lunes, 26 de septiembre de 2016

CIRCULAR POR LA SIERRA DEL CAMORRO DE CUEVAS ALTAS. CUEVAS DE SAN MARCOS. NORTE DE MÁLAGA

Ruta realizada el día 17 de Enero del 2015.

Fuimos Mª José y yo, Antonio, a descubrir una sierra que me llamó la atención cuando estudiaba sobre el IGN diferentes opciones de trazados para futuras empresas.

Suelo estudiar a la par con el IGN y Google Earth para descubrir nuevos proyectos a realizar y, éste, era uno de ellos. Además, me apetecía bastante realizarla por la cercanía del embalse de Iznájar que debía, cuanto menos, aplicar una dosis extra de belleza al trazado.

Para llegar al pueblo de Cuevas de San Marcos, donde se ubica la sierra del Camorro de Cuevas Altas por donde pretendíamos patear, tiramos como si fuésemos hacia la Subbética Cordobesa; esto es, Autovía de Málaga y, en Estepa, nos desviamos hacia Herrera, Puente Genil y Lucena. Antes, nos desviamos hacia Encinas Reales y, antes de llegar, hacia nuestro pueblo objetivo. Cruzamos todo el pueblo de Cuevas de San Marcos por la carretera que, de seguirla, nos llevaría hasta la presa y nos desviamos, por una dirección secundaria, al polideportivo, inmenso y nuevo, de la localidad. 

Aparcamos cerca de él, concretamente junto al Centro de interpretación “Senda de los Milenios”.


Con mochilas a la espalda y botas de montaña en los pies, en un día muy nublado y húmedo, iniciamos el proyecto de ruta que tenía confeccionado en tres posibilidades por si hubiese que retirarse antes de lo previsto. Suelo llevar diferentes posibilidades y diferentes opciones de salida, siempre que puedo y me lo permita el trazado.


Mi sorpresa fue cuando vi tanto cartel informativo. De querer bichear y escudriñar una nueva sierra natural buscando todos sus recovecos, me encuentro con un trazado oficial, acondicionado, artificial. 

De entrada no me gustó, pero ya estábamos allí y no había vuelta atrás.

Nada más empezar a subir unos escalones con barandillas, un poste nos indicaba la tira de sitios… yacimiento almohade, Cueva de Belda y el poblado de Medina Belda. Yo sólo conocía algo sobre la existencia de una cueva, pero parecía que había muchas cosas más.




Con algo de resignación, afronté los primeros metros del trazado pero, poco a poco, me fui animando porque, aunque siendo un recorrido muy guiado y demasiado acondicionado para mi gusto, el entorno era muy llamativo y las condiciones con la que lo cogimos, estupendas.

El sendero nos llevó entre un denso pinar subiendo por la ladera Norte de la Sierra. Pronto llegamos a la altura del cartel que anunciaba y describía brevemente la Cueva de Belda.




Su acceso estaba delimitado por un recio vallado y el sendero te llevaba a una puerta de entrada inexistente, sólo estaba el hueco. Nos introdujimos en su interior y, sólo al avanzar unos metros más, por culpa de la niebla reinante, vimos una gran escalera metálica que era la que verdaderamente te acercaba a la boca de la cueva.



La subimos con cuidado porque todo estaba mojado por la gran humedad existente. Además, algunos peldaños, que eran de rejillas, estaban hundidos y doblados, destrozados por personas desaprensivas, supongo. Había que fiarse de esa estructura ya que alcanzaba cierta altura.



Nos dejó en la boca y pasamos a su interior aprovechando los frontales que siempre llevo en mi mochila, material totalmente necesario con los compañeros que me junto para estas actividades. Rara es  la salida en que no nos los coloquemos.



Era una cavidad poco profunda con dos galerías paralelas comunicadas entre sí. La recorrimos completa y volvimos a salir para continuar con el itinerario. Continuamos por la misma ladera dirección Oeste; tramos con barandillas y un suelo algo enlosado alternaban con otros más naturales.




