domingo, 3 de febrero de 2013

CIRCULAR POR LA SIERRA DE ALCAPARAÍN. SUBIDA AL PICO GRAJO


Ruta realizada el 23 Enero 2013.

Fuimos, José  Antonio y yo, a realizar una ruta circular por la Sierra de Alcaparaín, subiendo a su cumbre.

Procedentes de Ardales, llegamos a Casarabonela, lo cruzamos por su interior con dirección hacia El Burgo y, una vez pasado el pueblo y tras coger un buen número de curvas, llegamos a lo que se conoce como el Puerto de los Martínez. Allí dejamos el coche junto a una edificación que creo que se trata de una venta.

El día, aunque soleado, era frío por el fuerte viento reinante y, en esas condiciones, comenzamos a caminar.

Con mochilas a la espalda y botas de montaña en los pies, iniciamos nuestra ruta entre pinos por un marcado sendero. En muchos tramos, el lateral del sendero más retirado de la ladera estaba formado por muros de piedras perfectamente colocadas para acomodarse a las diferentes alturas del terreno. Se trataba de un sendero claro, definido y de una robusta construcción.



Pronto nos encontramos con una bifurcación que nos salía a nuestra izquierda y tomamos por ella. Justo en este punto es donde conectaríamos a la vuelta.

El sendero empieza a tomar altura y se hace más pendiente, seguimos por el interior del pinar, aunque de vez en cuando se abren claros que nos permiten ver las sierras que nos rodean.




Inmejorables vistas de la Sierra de Prieta y Cabrilla y, de fondo, observamos la Sierra de las Nieves, nevada. ¡Qué pasada!.

Seguimos para arriba a un buen ritmo y mi compañero Jose va como una bala, como si no le costase un gran esfuerzo. Muy de vez en cuando, parábamos para contemplar esas magníficas vistas.

Comenzábamos a ver la costa Mediterránea, Málaga y la sierra de Huma, ya que estábamos dándole la vuelta al macizo del Alcaparaín y empezábamos a tener vistas hacia ese lado.

El pinar terminó y sólo quedó matorral bajo y, con el sendero perfectamente claro y en continuo ascenso, se veía perfectamente el pico a subir. Prácticamente a tiro de piedra y al ritmo que llevábamos en poco tiempo estaríamos encima.









El sendero no atacaba directamente el pico sino que lo bordeaba por su izquierda, donde nos encontramos con un cartel señalizador que indicaba: “pico Alcaparaín 300m”.


Cuatro zancadas y el poste geodésico lo teníamos en nuestro punto de vista. Al llegar a su altura observamos una placa, colocada sobre él, en recuerdo de un topógrafo de apellido Valdivia (por ese nombre también se conoce este pico).






Vistas amplias a 360º, sierras, valles, costas, ….. una delicia pero, el viento reinante (creo que un huracán de grado 6 por lo menos) nos hacía tambalearnos a la mínima de cambio y nos forzó a bajar rápidamente.

Nos fotografiamos lo justo y necesario e iniciamos la bajada, pero con dirección a la plataforma que se forma en lo alto de la Sierra de Alcaparaín, situada al NO. del Valdivia o Grajo.


Fuimos bajando hacia el borde de esta plataforma y, una vez allí, nos dedicamos a recorrerla. En algunos puntos las verticales eran enormes e impresionantes. Vistas preciosas del valle y al fondo la Sierra Prieta limitándola.






Continuamos durante un buen tramo, justo por su contorno, regocijándonos de ese panorama vertical y de cómo, algunos árboles, vencían la gravedad fijándose a las paredes que caían a plomo.








Llegó un momento en que no pudimos seguir por la periferia debido a lo accidentado del terreno y tuvimos que internarnos. Nuestra pretensión era la de alcanzar el Cerro de la Canana, que lo teníamos enfrente, pero el camino por el que caminábamos se nos perdía y, poco a poco, nos internábamos en un terreno de maleza con muchísima vegetación de mediano porte donde era casi imposible caminar.

