Ruta realizada el día 19 de Abril
del 2.014.
Fuimos Juan José y yo, Antonio,
los dos únicos que nos pudimos escapar ese día.
Llegamos al pueblo de Archidona, procedentes de Sevilla, por la
autovía de Málaga-Granada. Pasado el desvío que nos llevaría a la ciudad
costera, el siguiente pueblo sería el de
nuestro destino.
Entramos por sus calles y buscamos algunas de las más altas, la más al
Norte, donde dejamos el vehículo, concretamente en la calle que conectaba
literalmente con la ladera donde, en su
cumbre, se encontraba el Santuario de la Virgen de Gracia y, a mitad de ella,
la Ermita del Santo Cristo ¡! Y eso que
no habíamos entrado en ninguna iglesia ¡!
Con mochilas a la espalda y botas
de montaña en los pies, iniciamos esta
ruta que, en principio, teníamos
preparada y planeada, mediante varios tracks de apoyo, para realizar una
circular por su parte más representativa y llamativa, y a la que habíamos añadido un alargamiento para visitar los
cerros situados más al Norte cuyas laderas caerían sobre el Puerto del Rey,
pero el día nos recibió con una niebla espesa y densa que nos cambió por
completo nuestros objetivos iniciales.
Salimos de la calle y pronto
conectamos con un carril de tierra que nos indicaba, mediante carteles
informativos, “Ruta circular Cueva de las Grajas”. Se trataba de un camino que
iba bordeando toda la ladera de la Sierra de Archidona pero, pronto, lo
abandonamos campo a través con dirección a la peña más representativa y que más
se divisa desde la autovía cuando se pasa junto a Archidona.
Subiendo por la ladera nos
encontramos con un pastor que cuidaba de sus cabras y ovejas y, entablando
conversación, nos comentó que él era el dueño de estas Sierras, que de joven
había subido a la peña que nos proponíamos encumbrar e incluso nos dijo algunos
puntos de subida. La verdad es que, eso y nada, era lo mismo. Allí no se veía
ni torta!!
Aprovechamos un sendero marcado,
por donde bajaban las ovejas más rezagadas, para subir a otro nivel, como una
pequeña plataforma algo inclinada. A partir de aquí intuíamos que nos
encontrábamos por el borde de este peñón, por su cara Oriental. Insisto, no se
veía nada, así que, sin vértigo pero con cierto mosqueo, comenzamos a trepar por
entre grades bloques calizos que, aunque bastante verticales, se podían ir superando con precaución pero
sin tener una visión clara de lo que nos quedaba ni qué obstáculos nos podíamos
encontrar más arriba. Decidimos bajar y continuar con esta excursión a ciegas
esperando que levantase la niebla y pudiéramos gozar algo más de ella.
Regresamos al lugar donde nos
encontramos con el cabrero y continuamos dirección Norte hasta que nos tocó
subir, en severa pendiente, hasta alcanzar la Cueva de Las Grajas, espectacular
boquete o abrigo que tiene esa sierra en la ladera Este del peñón no conseguido.
Era como un bocado a la ladera.
El cobijo era muy alto y estaba continuamente visitado por las grajas, con su
sonido estridente pero a la vez llamativo, entrando a sus nidos y saliendo de
ellos, constantemente en movimiento y muy dinámicos en sus vuelos. Fue un
descubrimiento espectacular.
Para acceder a la cueva había que
pasar una alambrada alta con una cancela que estaba abierta. En su interior
había un grupo de chavales escaladores y, en el rato que nos llevamos allí, estuvimos
observando sus depuradas técnicas. La roca estaba húmeda y, al acercarnos a
ella, vimos que sus paredes estaban completamente equipadas con diferentes vías
de escalada y con todas las chapas e incluso, al mirar hacia arriba, nos dimos
cuenta de la multitud de reuniones y cintas
express que colgaban. Entre la niebla y la luz que entraba en ella, el
canto de los grajos y la humedad reinante le daban un toque misterioso a este entorno.
Salimos de la cavidad y de nuevo
campo a través la mayoría del recorrido, y también en fuerte pendiente,
llegamos al collado que separaba el peñón del siguiente, situado algo más al
Norte. Allí, curiosamente, nos volvimos a encontrar con el pastor con el que
tuvimos, de nuevo, una larga conversación. Una persona muy amable que en ningún
momento nos puso ningún inconveniente a explorar esta sierra.
Continuamos recorriendo la cordal
pero, haciendo caso de las nuevas indicaciones que nos dijo el pastor, bajamos
por la ladera Oriental para volver a subir a la cordal. Había zonas que no se
podían flanquear de otro modo por lo escarpado del terreno.
La recorrimos hasta alcanzar su
máxima elevación, la cota de 1.024m de altitud, y desde este punto comenzamos a
cerrar la circular. Traíamos dibujada, directamente sobre el mapa, la ampliación
que comenté al principio pero, como las condiciones meteorológicas no eran las
más adecuadas, desistimos de esa idea.
Bajamos de la mayor cota del día
junto a unos campos cultivados de olivos. Conectamos con un carril, de forma
efímera, pasando junto a un pequeño cortijo y, de nuevo, nos dispusimos a subir
a otra elevación, donde nos paramos a picar algo.
