Ruta realizada el día 1 de
Febrero del 2.014.
Fuimos Miguel, Patxi, Juan José y
yo, Antonio.
Se trataba de un fin de semana
pasado por agua, malo y gris. Además, las perspectivas para el próximo eran
peores así que se preveía una estancia casera prolongada. Decidimos, a lo mejor
de una forma algo alocada, salir como fuese a la Sierra, y eso hicimos, pero
con la justificación de intentar pillar nieve o al menos que nos nevase.
Rumbo a Sierra de las Nieves
desde Sevilla, una vez pasado el cruce de Ronda y más tarde el de Igualeja,
tomamos, a nuestra izquierda, la entrada al parque subiendo por el carril de
tierra hasta Quejigales.
Con mochilas a la espalda y botas
de montaña en los pies, además de espolainas en esta ocasión y provistos de
capa contra la lluvia, iniciamos nuestra ruta con la principal esperanza de
pisar nieve por arriba y de que nos nevase, pues la previsión era de lluvia
constante, aunque poca cantidad.
Nuestro gozo en un pozo!!! Durante
unas seis a ocho largas horas bajo esa tímida pero constante lluvia durante
todo el recorrido (en ningún momento vimos un “puñetero” copo de nieve) soplaba
un vendaval que te clavaba las gotas de agua como si fuesen agujas y hacía que
la sensación térmica bajara algunos grados más. Para colmo, la incómoda visión
que te permiten las capuchas…. Un desastre de día que nos caló hasta la ropa
interior completamente pero, lo que se suele decir… sarna con gusto, no pica,
je, je..
Iniciamos la subida por la Cañada
del Cuerno, pasando la cadena y atravesando por el puente de madera el arroyo
homónimo.
Siempre por sendero
magníficamente claro y últimamente muy concurrido, no fue el caso nuestro,
caminamos por un pinar muy embarrado y con pequeños cursos de agua que resbalaban
por el mismo sendero. Poco a poco fuimos tomando altura, tras pasar dos
carteles informativos colocados por la Junta, y comenzamos a subir por zonas de
rocas hasta que empezamos a internarnos en la Cañada.
Pinsapos viejos retorcidos,
caídos, espectaculares, no me canso de subir por esta verdadera joya. A cierta
altura, hay que ir atentos, nos desviamos a nuestra izquierda para tomar por el
sendero de unión con la Cañada de las Ánimas que ya comenté en entradas
anteriores. Caminamos por el Pinsapar de Ronda, alcanzando su cordal
rápidamente.
Subimos algo por ella, siguiendo
el trazado del sendero, que por aquí además está hitado, y bajamos suavemente
para cruzar la Cañada del Medio y conectar en la parte superior de las Ánimas.
Alcanzado su collado y con la
vista, enfrente, del Pozo de Nieve, continuamos por el camino clásico que sube
al Torrecilla..
A esta altura, con las capas,
sombreros y con la lluvia continua pero suave, comenzábamos a estar calados
hasta los huesos. Por pantalones empapados nos resbalaba el agua que se iba,
poco a poco, introduciendo a través de las espolainas hasta llegar al interior
de las botas. El viento, que no paraba de soplar, nos hacía cubrirnos las caras
lo máximo, de tal manera que, ya, con la niebla reinante que teníamos a nuestro
alrededor más la incomodidad de no tener una visión clara, prácticamente
mirábamos al suelo, nos fue minando la moral y plantearnos que leches hacíamos
por aquí arriba dando vueltas bajo la lluvia.
Continuamos dirección al Puerto
El Pozuelo pero, bastante antes, nos desviamos y nos salimos del marcado
sendero para, campo a través pero por buen terreno cómodo de caminar, buscar la
dirección del cerro Cueva del Oso.
Nos hizo subir una primera
pequeña elevación para terminar subiendo la del propio cerro pero allí el
viento era tan descomunal que nos dolían los ojos y nos obligaba casi a
cerrarlos. Ese viento que mandaba las gotas de aguas como alfileres!!! Por
supuesto la sensación térmica bajó igualmente aunque no conseguimos ver el más
mínimo copo de nieve que fue principalmente, en esta ocasión, nuestro verdadero
objetivo del día.
Intentamos localizar las Cuevas
del Oso, que la vimos en otros blogs, pero aguantamos poco tiempo en esas
condiciones, así que decidimos casi coger el mismo camino y tomar dirección al
Puerto El Pozuelo para meternos en las dos o tres oquedades que hay por allí,
que se encuentran justo antes de iniciar la subida por la falda del Torrecilla
que, por supuesto, no pensábamos subir en esta ocasión.
Dentro de una oquedad nos quitamos
las capas y picamos algo pero el problema fue que, una vez parados y quietos
allí dentro, el frío se apoderó de nosotros. Comimos lo más rápido que pudimos
y salimos escopeteados de allí, pero ya con la clara idea de regresar al coche.
Tomamos el camino más directo para
enlazar con la parte superior de la cañada del Cuerno y tiramos hacia las Hoyas
del Pilar, que llegamos enseguida, tras pasar nevero y quejigos retorcidos.
Tras este punto atravesamos una
bonita planicie para, inmediatamente, tomar un marcado sendero que nos llevó a
la conexión con el sendero que unía el Puerto de los Pilones con el que salía
por la parte superior de la cañada de las Ánimas, el clásico del Torrecilla.
Una vez caminando por este
último, pasamos bajo las antenas del Puerto de los Pilones y rápidamente
conectamos con el carril de tierra que desde Quejigales sube a este Puerto.
Avanzamos unas decenas de metros
por él hasta que nos desviamos hacia la cañada del Cuerno.
Bajamos entre esos pinsapos
centenarios, retorcidos, magníficos, de extremada belleza y aunque nos
entretuvimos en alguno de ellos aprovechando sus increíbles curvas y
torcimientos para echar alguna que otra foto, bajamos rápido con ganas de
cambiarnos casi por completo.
En esta ocasión, no sólo fue el
calzado lo único que nos cambiamos, sino el equipo completo. Menos mal que eso
si lo previmos.
Al menos, aunque también
disfrutamos en la ruta como auténticos montañeros que somos, nos quedó la
alegría de que nos tocaba pasar por nuestro queridísimo bar de Montellano, “que
tó no va ser montañas, digo yo!!”
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