Ruta realizada el día 18 de
Octubre del 2014.
Fuimos Maxi, Patxi, Miguel, Juan
José y yo, Antonio, a realizar esta “bestial” de ruta.
Procedentes de Rute, y por la
comarcal CO-8212, llegamos a la población de Las Lagunillas. Justamente antes de
comenzar las viviendas, en el margen izquierdo, hay que ir atentos para tomar
un camino de tierra que nos llevaría al cortijo de Petronilo y, más tarde, al
del Alto de Torres. Antes de llegar a este último, dejaremos el coche en una
zona ensanchada a la izquierda y algo más elevada que el camino por el que
circulamos. Debemos estar atentos.
Con mochilas a la espalda y botas
de montaña en los pies, damos comienzo a esta larga ruta por un carril que
partía junto a la explanada de aparcamiento, prácticamente con dirección Sur y
hacia el encuentro con el arroyo de la Fuente de la Higuera.
Donde finalizó este carril
encontramos una multitud de cajas panales para las abejas, con lo que pasamos
lo más retirados posible y haciendo el menor ruído.
Ya por sendero, cambiamos la dirección
y, en ascenso continuo, fuimos paralelos al citado arroyo, a una cota superior,
bordeando el peñón que portaba una cruz negra de acero en su cumbre. Es una elevación
que ya pisé en mi anterior ruta cuando realicé la cordal del Alhucemas pero, en
esta ocasión, sencillamente la bordeamos unos cien metros por debajo.
Nos dirigíamos hacia el collado
de la Loma de las Chozas, por el que pasaba un camino de esos de toda la vida,
de los que vienen reflejados en el IGN, pero nosotros caminábamos paralelos a
éste y a una cota mayor. Realmente, enfilamos directamente al inicio de la
cordal y, sin más preámbulos, la atacamos buscando los mejores pasos para
acceder a ella.
La subida era “pa” nosotros y
algunas cabras; fuera de todo sendero y entre rocas enormes, buscando todos los
recovecos posibles y aprovechando los más insignificantes salientes para seguir
progresando.
Algunos decidieron buscar otras
alternativas y nos reunimos arriba en dos grupos independientes. Al final, “to
er mundo en el inicio de la cordal”, fotos a mogollón, vistas inigualables … y
eso que se podría decir que aún no habíamos empezado.
Bueno, comienza el
espectáculo!!!!!
Abstenerse las personas con
vértigo, las no preparadas físicamente y las que buscan un sendero marcado,
porque esto es pura caliza, por la cresta a dos aguas, de una larga cordal ¡!!
¡! A gozar de esta espléndida
arista ¡!! Por lo menos, ese era mí caso, pues ya la había recorrido
anteriormente y sabía lo que me iba a encontrar.
No se pueden comentar las
sensaciones que, desde este trazado, se pueden experimentar. Sólo un recorrido
para realizar, no tiene alternativas, un solo sentido y dirección, y “palante”.
Vistas amplias a 360º y sensación
aérea todo el tiempo, aunque de un cómodo caminar (siempre sobre roca caliza).
Sólo mencionar, desde mi punto de vista, dos pasos algo más delicados donde hay
que poner la máxima precaución posible.
Para todo el que le guste este
entorno, sólo comentar que se trata de una cordal para gozar continuamente,
sobre todo la alineación de la Sierra de Alhucemas que, en el IGN, está
bautizada como Loma de las Chozas, y que lleva una dirección Noreste. Un
privilegio para los sentidos.
Luego, la cordal toma dirección
Este y comienza a flaquear el firme calizo, transformándose en terroso pero con
unas vistas similares. Incluso se podría decir que se tienen unos miradores
naturales más cómodos.
El resto de la cordal comienza a
ser más loma aunque no deja de tener su encanto, ya que siempre estamos
rodeados de riscos y formaciones pétreas a nuestro alrededor.
Continuamos con un descenso donde
la cordal vuelve a tomar otra orientación, concretamente paralela a la primera
parte, la más espectacular de todo este recorrido sin lugar a dudas y luego,
más tarde, continua con un nuevo pero suave ascenso. Nos movemos a la altura
del Caserío de Cañatienda, situado en el fondo del valle, formado con la cordal
de la Tiñosa.
Siempre por la línea de cumbres,
caminamos subiendo y bajando las diferentes elevaciones puntuales. Pasamos el
collado de la crestería, más idóneo para bajar a Puerto Mahina, concretamente la
zona por donde bajamos en la anterior ruta cuando realicé esta misma cordal.
