la ruta dirección, otra vez, hacia el refugio de Elorrieta.




Tras esa parada, tomamos el carril que, de forma clara y en continuo y largo ascenso, nos llevaría de nuevo a la edificación abandonada.



Dejamos el refugio a nuestra derecha. No nos acercamos y continuamos dirección Norte, hacia Pradollano. Pasamos por el Cascajar del Fraile de Capileira, siguiendo un sendero muy marcado y claro que iba recorriendo, de una forma óptima, todo el contorno del abrupto relieve por el que caminábamos. Pasamos junto, y por encima, de varios neveros imposibles de evitar. Siempre por la ladera Norte de la cordal que realizamos en primer lugar, bajo los Tajos de la Virgen.


Siempre con perfectas vistas sobre la laguna de las Yeguas, donde queríamos llegar, fuimos poco a poco avanzando sobre este espléndido sendero hasta que, por fin, llegamos y pisamos “tierra firme”.





Primero contactamos con las lagunillas de la Virgen y, más tarde, llegamos a la de las Yeguas.



Desde esta última, cogimos el carril de tierra que accede al collado que separa la elevación donde se ubica el Observatorio de la elevación situada al Este, como punta extrema de la ladera Oeste del Veleta.


Ya sólo nos quedó atravesar todas las pistas de esquís situadas en Borreguiles Altos, siempre en continuo descenso, conectando con el carril de tierra procedente de la Estación Radioastronómica, y enlazar con la carretera que sube a Posiciones.




Luego, siguiendo los senderos que atrochan a este deteriorado firme de asfalto, alcanzamos el Albergue Universitario.

DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:




Si quieres el track del itinerario, pincha sobre el siguiente enlace:

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