Intentamos abrirnos hueco para ir en la dirección del cerro pero el itinerario estaba marcado por la maleza y tuvimos que acomodarnos a él. Además, no queríamos perder excesiva altura ya que teníamos que bajar para, posteriormente, subir, pues teníamos delante de nosotros una vaguada que vencer.


Todo este cúmulo de circunstancias adversas nos hicieron desistir en nuestro objetivo y el nuevo más inminente era el de salir de allí y conectar con el carril que veíamos de lejos.

Tras un gran esfuerzo probando alternativas, guiados por pequeños tramos de cabras que al momento desaparecían, por fin conectamos con el ansiado carril.

Las piernas las teníamos machacadas y arañadas así que decidimos regresar puesto que aun nos quedaban kilómetros que realizar.

El carril era una cuesta abajo continua. En su construcción habían empleado barrenos para introducir los explosivos y romper las rocas para dar hueco y formar el camino.


La verdad, no entiendo el posible alto coste de esta obra y su necesidad, ya que se trata de un camino que bordea todo el macizo de Alcaparaín, pasa por arriba cruzándolo completamente y, en algunos cruces, enlaza con la carretera comarcal. No sé por qué lo atraviesa por arriba, con qué sentido.

El carril iba por el lateral de un impresionante barranco formado por las dos nerviaciones o estribaciones que se derramaban hacia el NE. Daba la impresión de estar en los Pirineos. Caminábamos por un barranco muy montañero.



El camino terminó enlazándose con otro y existía una cadena que lo cerraba, aunque nos la encontramos abierta.

Tomamos el nuevo carril a nuestra derecha (a la izquierda había un montón de cajas negras que servía de panales de abejas), 


lo continuamos y seguimos descendiendo hasta alcanzar, por fin, una zona llana.


Nos encontramos con una plantación de almendros que se encontraban en flor y, junto a ellos, unos restos de un antiguo cortijo (creo que se trataba de la Casa del Moro). En ese lugar decidimos comer. Yo me pegué un atracón de frutas y mi compañero, con un queso y unos dátiles se conformó.



El carril nos tenía preparada una sorpresa. Comenzó a ascender y, durante otro buen tramo, lo que hicimos fue subir, nos encontramos con un desvío indicado mediante un poste de madera que decía: “Puerto Martínez 4,3Km”, y tomamos por la derecha.


No nos quedaba otra alternativa ue seguirlo, ir subiendo y sudando, y contemplar los diferentes arroyos secos que cruzaban el trazado que, por cierto, la mayoría eran bien abruptos.



El camino lo tuvimos que dejar y desviarnos a nuestra derecha para tomar un sendero muy bien marcado que no era otro que el que tomamos al inicio de esta andadura por la mañana. Por fin comenzó a descender de forma muy suave y, pronto, conectamos con el cruce por el que nos desviamos para realizar el trazado circular del recorrido.

Próximo a él, vimos una calera en regular estado 


y, en muy poco tiempo, alcanzamos nuestro vehículo.

Cambio de calzado y ropa de forma rápida, ya que el viento no daba tregua, y para nuestro querido pueblo de Montellano a tomar unas cervezas y merecidas tapas.

DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:





Si quieres el track de la ruta, pincha en el siguiente enlace:


2 comentarios :

  1. Muy bueno tu blog, leeré detenidamente todos los artículos, a mi novio y a mi nos gusta ir cuando se puede de senderismo, no es que hayamos hecho muchos, pero si algunos que otros.
    Hay uno que tiene unas vistas buenísimas, es muy corto pero cuando se llega hasta arriba y se ve toda la costa malagueña es precioso, se llama Pinares de San Antón. Un saludo

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  2. Hola Patricia S, muchas gracias.
    Realizo el blog para transmitir mis experiencias personales en las montañas y si puede servir de información, orientación o de entretenimiento, pues me alegro, ya que eso hago yo con los numerosos blog que tengo como favoritos en mi navegador.
    Tomo nota, e investigaré el pico que me mencionas, le echaré un vistazo, aunque la pena es que me coge demasiado lejos de mi tierra, porque las sierras de Málaga son impresionantes, envidia que me dais, en tenerlas tan cerca.
    Un saludo y gracias

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