Ruta realizada el día 9 de Mayo
del 2015.
Fuimos Carmen, José, Miguel,
Maxi, Patxi, Juan José y yo, Antonio, a realizar nuestra clásica anual por la
sierra de Gredos.
Alojados en el pueblo de
Tormellas, en la casa de José, al que le agradezco su hospitalidad, nos
dirigimos hacia la Plataforma de Gredos, perteneciente a Navacepeda de Tormes,
para comenzar a caminar por la Senda de la Laguna Grande, no sin antes, tener que pagar una tasa por dejar el
vehículo en el aparcamiento. Pagado en un control anterior al mismo, situado en
la carretera que nos conduciría hasta aquí.
Con mochilas a la espalda y botas de montaña
en los pies, comenzamos a caminar por el largo camino empedrado denominado
“Cordel del Puerto de Candeleda”, que nos recibió en su inicio con un cartel
que mostraba la variedad ornitológica de la zona, en el Parque de Gredos.
En suave ascenso, avanzamos sobre
un firme artificial, compuesto de grandes placas graníticas, junto al curso
fluvial de la Garganta de Prado Puerto, para pasados unos ochocientos metros
desviarnos a nuestra derecha por la Senda de la Laguna Grande, dejando a
nuestra derecha y al fondo, el refugio
de Reguero Llano, situado al Norte de nuestra posición, en la zona de Llano
Barbedillo.
Este tramo poseía vanos en
reconstrucción o simplemente, que estaban algo deteriorados. Cercanos al Prado
de las Pozas, advertimos pequeñas lagunas alimentadas por el discurrir de las
aguas proveniente del manantial de las Pozas, y cuando el firme consistía en
las mismas placas pétreas, pero limitadas por vigas de maderas, nos salimos del
camino general, desviándonos a nuestra izquierda.
En ese momento, teníamos frente a
nosotros, el macizo de Cuento Alto y nos dirigíamos, paralelos, pero a una cota
inferior, a la Cuerda del Refugio del Rey. Entre ambos, discurría en el fondo
del valle que formaban, las aguas de la Garganta de las Pozas, que a medida que
nos aproximábamos a su cabecera, por la zona de la Barrera de las Pozas y
Láncheras de las Pozas, el arroyo se iba encajonado y cayendo desde diferentes
niveles, formando preciosas cataratas.
Siempre rodeados de las
tonalidades predominantes de esta sierra de Gredos, el gris claro del granito y
ese forrado vegetal de los líquenes que lo tapizaban con el verde llamativo y
característico de la zona, proseguimos en ascenso, con las vistas de las
lagunas que íbamos dejando atrás.
Bolos graníticos desperdigados y
la aparición de un nutrido grupo de cabras montesas machos, con sus enormes
cornamentas, haciendo caso omiso a nuestra presencia junto a ellos. Echamos un
rato de juego con el primer nevero que nos encontramos, alguno que otro, con
las tonterías, “metió la pata hasta el fondo”, bajo su peso.
Era curioso, o al menos llamativo
para mí, observar unas especies de “charcos”, “diminutas lagunillas” de aguas
transparentes que se mantenían y formaban entre la hierba por donde
caminábamos.
Íbamos superando la pendiente y
dejando atrás todo el valle, a veces entre piornales, otra entre pastizales y
en ocasiones entre piedras. Próximos al primer pico objetivo de la jornada, nos
encontramos de nuevo con grandes y largos neveros difíciles de evitar, que
provocaban bellas estampas con su deshielo, formando pequeños, estrechos y
sinuosos cursos de aguas serpenteantes, además de zonas anegadas e inundadas.
Lo cierto, es que el paisaje
nevado me sigue cautivando, será por las contadas ocasiones que dispongo de
gozarlo.
Alcanzamos el collado de
Navasomera y, de repente las vistas se abrieron a la inmensidad, hacia el Sur.
Una enorme extensión de terreno se podía contemplar desde este punto.
Sólo nos quedó subir hacia la
pequeña cordal que une el Morezón con los Altos del Morezón, donde descubrí un
fantástico circo que aún no conocía. El circo de Gredos, formado por el pico
Almanzor y la Galana, como picos más representativos. Nos quedamos un buen
tiempo gozando de estas espléndidas vistas, comimos sobre el Morezón, con sus
vistas espectaculares hacia todas partes.
Publicidad gratuita. Una cerveza de altura.
Era un entorno rocoso, amasijo de
rocas caóticas, bolos enormes y pequeños disgregados de formas arbitrarias y
algunas que otras torretas con sus estratos rocosos situados unos encimas de
otros. Se trataba de un mirador natural de primer orden, donde lo que llamaba
poderosamente la atención, además de la multitud de torres y picos que dibujaban
el contorno que nos rodeaba, esa inmensa laguna Grande y oscura, con el refugio
de Elola junto a ella.
Pero llegó el momento de
proseguir, así que sintiéndolo mucho, comenzamos con la bajada desde este pico
hasta alcanzar de nuevo el citado collado, pasamos junto al Cerro de la
Cagarruta y fuimos describiendo un trazado que se movía junto al borde de esta
enorme plataforma, encontrándonos, sobre todo al principio con numerosos
narcisos amarillos que daba un toque de color maravilloso.