Daba la impresión de que se tratase de un sendero que, por falta de dinero o de otros intereses, se quedó a medio construir aunque, en otros tramos, también parecía como si estuviese deteriorado y no se hubiera realizado un mantenimiento adecuado.


Conectamos con un carril de tierra que subía directamente desde el centro de Interpretación y anduvimos una corta distancia que nos llevó a la Cueva Nueva, también indicada mediante carteles. Su acceso era más difícil, pues solo existían huecos para arrastrarse a su interior como si de espeleología estuviésemos hablando.

Allí se formaba un rellano con barandillas de madera, en forma de mirador, desde donde se contemplaba todo el pueblo de Cuevas de San Marcos, aunque algo difuminado por la niebla.






Continuamos por sendero perfectamente señalizado con algunas barandillas metálicas en diversos tramos hasta que llegamos a otra zona vallada. En esta ocasión era una puerta metálica cerrada con fax, pero con un enorme hueco en la valla colindante, por donde tuvimos acceso a una segunda escalera metálica para superar unas paredes verticales.




Recuerdo que, en su salida, realizamos el tramo de sendero más expuesto, ya que era bastante vertical, estaba embarrado y resbalaba, pudiendo tener unas consecuencias muy graves. Se veía, por los restos de gavillas clavados en el suelo, que antiguamente disponía de una especie de escalones de madera empleando esos hierros clavados para amarrar, a la vez de sostener, los troncos para formar dichos escalones, pero lo único que encontramos fueron los hierros que nos sirvieron de apoyos para progresar. Difícilmente, sin ellos, hubiéramos conseguido superar ese tramo vertical, en las condiciones que lo encontramos.

Alcanzamos por fin la cordal de esta Sierra. Como mandan los cánones, me acerqué a un risco rocoso, como extremo más Oeste de la misma, para, desde este punto, intentar recorrerla completamente. Sin quererlo, estábamos sobre el poblado de Medina Belda. Salvo un aljibe, que aguantaba algo más recio el paso del tiempo, las casas y otras dependencias eran casi un tenue dibujo sobre la superficie. Estuvimos escudriñando algo la zona pero decidimos continuar ya que desconocíamos el tiempo a emplear.






Avanzamos por la cordal, ahora en sentido Este, hasta que alcanzamos una cumbre intermedia, con una cruz metálica, donde aprovechamos para tomarnos unas naranjas. Se adivinaban, más que verse, algunos pequeños cortados rocosos, en nuestras proximidades, ocultos por la niebla que, poco a poco, se iba levantando. Se hizo de rogar, de hecho, estuve a punto de desistir de la ruta por culpa de ella.






Caminando por la cordal, nos encontramos con una zona caótica de rocas de difícil paso. El senderillo nos orientaba y, aunque ocasionaba algo de dudas el pasar entre ellas, nos llevó a un punto muy curioso: otra puerta metálica, pero… sólo la puerta. Todavía no me explico que es lo que cerraba!!! Ya decía yo que se trataba de un sendero algo artificial, je, je.., pasamos por su lado y continuamos bajando, junto a altos y lisos paredones, con bonitas vistas al embalse y al pueblo.





Como Mª José no es muy amante de las rocas, cordales y crestas, decidí bajar ligeramente de cota, siguiendo la senda, para dejar, durante un trayecto, la mismísima cordal. Aproximadamente unos 500 m. Un pecado capital para mí, pero… donde hay capitán, no manda marinero!!! así que durante este trayecto caminamos por la ladera Sur entre un pinar y con pendientes laterales fuertes.



Pasado ese tramo rocoso de cumbre, subimos por la ladera hasta alcanzar de nuevo la divisoria. Teníamos enfrente el pico más alto de esta sierra y la niebla, por fin, comenzó a disiparse. Vistas espectaculares, que no habíamos descubierto hasta ese momento, del entorno, del embalse y de la propia localidad.



