lunes, 10 de marzo de 2014

Lineal (doble cordal) por el Encinetas y Alto Castillejos de los Negros, Sierra Palmítera

Ruta realizada el día 26 de Diciembre de 2.013.

Fuimos a esta dura aventura Juan José y yo, Antonio, en un lamentable estado físico tras salir de una fuerte bronquitis con una semana de antibióticos.

Procedentes de Ronda por la carretera que la une con San Pedro de Alcántara, pasado el desvío hacia Igualeja, tomamos la entrada al Parque Natural de la Sierra de las Nieves, al principio asfaltado y luego de tierra, que sube hasta Quejigales.

Pasamos el camping situado en la zona de la Hoya del Navacillo y la entrada hacia el cortijo de las Carboneras y, donde el camino de Quejigales se bifurca en dos (cuando cruza el arroyo de la Fuenfría), dejamos a nuestra izquierda el que se dirige a la Nava y sube al refugio de Quejigales (Camino de Tolox) y tomamos el ramal derecho (Camino de Marbella), que prácticamente nos lleva paralelos todo el tiempo al citado arroyo.

Pasamos justamente al lado de las ruinas del descansadero-abrevadero de la Fuenfría. Cerca se halla el cortijo de la Fuenfría, vigilado por dos grandes mastines que, seguro repelen a cualquier visitante de lo ajeno, y tomamos el carril que subía paralelo al cauce del arroyo hasta su parte alta, el collado de los Realejos, donde aparcamos.

Nos hizo un día despejado de nubes que nos permitió obtener amplias vistas y, por contra, nos sacudió un “huracán” (fortísimo viento) que nos desplazaba y nos zarandeaba a su antojo, con el consiguiente sobre esfuerzo y tensión en cada uno de los pasos sobre las rocas.

Realizar la cordal para acceder al pico Encinetas y, si apetece y se puede, como hicimos, al siguiente, el Alto Castillejo de los Negros (curioso nombre y un balcón excepcional sobre la costa malagueña), es estar concienciado a realizar una cordal doble, es decir, crestería en la ida y crestería en la vuelta.

También comentar que, aunque normalmente vamos aprovechando sendas de cabras, las cuales hay que estar muy atento de no perder, caminamos constantemente por rocas de todos los tamaños y por un mar de matas pinchosas, tipo aulagas que, quieras o no, terminas la ruta con las espinillas abarrotadas de puntitos rojos que, al ducharte, escuecen una barbaridad y que te duran varios días como si de un tatuaje recién puesto se tratase.

Dicho esto, a todos los valientes que se aventuren a hacerla, esa paliza será la mínima que recibirán. 

Advertidos quedáis. Por supuesto que por vistas, sobre todo si se llega al último pico, merece, y muy mucho, realizarla.

Con mochilas a la espalda y botas de montaña en los pies, comenzamos bajando por el carril algo más de un kilómetro y medio, a veces con cierta pendiente y a veces más suave, alcanzamos el puerto de Laurín, donde desaparecía o terminaba el camino y nos encontramos con un vallado.

Por la portilla, lo superamos y entramos en el verdadero recorrido que nos habíamos propuesto realizar.

Todo el recorrido hasta ahora era por un pinar. De hecho, donde dejamos el vehículo había maquinaria de trabajos agrícolas, y un inmenso montón (pequeña montaña) de virutas de maderas. Estaban desbrozando el monte, así como cortando bastantes pinos que tenían, también, apilados.

Al principio existía un sendero definido y claro que, a veces, se perdía por la multitud de trozos de aulaga cortada que se acumulaba en la zona. Menuda limpieza le estaban dando al monte!!

Desde primera hora fuimos por la propia cordal, ciñéndonos a ella y en pendiente continua, hasta conseguir nuestra primera elevación, el Puerto de las Aguzaderas.






Toda esta cordal es una estribación de la sierra de las Nieves, formada por la unión de sierra de las Trincheruelas y sierra Palmítera, donde se ubican los dos picos que pretendíamos subir.

