Ruta realizada el día 28 de Marzo
del 2015
Fuimos Juan José y yo, Antonio, a
retomar la cordal hacia el Puntal de la Raya, donde la dejamos en la ruta
anterior, concretamente en la siguiente entrada:
Íbamos algo temerosos y dubitativos, con el inicio de la misma, por
tratarse de una empinada trepada entre rocas calizas, así como, que su cara Oeste,
era completamente vertical y no sabíamos si era factible caminar por su
coronación.
Llegamos por el mismo camino que
cito en la entrada anterior y en el Puerto de las Viñas, donde dejamos el coche.
Con mochilas a la espalda y botas
de montaña en los pies, iniciamos nuestra particular aventura exploratoria.
La ida en este itinerario
coincidió con la vuelta del anterior nombrado. Por la bajada clásica hacia los
Llanos del Republicano, bajamos, hasta llegar a la portilla que tras abrirla
nos dejaba en esa inmensa planicie. Luego dirección hacia la boca de la sima
del Republicano, caminamos hasta que nos desviamos de la ruta clásica, que nos
conduciría hacia el Puerto del Correo.
Ahora dirección hacia el vallado
de las Merinas, que tuvimos que saltar, pasar junto al pozo y abrevadero de
piedra tallada y estar atentos para localizar el hito que nos mandaba por el marcado sendero hacia el cortijo de los pinsapos, en continua subida por un
magnífico sendero.
Una vez alcanzado el punto
intermedio entre ambas cordales, es decir, la que realizamos en la ruta
descrita en la entrada anterior y la II, la que pretendíamos realizar, nos
paramos un rato para decidir cómo abordarla.
Nos encontrábamos a cierta
distancia del cortijo, pero en esta ocasión, no nos interesaba aproximarnos
más, ya que el comienzo, por decirlo de alguna manera, iba a ser desde esta
ubicación.
Lo pensamos bastante. valorando
los pro y contras, subiendo por la mismísima falda caliza. Pero tomamos la
decisión, y para arriba que tiramos, por pura roca caliza y desnivel
considerable.
Entre grandes bloques calizos
fuimos ascendiendo y en poco tiempo teníamos unas muy buenas vistas aéreas de
los Llanos y sierras de alrededor.
Alcanzamos la divisoria de
cumbres y nos relajamos, ya que comprobamos que era factible caminar por ella,
ya que nuestra principal duda era la de encontrarnos con la cara Oeste cortada
a pico y tener un expuesto caminar por la cordal, pero siempre tuvimos un
amplio pasillo.
Por supuesto, siempre teniendo en
cuenta, que era por lapiaz calizo por donde caminábamos, formado por grandes
bloques, con fisuras de consideración y caos de rocas constante, es decir, no
apto para todo los públicos.
Ya por la propia cordal,
aprovechando en ocasiones algunas canales, ascendimos a la parte más elevada de
la misma, las vistas iban mejorando a pasos agigantados. Disponíamos de
extensas panorámicas de todo el entorno.
A sorpresa nuestra, avanzábamos a
un muy buen ritmo, y eso que todo el terreno era calizo 100%, pero eso es lo
nuestro. Tardamos mucho menos en recorrer distancias más largas que en el tramo
primero de esta cordal (la de la otra entrada en el blog), eso sí, no había
nieve entre las rocas, y esa falta de agarre y seguridad, se notó en el
desarrollo de la misma.
Apenas tuvimos problemas con los
obstáculos vegetales, eran fáciles de evitar o simplemente no existían.
Recuerdo que en el primer tramo que hicimos, la cordal I, si molestaron algo
más, aunque nunca de especial consideración.
En un punto de esta crestería,
nos encontramos tallada una cruz en una enorme roca y en lo alto de ella, un
cúmulo de otras pequeñas, como a modo de un pequeño enterramiento. No sé que
representaba exactamente. Las cosas que se encuentra uno, en los lugares más insospechados.
Continuamos disfrutando de toda
la cordal caliza que nos fuimos encontrando a nuestro paso, intentando mantener
en todo momento, la vertiente de cumbres.
La crestería sufrió una nueva
depresión similar al punto donde la iniciamos, en esta ocasión, aunque no tan
acentuada, nos hizo bajar bastante, para de nuevo retomar la altura perdida.
Recuerdo que en el inicio de esta subida contemplamos un enorme y atractivo
abrigo, de tonalidades verdes en el suelo contrastando con el gris de la roca
de alrededor.
Se presentó ante nosotros otro
tramo largo de afilada cordal caliza, pero que permitía un caminar cómodo,
siempre teniendo claro por donde pisábamos, que en poco tiempo nos zampamos.
Al finalizar ésta, nos
encontramos con nuestra última elevación de esta ansiada cordal, algo más roma
y con algo más de maleza y ligeramente menos caliza que los tramos anteriores.
