lunes, 3 de julio de 2017

Circular desde la Plataforma al pico Morezón y la Mira. Sierra de Gredos

Ruta realizada el día 9 de Mayo del 2015.

Fuimos Carmen, José, Miguel, Maxi, Patxi, Juan José y yo, Antonio, a realizar nuestra clásica anual por la sierra de Gredos.

Alojados en el pueblo de Tormellas, en la casa de José, al que le agradezco su hospitalidad, nos dirigimos hacia la Plataforma de Gredos, perteneciente a Navacepeda de Tormes, para comenzar a caminar por la Senda de la Laguna Grande, no sin  antes, tener que pagar una tasa por dejar el vehículo en el aparcamiento. Pagado en un control anterior al mismo, situado en la carretera que nos conduciría hasta aquí.

 Con mochilas a la espalda y botas de montaña en los pies, comenzamos a caminar por el largo camino empedrado denominado “Cordel del Puerto de Candeleda”, que nos recibió en su inicio con un cartel que mostraba la variedad ornitológica de la zona, en el Parque de Gredos.


En suave ascenso, avanzamos sobre un firme artificial, compuesto de grandes placas graníticas, junto al curso fluvial de la Garganta de Prado Puerto, para pasados unos ochocientos metros desviarnos a nuestra derecha por la Senda de la Laguna Grande, dejando a nuestra derecha  y al fondo, el refugio de Reguero Llano, situado al Norte de nuestra posición, en la zona de Llano Barbedillo.





Este tramo poseía vanos en reconstrucción o simplemente, que estaban algo deteriorados. Cercanos al Prado de las Pozas, advertimos pequeñas lagunas alimentadas por el discurrir de las aguas proveniente del manantial de las Pozas, y cuando el firme consistía en las mismas placas pétreas, pero limitadas por vigas de maderas, nos salimos del camino general, desviándonos a nuestra izquierda.


En ese momento, teníamos frente a nosotros, el macizo de Cuento Alto y nos dirigíamos, paralelos, pero a una cota inferior, a la Cuerda del Refugio del Rey. Entre ambos, discurría en el fondo del valle que formaban, las aguas de la Garganta de las Pozas, que a medida que nos aproximábamos a su cabecera, por la zona de la Barrera de las Pozas y Láncheras de las Pozas, el arroyo se iba encajonado y cayendo desde diferentes niveles, formando preciosas cataratas.




Siempre rodeados de las tonalidades predominantes de esta sierra de Gredos, el gris claro del granito y ese forrado vegetal de los líquenes que lo tapizaban con el verde llamativo y característico de la zona, proseguimos en ascenso, con las vistas de las lagunas que íbamos dejando atrás.

Bolos graníticos desperdigados y la aparición de un nutrido grupo de cabras montesas machos, con sus enormes cornamentas, haciendo caso omiso a nuestra presencia junto a ellos. Echamos un rato de juego con el primer nevero que nos encontramos, alguno que otro, con las tonterías, “metió la pata hasta el fondo”, bajo su peso.




Era curioso, o al menos llamativo para mí, observar unas especies de “charcos”, “diminutas lagunillas” de aguas transparentes que se mantenían y formaban entre la hierba por donde caminábamos.



Íbamos superando la pendiente y dejando atrás todo el valle, a veces entre piornales, otra entre pastizales y en ocasiones entre piedras. Próximos al primer pico objetivo de la jornada, nos encontramos de nuevo con grandes y largos neveros difíciles de evitar, que provocaban bellas estampas con su deshielo, formando pequeños, estrechos y sinuosos cursos de aguas serpenteantes, además de zonas anegadas e inundadas.

Lo cierto, es que el paisaje nevado me sigue cautivando, será por las contadas ocasiones que dispongo de gozarlo.








Alcanzamos el collado de Navasomera y, de repente las vistas se abrieron a la inmensidad, hacia el Sur. Una enorme extensión de terreno se podía contemplar desde este punto.




Sólo nos quedó subir hacia la pequeña cordal que une el Morezón con los Altos del Morezón, donde descubrí un fantástico circo que aún no conocía. El circo de Gredos, formado por el pico Almanzor y la Galana, como picos más representativos. Nos quedamos un buen tiempo gozando de estas espléndidas vistas, comimos sobre el Morezón, con sus vistas espectaculares hacia todas partes.












Publicidad gratuita. Una cerveza de altura.



Era un entorno rocoso, amasijo de rocas caóticas, bolos enormes y pequeños disgregados de formas arbitrarias y algunas que otras torretas con sus estratos rocosos situados unos encimas de otros. Se trataba de un mirador natural de primer orden, donde lo que llamaba poderosamente la atención, además de la multitud de torres y picos que dibujaban el contorno que nos rodeaba, esa inmensa laguna Grande y oscura, con el refugio de Elola junto a ella.


Pero llegó el momento de proseguir, así que sintiéndolo mucho, comenzamos con la bajada desde este pico hasta alcanzar de nuevo el citado collado, pasamos junto al Cerro de la Cagarruta y fuimos describiendo un trazado que se movía junto al borde de esta enorme plataforma, encontrándonos, sobre todo al principio con numerosos narcisos amarillos que daba un toque de color maravilloso.




