martes, 2 de diciembre de 2014

Circular extraña por la Sierra de Archidona o Sierra de Gracia

Ruta realizada el día 19 de Abril del 2.014.

Fuimos Juan José y yo, Antonio, los dos únicos que nos pudimos escapar ese día.

Llegamos al pueblo  de Archidona, procedentes de Sevilla, por la autovía de Málaga-Granada. Pasado el desvío que nos llevaría a la ciudad costera,  el siguiente pueblo sería el de nuestro destino.

Entramos por sus calles y  buscamos algunas de las más altas, la más al Norte, donde dejamos el vehículo, concretamente en la calle que conectaba literalmente con la ladera donde, en  su cumbre, se encontraba el Santuario de la Virgen de Gracia y, a mitad de ella, la Ermita del Santo Cristo  ¡! Y eso que no habíamos entrado en ninguna iglesia ¡!


Con mochilas a la espalda y botas de montaña en los pies, iniciamos esta  ruta  que, en principio, teníamos preparada y planeada, mediante varios tracks de apoyo, para realizar una circular por su parte más representativa y llamativa, y a la que habíamos  añadido un alargamiento para visitar los cerros situados más al Norte cuyas laderas caerían sobre el Puerto del Rey, pero el día nos recibió con una niebla espesa y densa que nos cambió por completo nuestros objetivos iniciales.

Salimos de la calle y pronto conectamos con un carril de tierra que nos indicaba, mediante carteles informativos, “Ruta circular Cueva de las Grajas”. Se trataba de un camino que iba bordeando toda la ladera de la Sierra de Archidona pero, pronto, lo abandonamos campo a través con dirección a la peña más representativa y que más se divisa desde la autovía cuando se pasa junto a Archidona.


Subiendo por la ladera nos encontramos con un pastor que cuidaba de sus cabras y ovejas y, entablando conversación, nos comentó que él era el dueño de estas Sierras, que de joven había subido a la peña que nos proponíamos encumbrar e incluso nos dijo algunos puntos de subida. La verdad es que, eso y nada, era lo mismo. Allí no se veía ni torta!!





Aprovechamos un sendero marcado, por donde bajaban las ovejas más rezagadas, para subir a otro nivel, como una pequeña plataforma algo inclinada. A partir de aquí intuíamos que nos encontrábamos por el borde de este peñón, por su cara Oriental. Insisto, no se veía nada, así que, sin vértigo pero con cierto mosqueo, comenzamos a trepar por entre grades bloques calizos que, aunque bastante verticales,  se podían ir superando con precaución pero sin tener una visión clara de lo que nos quedaba ni qué obstáculos nos podíamos encontrar más arriba. Decidimos bajar y continuar con esta excursión a ciegas esperando que levantase la niebla y pudiéramos gozar algo más de ella.




Regresamos al lugar donde nos encontramos con el cabrero y continuamos dirección Norte hasta que nos tocó subir, en severa pendiente, hasta alcanzar la Cueva de Las Grajas, espectacular boquete o abrigo que tiene esa sierra en la ladera Este del peñón no conseguido.



Era como un bocado a la ladera. El cobijo era muy alto y estaba continuamente visitado por las grajas, con su sonido estridente pero a la vez llamativo, entrando a sus nidos y saliendo de ellos, constantemente en movimiento y muy dinámicos en sus vuelos. Fue un descubrimiento espectacular.


Para acceder a la cueva había que pasar una alambrada alta con una cancela que estaba abierta. En su interior había un grupo de chavales escaladores y, en el rato que nos llevamos allí, estuvimos observando sus depuradas técnicas. La roca estaba húmeda y, al acercarnos a ella, vimos que sus paredes estaban completamente equipadas con diferentes vías de escalada y con todas las chapas e incluso, al mirar hacia arriba, nos dimos cuenta de la multitud de reuniones y cintas  express que colgaban. Entre la niebla y la luz que entraba en ella, el canto de los grajos y la humedad reinante le daban un toque misterioso  a este entorno.







Salimos de la cavidad y de nuevo campo a través la mayoría del recorrido, y también en fuerte pendiente, llegamos al collado que separaba el peñón del siguiente, situado algo más al Norte. Allí, curiosamente, nos volvimos a encontrar con el pastor con el que tuvimos, de nuevo, una larga conversación. Una persona muy amable que en ningún momento nos puso ningún inconveniente a explorar esta sierra.




Continuamos recorriendo la cordal pero, haciendo caso de las nuevas indicaciones que nos dijo el pastor, bajamos por la ladera Oriental para volver a subir a la cordal. Había zonas que no se podían flanquear de otro modo por lo escarpado del terreno.


La recorrimos hasta alcanzar su máxima elevación, la cota de 1.024m de altitud, y desde este punto comenzamos a cerrar la circular. Traíamos dibujada, directamente sobre el mapa, la ampliación que comenté al principio pero, como las condiciones meteorológicas no eran las más adecuadas, desistimos de esa idea.



Bajamos de la mayor cota del día junto a unos campos cultivados de olivos. Conectamos con un carril, de forma efímera, pasando junto a un pequeño cortijo y, de nuevo, nos dispusimos a subir a otra elevación, donde nos paramos a picar algo.