Llegamos a un tendido eléctrico que atravesaba transversalmente la sierra y, acto seguido, comenzamos a ascender hasta el pico. Las vistas hacia atrás, todo lo que llevábamos recorrido, eran muy atrayentes. Algo de roquedo en su cumbre y llegamos a su poste geodésico. Cuevas Altas, respetuosa y convenientemente pisado por nuestras botas, con sus 906m de altitud. Otro para mi historial.














Desde aquí, disponía de track de salida por si resultaba cansada o complicada la ruta pero, la verdad es que, cada vez, iba siendo más llamativa y vistosa a la vez de entretenida, así que decidimos continuar con la circular prevista, de momento, buscando la de mayor longitud.

Las vistas, ya con un cielo azul despejado eran maravillosas. Incluso Sierra Nevada se percibía perfectamente completamente nevada. Vistas amplias prácticamente por todo el contorno.



Desde la cumbre observábamos el resto de trazado por la cordal que pretendíamos realizar. Era de relieve más suave que lo anterior pero con muy buena pinta así que, tras un muy buen rato en la cumbre gozando del magnífico espectáculo del que éramos partícipes, comenzamos a bajar la ladera. 




Terreno salpicado de piedras aisladas, que había que ir sorteando junto a de las infinidad de plantas de pequeño porte, aunque sin grandes problemas.

Como si hubiera surgido de la nada, se nos presentó un sendero ancho, casi carril deteriorado, pero que estaba claro que era de nueva construcción, con estacas de madera delimitando o marcando partes de interés. Se veía como de haber entrado una maquinaria pesada para realizar un primer y rudo camino y que nos vino estupendamente porque su trazado era muy parecido al que pretendíamos hacer.

Sin este hallazgo hubiese sido muy engorroso andar por esa zona, con tanta maleza y piedras. Lo utilizamos durante todo el trayecto, dirección Este, desde que dejamos el poste geodésico, alcanzando el último cerro de esta dirección (el situado más al Sureste de la Sierra de Cuevas Altas) y, allí, invertimos la dirección, tomándola Norte.

Tuvimos que bajar la ladera de este cerro sorteando una amplia y espesa superficie de encinas arbustivas o coscojas, muy tiesas y pinchosas, que logramos superar. Llegamos a su vaguada y comenzamos la subida de la última elevación que pretendíamos alcanzar, el cerro del Morrón.




Este cerro estaba rodeado por un vallado, donde localizamos una portilla, para acceder, pintada de amarillo. Cerro tapizado de piedras aisladas, donde lo que predominaba era la tierra, y que era el extremo más Noreste de la Sierra y último lugar que queríamos barrer en nuestro trazado.









Desde aquí decidimos volver cerrando la circular. Se trató de la zona más incómoda de caminar con muchísimas plantas de bajo porte, espartos y matagallos, entre otras, salpicadas por innumerables piedras ocultas bajo ellas, además de una parte muy tupida de retamas.




Pretendíamos alcanzar el Camino de los Matorrales que unía el pueblo con el cortijo de la Majada pero, para conectar con él, sufrimos un rato, además de tener que saltar el vallado por el que entramos por la portilla amarilla.

De haberlo sabido antes, hubiéramos tomado de nuevo la portilla y hubiésemos ido por el exterior desde un principio y, casi podría asegurar, que hubiese habido, al menos, un mínimo sendero.

Pero tras el tramo aventurero como Indiana Jones, conectamos. Tierra firme y sólida, sin sorpresas.

Sólo nos quedó seguirlo y, cuando dimos con la única bifurcación que nos encontramos, tomamos para la izquierda. Podríamos haber continuado por él hasta llegar al campo de deportes, pero preferimos realizar el último tramo de nuestro recorrido, de nuevo, por el bosque de pinos, siguiendo el claro sendero que nos llevó al coche y que, en parte, coincidió con el del comienzo de la ruta por la mañana.








 DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:




 Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace:




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