Pasamos también junto al ruinoso
Refugio del Rey, contemplando hacia el lado contrario, el enorme y profundo
valle, en cuyo fondo discurre la Garganta Blanca. Poseíamos unos miradores de
lujo para observar con todo detalle todos esos enormes surcos labrados en esta
sierra.
Seguíamos encontrándonos con
enormes bolos aislados que no podían dejar de ser fotografiados.
Alcanzamos el Puerto de
Candeleda, y a continuación encumbramos la Piedra del Tumbo, marcado mediante
un gran hito de piedras, donde comenzamos a contemplar otro enorme e impactante
valle, el de la Garganta Lóbrega.
Algo más adelante nos esperaba la
zona de Majada Cerrada, riscos y agujas que desafiaban la gravedad, balcones
sobre el inmenso valle, que no podías dejar de visitar.
Siempre por el contorno y por
sendero marcado, nos acercábamos más a nuestro siguiente objetivo. La zona
comprendida entre los Campanarios, Portilla de Pelucas y Risco Pelucas, fue
derivando desde las agujas colgadas sobre impresionantes verticales a zonas
algo más romas con curiosísimas formas pétreas, donde la redondez y los apoyos
caprichosos entre ellas era el matiz más llamativo, parecía que durante un
tramo de este recorrido, el principal objetivo del mismo era el de buscarles
formas conocidas a los diferentes cúmulos de rocas.
Recuerdo en esta parte del recorrido,
un pico que me llamó mucho la atención desde el primer momento que lo divisé en
la lejanía, era un perfecto cono, al menos desde mi posición, como de un montón
de arena vertido sobre el suelo, sólo que a medida que nos acercábamos a él, la
“arena”, se había transformado en un montón de guijarros y bolos graníticos que
lo formaban.
Terminamos caminando por un
sendero rodeado de multitud de bolos colocados de formas caprichosas y formas
extrañas, hasta que pasamos junto al collado de la Lanchosa. Ya teníamos cerca
nuestro segundo pico principal del día, pero antes nos entretuvimos algo con el
riachuelo emergente que tuvimos que cruzar, causante de formar la Garganta de
los Conventos.
Superado este último escollo, nos
quedó una empinada rampa de acceso hacia el pico La Mira, sin sendero, pero por
cómodo terreno.
Esta elevación posee una especie
de torre como poste geodésico, al que se accede mediante dos tramos de
escalones realizados en piedra, una vez en lo alto, posee una planta circular
bordeada por un pequeño pretil de piedras.
Las vistas desde aquí, eran
fantásticas, sobre todo a la zona de los Galayos, unas formaciones alineadas de
agujas graníticas, por lo visto, un paraíso para los escaladores, aunque también
abarcaba el radio completo hacia todas direcciones, incluido la zona del
Almanzor, de donde procedíamos, que se veía a lo lejos.
Todo el entorno cercano a esta
“torreta”, situada en la cumbre de la Mira, eran miradores espectaculares, unos
al valle de Lóbrega y otros a los de los Galayos.
Precisamente una foto sobre el
valle que daba origen al río Pelayos, procedentes de la unión de la Vertiente
de los Pelayos y la de los Galayos, la recuerdo claramente, ya que no soy muy
amante de las verticales y la piedra sobre la que me subí, además de otros
compañeros, estaba situada en el borde y con un equilibrio incomprensible,
sobre el mencionado valle.
Fotos a mogollón en esta zona y a
regresar por el mismo camino que de ida, aunque tomamos algo más de cordal a la
vuelta, por intentar mantener estas vistas durante algún tiempo más.
Curiosamente tuvimos la oportunidad de ver y fotografiar un lagarto o lagartija de la zona.
Al pasar la zona de los
Campanarios, nos desviamos y alejamos del itinerario realizado por la mañana, a
la ida, tras volver a pasar por el laberinto rocoso de las miles de formas
caprichosas, redondeadas, en equilibrios, que ya vimos a la ida.
Tomamos la dirección que nos
alineaba con el refugio de Reguero Llano, de hecho, lo veíamos al fondo,
bastante lejano a nosotros, recorrimos esta especie de estribación que nos
hubiese llevado a la Hoya de las Fuentes, pero nos desviamos de nuevo hacia
nuestra izquierda, hacia el Oeste, por la zona del Humbrazo, siempre por
terreno cómodo de caminar con hierba y cúmulos de rocas aislados.
Conectamos con un marcado sendero
que nos llevó hacia la Garganta de Prado Puerto, por la que comenzamos a
caminar, por la mañana, en el inicio de la ruta, aunque a otra altura. Dimos
con una pequeña casilla, como de pastores, donde nos esperaba un tranquilo y
aislado macho montés.
Nos tocó vadear el curso fluvial,
con la ayuda de las piedras existentes en su curso, para algo más adelante
conectar con la Vereda del Puerto de Candeleda, que no era otro que el que
tomamos desde el aparcamiento, aunque algo antes, de cuando nos desviamos hacia
la Senda de la Laguna Grande.
Allí también tuvimos la
oportunidad de coincidir y ver, incluso algo más cerca, a un buen rebaño de
machos monteses. Curiosamente hembras no vimos en ningún momento de esta ruta.
El resto del camino, ya por el
empedrado, fue el mismo hasta llegar a los vehículos.
DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:
Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace:
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