En estos momentos la niebla se
levantó unas decenas de metros con lo que, por fin, pudimos comenzar a ver el
entorno por el que nos movíamos de forma más general aunque las cotas
superiores seguían cubiertas por ella. Ya fue cuestión de tiempo que toda la
sierra quedara despejada aunque, el día, siempre se mantuvo gris y nublado.
Prácticamente situados sobre el
punto más Oriental de nuestro trazado, sobre la elevación de 975m de altitud,
tuvimos nuestra primera imagen clara de los dos peñones del principio del
recorrido. Nos movíamos por el límite de lo humanizado y lo salvaje o natural.
Los campos de olivos, principalmente, nos acompañaron de cerca un tramo de este
recorrido.
Las vistas del Santuario de la
Virgen de Gracia, en lo alto de nuestro último pico por pisar en el itinerario
que pensábamos realizar, eran francamente llamativas con esa muralla a mitad de
la ladera protegiéndolo.
Proseguimos unas veces por
terrenos cómodos de caminar y otros no tanto, por senderos difusos y otros
claros, hasta que, por fin, nos situamos frente al poste geodésico del pico
Conjuro con sus 1.014m de altitud.
Desde aquí las vistas de
Archidona se dividían en dos partes claramente diferenciadas, su polígono
industrial y la urbe propiamente dicha, donde llamaba poderosísimamente la
atención su plaza Ochavada que, según dicen ellos, “es la única existente en
España”, al igual que dicen los de un pueblecito de Zaragoza, donde existe otra
similar, je, je..
Allí comimos gozando de esas
bellas vistas y de todas las sierras de alrededor, exploramos algo la zona y,
enseguida, continuamos hacia nuestra última elevación por un sendero bien
marcado.
Bajamos hasta el collado que
separaba el Conjuro del que porta el Santuario y las murallas. Prácticamente,
rozamos literalmente la carretera que sube desde Archidona al Santuario pasando
previamente por la Ermita. Allí había un cartel que nos informaba sobre el
nombre de las puertas de la muralla, concretamente la Puerta del Sol, y porque
no?? La podíamos visitar.
Por un estrecho carril subimos
directamente a las murallas. No teníamos claro si la puerta la encontraríamos
cerrada o abierta, pero había que comprobarlo. Tuvimos la suerte de que existía
paso.
Nos entretuvimos bastante
bicheando todos sus rincones. Podríamos habernos acercado directamente al
Santuario pero nos llamó poderosísimamente la atención la coronación del resto
de la muralla que nos invitaba a recorrerla como si de una escalera se tratase.
Ésta nos llevó a lo que, supongo yo, serían los restos auténticos del castillo
que tuvo que estar aquí custodiando todo el valle.
Lo subimos, no por el mejor
sitio, y terminamos en lo más alto de este monte, donde había unas antenas que
afeaban su cumbre. No nos quedamos mucho tiempo por dos razones, la primera,
porque había cámaras y no era cuestión de que alguien nos llamase la atención,
y segunda, porque esos “bichos” lanzan muchas radiaciones.
Bajamos por otro sendero marcado
que nos dejó a las puertas del Santuario y sobre la carretera, pero estuvimos
comentando la posibilidad de subir de nuevo al primer peñón ahora que la visión
era perfecta. No lo pensamos mucho y llegamos al collado anterior, el del
cartel informativo, y por las lindes de los campos de labor, caminamos hasta
conectar con el carril de tierra que divide en dos partes esta sierra, la parte
Noroeste y la Sureste.
Anduvimos un tramo hasta que
localizamos un posible acceso al collado al que llegamos esta mañana tras salir
de la Cueva de las Grajas. Entre rocas nos fuimos abriendo camino hasta
situarnos sobre él.
Intentamos, por los dos lados de
la ladera, iniciar la subida al inmenso peñón pero, desde este lado, su parte
Norte, pienso que es imposible a no ser que se acometa con técnicas de escalada
y creo, ya que es un campo que no entiendo mucho, que sería de muchos grados.
Nos quedamos con las ganas de
encumbrarlo pero, a ninguno de los dos nos quedaban ganas de volver al extremo
por el que lo iniciamos con niebla esta mañana, su parte Sur. Para contentarnos
subimos al segundo peñón, de menor entidad pero también bastante escarpado, desde
el que se tenía una imponente vista del primero y de todo nuestro alrededor.
Tras las fotos de rigor, bajamos
de nuevo hacia la Cueva donde seguían escalando y, desde allí, nos dirigimos
directamente al camino que recorría la sierra circularmente.
Desde allí, ya sólo nos quedó
dirigirnos hacia nuestro coche encontrándonos, de nuevo en el recorrido, con
nuestro conocido pastor que se encontraba a una cota superior a la nuestra,
aproximadamente en el mismo sitio que lo vimos por primera vez.
Ya en el coche, tras cambio de
botas, “deuntirón” para Sevilla y a tomarnos unas tapas con unas cervezas
reponedoras.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
Los dos hundimientos del perfil del track, son debidos a que por dos ocasiones se me apagó mi GPS y aunque le pedí a mi compañero, su track, al unir esos trozos en el mapa, en el perfil salieron así.
Si quieres el track de la ruta, pincha en el siguiente enlace:
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Hola, dime tu comentario o mensaje e intentaré responderte lo antes posible, gracias