Pasamos también junto al ruinoso Refugio del Rey, contemplando hacia el lado contrario, el enorme y profundo valle, en cuyo fondo discurre la Garganta Blanca. Poseíamos unos miradores de lujo para observar con todo detalle todos esos enormes surcos labrados en esta sierra.






Seguíamos encontrándonos con enormes bolos aislados que no podían dejar de ser fotografiados.

Alcanzamos el Puerto de Candeleda, y a continuación encumbramos la Piedra del Tumbo, marcado mediante un gran hito de piedras, donde comenzamos a contemplar otro enorme e impactante valle, el de la Garganta Lóbrega.








Algo más adelante nos esperaba la zona de Majada Cerrada, riscos y agujas que desafiaban la gravedad, balcones sobre el inmenso valle, que no podías dejar de visitar.





Siempre por el contorno y por sendero marcado, nos acercábamos más a nuestro siguiente objetivo. La zona comprendida entre los Campanarios, Portilla de Pelucas y Risco Pelucas, fue derivando desde las agujas colgadas sobre impresionantes verticales a zonas algo más romas con curiosísimas formas pétreas, donde la redondez y los apoyos caprichosos entre ellas era el matiz más llamativo, parecía que durante un tramo de este recorrido, el principal objetivo del mismo era el de buscarles formas conocidas a los diferentes cúmulos de rocas.





Recuerdo en esta parte del recorrido, un pico que me llamó mucho la atención desde el primer momento que lo divisé en la lejanía, era un perfecto cono, al menos desde mi posición, como de un montón de arena vertido sobre el suelo, sólo que a medida que nos acercábamos a él, la “arena”, se había transformado en un montón de guijarros y bolos graníticos que lo formaban.



Terminamos caminando por un sendero rodeado de multitud de bolos colocados de formas caprichosas y formas extrañas, hasta que pasamos junto al collado de la Lanchosa. Ya teníamos cerca nuestro segundo pico principal del día, pero antes nos entretuvimos algo con el riachuelo emergente que tuvimos que cruzar, causante de formar la Garganta de los Conventos.









Superado este último escollo, nos quedó una empinada rampa de acceso hacia el pico La Mira, sin sendero, pero por cómodo terreno.


Esta elevación posee una especie de torre como poste geodésico, al que se accede mediante dos tramos de escalones realizados en piedra, una vez en lo alto, posee una planta circular bordeada por un pequeño pretil de piedras.


Las vistas desde aquí, eran fantásticas, sobre todo a la zona de los Galayos, unas formaciones alineadas de agujas graníticas, por lo visto, un paraíso para los escaladores, aunque también abarcaba el radio completo hacia todas direcciones, incluido la zona del Almanzor, de donde procedíamos, que se veía a lo lejos.

Todo el entorno cercano a esta “torreta”, situada en la cumbre de la Mira, eran miradores espectaculares, unos al valle de Lóbrega y otros a los de los Galayos.





Precisamente una foto sobre el valle que daba origen al río Pelayos, procedentes de la unión de la Vertiente de los Pelayos y la de los Galayos, la recuerdo claramente, ya que no soy muy amante de las verticales y la piedra sobre la que me subí, además de otros compañeros, estaba situada en el borde y con un equilibrio incomprensible, sobre el mencionado valle.


Fotos a mogollón en esta zona y a regresar por el mismo camino que de ida, aunque tomamos algo más de cordal a la vuelta, por intentar mantener estas vistas durante algún tiempo más. Curiosamente tuvimos la oportunidad de ver y fotografiar un lagarto o lagartija de la zona.


Al pasar la zona de los Campanarios, nos desviamos y alejamos del itinerario realizado por la mañana, a la ida, tras volver a pasar por el laberinto rocoso de las miles de formas caprichosas, redondeadas, en equilibrios, que ya vimos a la ida.

Tomamos la dirección que nos alineaba con el refugio de Reguero Llano, de hecho, lo veíamos al fondo, bastante lejano a nosotros, recorrimos esta especie de estribación que nos hubiese llevado a la Hoya de las Fuentes, pero nos desviamos de nuevo hacia nuestra izquierda, hacia el Oeste, por la zona del Humbrazo, siempre por terreno cómodo de caminar con hierba y cúmulos de rocas aislados.





Conectamos con un marcado sendero que nos llevó hacia la Garganta de Prado Puerto, por la que comenzamos a caminar, por la mañana, en el inicio de la ruta, aunque a otra altura. Dimos con una pequeña casilla, como de pastores, donde nos esperaba un tranquilo y aislado macho montés.




Nos tocó vadear el curso fluvial, con la ayuda de las piedras existentes en su curso, para algo más adelante conectar con la Vereda del Puerto de Candeleda, que no era otro que el que tomamos desde el aparcamiento, aunque algo antes, de cuando nos desviamos hacia la Senda de la Laguna Grande.




Allí también tuvimos la oportunidad de coincidir y ver, incluso algo más cerca, a un buen rebaño de machos monteses. Curiosamente hembras no vimos en ningún momento de esta ruta.




El resto del camino, ya por el empedrado, fue el mismo hasta llegar a los vehículos.


DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:




Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace:

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