En estos momentos la niebla se levantó unas decenas de metros con lo que, por fin, pudimos comenzar a ver el entorno por el que nos movíamos de forma más general aunque las cotas superiores seguían cubiertas por ella. Ya fue cuestión de tiempo que toda la sierra quedara despejada aunque, el día, siempre se mantuvo gris y nublado.

Prácticamente situados sobre el punto más Oriental de nuestro trazado, sobre la elevación de 975m de altitud, tuvimos nuestra primera imagen clara de los dos peñones del principio del recorrido. Nos movíamos por el límite de lo humanizado y lo salvaje o natural. Los campos de olivos, principalmente, nos acompañaron de cerca un tramo de este recorrido.


Las vistas del Santuario de la Virgen de Gracia, en lo alto de nuestro último pico por pisar en el itinerario que pensábamos realizar, eran francamente llamativas con esa muralla a mitad de la ladera protegiéndolo.


Proseguimos unas veces por terrenos cómodos de caminar y otros no tanto, por senderos difusos y otros claros, hasta que, por fin, nos situamos frente al poste geodésico del pico Conjuro con sus 1.014m de altitud.








Desde aquí las vistas de Archidona se dividían en dos partes claramente diferenciadas, su polígono industrial y la urbe propiamente dicha, donde llamaba poderosísimamente la atención su plaza Ochavada que, según dicen ellos, “es la única existente en España”, al igual que dicen los de un pueblecito de Zaragoza, donde existe otra similar, je, je..




Allí comimos gozando de esas bellas vistas y de todas las sierras de alrededor, exploramos algo la zona y, enseguida, continuamos hacia nuestra última elevación por un sendero bien marcado.

Bajamos hasta el collado que separaba el Conjuro del que porta el Santuario y las murallas. Prácticamente, rozamos literalmente la carretera que sube desde Archidona al Santuario pasando previamente por la Ermita. Allí había un cartel que nos informaba sobre el nombre de las puertas de la muralla, concretamente la Puerta del Sol, y porque no?? La podíamos visitar.




Por un estrecho carril subimos directamente a las murallas. No teníamos claro si la puerta la encontraríamos cerrada o abierta, pero había que comprobarlo. Tuvimos la suerte de que existía paso.




Nos entretuvimos bastante bicheando todos sus rincones. Podríamos habernos acercado directamente al Santuario pero nos llamó poderosísimamente la atención la coronación del resto de la muralla que nos invitaba a recorrerla como si de una escalera se tratase. Ésta nos llevó a lo que, supongo yo, serían los restos auténticos del castillo que tuvo que estar aquí custodiando todo el valle.






Lo subimos, no por el mejor sitio, y terminamos en lo más alto de este monte, donde había unas antenas que afeaban su cumbre. No nos quedamos mucho tiempo por dos razones, la primera, porque había cámaras y no era cuestión de que alguien nos llamase la atención, y segunda, porque esos “bichos” lanzan muchas radiaciones.


Bajamos por otro sendero marcado que nos dejó a las puertas del Santuario y sobre la carretera, pero estuvimos comentando la posibilidad de subir de nuevo al primer peñón ahora que la visión era perfecta. No lo pensamos mucho y llegamos al collado anterior, el del cartel informativo, y por las lindes de los campos de labor, caminamos hasta conectar con el carril de tierra que divide en dos partes esta sierra, la parte Noroeste y la Sureste.




Anduvimos un tramo hasta que localizamos un posible acceso al collado al que llegamos esta mañana tras salir de la Cueva de las Grajas. Entre rocas nos fuimos abriendo camino hasta situarnos sobre él.

Intentamos, por los dos lados de la ladera, iniciar la subida al inmenso peñón pero, desde este lado, su parte Norte, pienso que es imposible a no ser que se acometa con técnicas de escalada y creo, ya que es un campo que no entiendo mucho, que sería de muchos grados.

Nos quedamos con las ganas de encumbrarlo pero, a ninguno de los dos nos quedaban ganas de volver al extremo por el que lo iniciamos con niebla esta mañana, su parte Sur. Para contentarnos subimos al segundo peñón, de menor entidad pero también bastante escarpado, desde el que se tenía una imponente vista del primero y de todo nuestro alrededor.





Tras las fotos de rigor, bajamos de nuevo hacia la Cueva donde seguían escalando y, desde allí, nos dirigimos directamente al camino que recorría la sierra circularmente.




Desde allí, ya sólo nos quedó dirigirnos hacia nuestro coche encontrándonos, de nuevo en el recorrido, con nuestro conocido pastor que se encontraba a una cota superior a la nuestra, aproximadamente en el mismo sitio que lo vimos por primera vez.



Ya en el coche, tras cambio de botas, “deuntirón” para Sevilla y a tomarnos unas tapas con unas cervezas reponedoras.

DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:




Los dos hundimientos del perfil del track, son debidos a que por dos ocasiones se me apagó mi GPS y aunque le pedí a mi compañero, su track, al unir esos trozos en el mapa, en el perfil salieron así.

Si quieres el track de la ruta, pincha en el siguiente enlace:

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