Se trataba de la elevación del Puntal de la Raya, que casi no nos creíamos que
lo estábamos terminando.
Antes de llegar a ella tuvimos
que salvar grandes caos de piedras enormes, placas y piedras de caprichosas
formas.
Continuamos caminando y en breve,
divisamos el gran cúmulo cónico de piedras apiladas que forman el supuesto
poste geodésico del Puntal de la Raya. Lo alcanzamos, con unas magníficas
vistas sobre la cordal de la sierra de la Silla y con la sierra de los Pinos,
junto a nosotros.
Nos tomamos los bocatas y frutas
en este espléndido balcón, incluso uno aprovechó para una mini siesta
relajante.
Habíamos alcanzado nuestro
objetivo antes de lo esperado, así que no podíamos emprender el regreso sin
pisar algo más. Sobre la marcha decidimos ir a encumbrar el cerro del Hoyo de
los Quejigos, cerro que siempre se ha quedado aparte de todas nuestras
incursiones realizadas por la zona.
Nos dirigimos directamente hacia
él, al inicio, campo a través, para luego tomar un sendero más o menos marcado,
que se situaba junto a un vallado lateral que recorrimos longitudinalmente
durante un buen tramo, hasta alcanzar el collado que formaban ambas elevaciones
entre sí.
Luego tomamos la directa hacia el
cerro hasta que conseguimos llegar a su cumbre. Otras vistas privilegiadas y
desde diferente ángulo. El Salamdre majestuoso y los Llanos de Líbar preciosos.
Tocó regresar y decidimos tirar
diagonalmente, para recortar terreno y aprovechar visitar algunas otras
elevaciones que se nos presentaban en nuestro trazado, tomamos dirección
Noreste.
Tras pasar elevaciones kársticas,
planchas calizas inclinadas, y como plataformas elevadas rocosas, conectamos
con el sendero emplazado en el fondo del valle que formaba la ladera por la que
habíamos progresado para acceder al Puntal de la Raya. De hecho, cometimos un
error, no sólo debimos, sino que tuvimos que seguir ese sendero cómodo, claro y
sin mayores dificultades, que nos llevaría sin mayores esfuerzos al collado de
salida hacia los Llanos del Republicano. Pero, nosotros por confusión, creímos
ver a lo lejos una clara senda que nos pasaría al otro lado, a los Llanos, con
lo que emprendimos un ascenso progresivo por la ladera del Puntal, que terminó
al darnos cuenta de nuestro error y del inexistente sendero, en una fuerte
subida por la propia ladera, pero que nos llevó de nuevo a la propia cordal.
Tuvimos suerte, ya que era zona
escarpada y con pocos puntos por donde intentarlo, pero a la primera dimos con
una subida medianamente clara, que nos llevó a la mismísima cordal por donde
pasamos a la ida, sólo tuvimos que descenderla y llegar a la altura del cobijo
que antes comenté, para dar con la señalada senda que debíamos haber llevado
desde el inicio, en nuestro regreso.
Por un sendero, que aunque
marcado, había que estar atentos para no perderlo, nos iba dirigiendo hacia los
Lajares y Rincón del Nieto, lugares de formaciones de tipo torcal.
Terminada esta zona más cerrada,
salimos a campo abierto, parte Sur de los Llanos del Republicano.
Atravesamos la zona de las
Cañadillas, por un terreno cómodo y relativamente llano, buscando la conexión
con la Colada de la Plaza de Toros por el Puerto de las Viñas. Para ello,
tuvimos que pasar por una portilla que separaba a un lado, al ganado doméstico,
ovejas y vacas, que vimos principalmente.
Aprovechamos carriles y sendas
por la zona del valle de Barrida, dejando un gran cortijo hacia el Oeste,
realmente lo íbamos bordeando con dirección Norte-Noroeste, hasta que
alcanzamos un nuevo vallado, que pasamos localizando una amplia portilla.
Todo ese tramo fue en constante
subida, aunque suave. Nos acercábamos a un denso pinar, pero al llegar a él,
nos topamos de nuevo, con otro vallado, que tuvimos que saltar.
Ya por el interior del pinar
fuimos dirección al encuentro con la Colada, el problema fue que pasamos por
zonas anegadas y muy fangosas, que intentábamos evitar y nos ralentizó el
ritmo.
Por fin contactamos con la amplia
Colada, un carril ancho, aunque siempre ascendente, que nos hizo sudar, incluso
más, que si hubiéramos retornado por la vía clásica de los Llanos.
Terminamos en las ruinas de la
antigua Venta y junto a la inmensa Fuente abrevadero y de allí, al coche, que
ya se encontraba próximo.
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Hola, dime tu comentario o mensaje e intentaré responderte lo antes posible, gracias