Caminando por la cordal, las vistas comenzaban a ser simplemente espectaculares. Entre nosotros y la sierra Blanca, con su máxima elevación en el pico de la Concha, situado encima justamente de Marbella, existían otras dos espectaculares estribaciones: sierra de las Apretaderas, con el Cerro del Duque como elevación prominente y prometedora para una actividad futura, y sierra Real, con el Cerro del Pollo y Plaza Armas como picos principales, que moría junto al pueblo de Istán.




La crestería era una rompepiernas. Bajadas y subidas continuas entre matas pinchosas y rocas de todo tipo de tamaños, pero de rocas peridotitas y no calizas.





Asi alcanzamos la segunda elevación prominente, el cerro de las Trincheruelas y, de nuevo “pabajo”, “pa luego, parriba”.

Algunas elevaciones eran cúmulos rocosos difíciles de superar y había que ingeniárselas buscando los mejores pasos. Todavía tuvimos que bajar y subir algunas veces más, antes de hacer cumbre en el Encinetas de 1.473m de altitud.




Nos hicimos varias fotos pero nos resguardamos pronto, por el fuerte viento reinante, en unas piedras, para picar algo y comernos unas frutas. Al final Juan José se hace frugívoro.

Nos pegamos una buena paliza llegando hasta aquí pero, como nuestro lema es el “poyaquestamosaquí”, propusimos hacer otro piquito más de esta cordal. Total otro más, qué más da!!! Aunque en esta ocasión perdíamos un desnivel de unos 150m para después remontarlos de nuevo.



Nada,nada, que para allá nos enfilamos!!! Mucho menos transitado, incluidas las cabras, en poco tiempo nos vimos en lo alto de nuestro segundo pico de importancia, el Alto Castillejo de los Negros de 1.372m de altitud. Envidiable balcón sobre toda la costa de San Pedro de Alcántara.








Sobre esta pequeña meseta, que era la cumbre de dicho pico, nos lo tomamos con calma para deleitarnos con esas magníficas y bellas vistas de toda la costa, del peñón e, incluso, de la costa africana.

Había una casetilla metálica oxidada tumbada y rota. También los mástiles de unas antenas estaban por ahí tirados e Incluso dos grandes baterías, destrozadas y desbalijadas de su plomo interior. Pero ni eso afeaba lo más mínimo todo lo que, desde aquí, se podía contemplar. Una atalaya de primer orden sin lugar a dudas.







Tras intercambiar los diferentes nombres de todas las sierras que desde aquí divisábamos (yo no acerté ni una) decidimos regresar, con lo que todo el camino de ida lo íbamos a hacer de vuelta, salvo pequeñas diferencias al pasar por algún que otro pico, que rodearíamos.

Nos lo tomamos con calma pero sin pausa. El primero, que no encumbramos de nuevo, fue el Encinetas, que preferimos rodearlo campo a través y buscando los mejores pasos, que no resultaron fáciles.




El resto del trayecto lo hicimos principalmente por el mismo camino que el de ida salvo cuando estuvimos llegando al final de la cordal, próximos al puerto de Laurín, dónde nos metimos por un sendero que iba por el interior del pinar y casi nos dejó sobre la portilla que, por la mañana, tuvimos que abrir.









Para colmo, como si no hubiésemos tenido bastante, cuando nos incorporamos al carril, además de sortear árboles que habían cortado y caído sobre el camino, .... encima cuesta arriba.



Pero eso es lo que quedaba si queríamos llegar a nuestro vehículo.


Una vez en él, muertos de frío porque estaba anocheciendo y la temperatura bajando, nos cambiamos de calzado y ropa y, como un rayo, salimos escopeteados hacia Montellano y nuestro bar favorito, el bar Rural, a reponer sales minerales perdidas, entre otras cosas.

DATOS DE INTERÉS DE LA RUTA:




 Si quieres el track de la ruta, pincha sobre el siguiente enlace:





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