Continuamos con el trayecto,
hasta que finalizó el sube y baja, y nos encontramos con un severo descenso,
sin senderos, campo a través o, mejor dicho, “caliza a través”, donde fuimos
bajando de la mejor manera posible, saltando en ocasiones y buscando los
mejores pasos para seguir descendiendo.
Terminamos el terreno calizo y
nos encontramos con un terreno mixto de piedras y tierra, también con una buena
inclinación. Nos topamos con una valla que limitaba un campo de olivos sobre un
terreno en severas pendientes. La pasamos por debajo, por un hueco que tenía, y
fuimos, entre los olivos, reteniéndonos para no salir corriendo cuesta abajo
por la gran pendiente.
Por fin llegamos al mismísimo
cauce del arroyo de Puerto Mahina y, rápidamente, conectamos con el camino de
tierra que une Priego de Córdoba con Puerto Mahina, junto al cortijo de la
Peñuela.
Ya por el camino, y de forma
relajada, charlando y riéndonos de las anécdotas sucedidas, dirección Priego,
nos detuvimos junto a una edificación abandonada donde nos sentamos a comernos
los bocatas y frutas. Hacía bastante calor, nos resguardamos junto a una sombra
y, tras la ingesta, nos preguntamos si seguir con la aventura, ya que lo que
llevábamos fue duro y lo que quedaba aún más.
No creo que tuviésemos unas ganas
locas de continuar con el trazado pero, con lo fatiga que somos, nadie protestó
demasiado por continuar, así que, de nuevo por el mismo carril, continuamos con
la misma dirección hasta que nos desviamos a nuestra derecha por otro carril de
menor entidad.
Éste, se iba aproximando, y luego
se mantuvo un buen tramo paralelo, al arroyo de Gázmin, dirección hacia el
cortijo de la Umbría, junto al que pasamos, que estaba ocupado por personas y tenía animales
domésticos en sus alrededores. Realmente, estábamos describiendo una amplia
curva de 180º, con lo que terminamos caminando en sentido opuesto al que
traíamos.
Tras pasar por el cortijo,
tuvimos que atravesar el arroyo y, ya en continua subida, nos dirigimos hacia
la cordal de la Tiñosa.
Pasamos junto a una edificación
derruida y alcanzamos el comienzo de la cordal. Aquí se me fundieron las pilas
y, el resto del itinerario, lo pasé algo mal y muy cansado, pero había que
seguir subiendo, no había vuelta atrás.
Aunque hasta ese momento caminábamos
por senderos, lo cierto es que desaparecieron prácticamente hasta alcanzar la
cumbre, salvo algún que otro corto trayecto. Se trataba de un terreno formado
por rocas fijas y otras sueltas que se movían bajo nuestros pies, con
vegetación de bajo porte, principalmente de esparto.
Se trató de una ascensión larga y
dura, buscando los mejores pasos entre la vegetación y la propia orografía del
terreno.
El desgaste era mayúsculo y el
sufrimiento iba en aumento. El cansancio acumulado pasaba factura y el avance
era lento pero, poco a poco, fuimos alcanzando la cordal cimera y el poste
geodésico de la Tiñosa se comenzó a vislumbrar.
Sólo un esfuerzo más y, por fin,
accedimos a la cumbre más alta de la provincia de Córdoba.
Fotos a mogollón y desde todos
los ángulos!! Nos tomamos lo último que contenían nuestras mochilas y nos dimos
un pequeño rato de descanso pero, rápidamente, emprendimos la marcha, ya que la
luz solar iba menguando y nos interesaba estar sobre el camino, el último tramo
del recorrido, cuando faltara totalmente la luz.
Ya por sendero marcado, fuimos
hacia el Morrión y, desde allí, a la cueva, inmenso cobijo aparentemente
empleado por las cabras como lugar de recogida, puesto que su suelo es un manto
grueso de heces ya secas.
Varios, fueron a ver la cueva o
cobijo y, otros, los esperamos para seguir con el resto del trayecto. Todos
reunidos de nuevo, continuamos con la bajada hacia Puerto Mahina. Una vez en
él, descendimos hacia el cauce de un arroyo, a la altura del caserío de
Cañatienda. Una vez atravesado este, el resto del trayecto fue por carril de
tierra.
Casi sin luz, fuimos caminando de
forma relajada y sabiendo que habíamos realizado una fantástica y dura ruta
difícil de olvidar; sobre todo para mí, que iba reventado ese día.
Dejamos el cortijo Alto de Torres
a nuestra izquierda y llegamos enseguida al coche. Cambio de calzado y alguna
prenda, para buscar un bareto en el mismo poblado de las Lagunillas, aunque no
salimos convencidos y paramos en Rute, donde si quedamos satisfechos.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
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