jueves, 23 de octubre de 2014

Doble ruta. Alfarnate, Sierra de En Medio, subida al pico Vilo y Ventas de Zafarraya, cordal Este, pico del Puerto

Ruta realizada el día 30 de Marzo del 2014.

Fuimos Juan José, Patxi y yo, Antonio, a realizar una rutita corta para el domingo, pero como no tenemos hartura, y además, somos unos fatigas, la ruta por la sierra de En medio, con subida al Vilo, en Alfarnate, se nos quedó corta y, como teníamos preparada otra posible, por si la primera fallase por cualquier motivo, decidimos realizarla también. Así que, una vez finalizada la de Alfarnate, cogimos el coche, nos trasladamos a Ventas de Zafarraya y realizamos el resto de la cordal que no hicimos en nuestra ruta anterior: La parte Este del Boquete de Zafarraya.

Bueno, comenzamos con la descripción de la primera.

Procedentes de Sevilla, por la autovía de Málaga, paramos a desayunar en la venta de la Yedra, junto a la sierra de las Cabras. Luego, tomamos dirección hacia El Colmenar Y, antes de llegar a él, tomamos para Alfarnate, donde entramos en el propio pueblo y aparcamos en una calle situada junto al arroyo del Palancar, que lo atravesaba por todo su centro.

El arroyo estaba delimitado, en ambas orillas, por un pequeño muro de ladrillos, tipo pretil de azotea, pintado de un deslumbrante blanco y, de vez en cuando, había algún puente, con idénticas barandillas a las que delimitaban al arroyo, para poder cruzarlo.


Se trataba de un coqueto pueblo, con sus plazas, con sus fuentes y con sus calles bien cuidadas.


Con mochilas a la espalda y botas de montaña en los pies, iniciamos nuestra ruta, caminando entre las calles de Alfarnate, para salir del pueblo por un carril de tierra que se dirigía hacia el Morrón de Mal Infierno, un cerro cercano plagado de antenas.


Pasamos junto a un campo de futbol e iniciamos rápidamente la subida. El camino tenía bastante pendiente y, en poco tiempo, nos encontramos a cierta altitud, lo que nos dio la posibilidad de observar el pueblo a vista de pájaro.


Continuamos caminando junto a árboles, como almendros en flor, hasta que llegamos a la cota donde estaban situadas las antenas. Aquí el camino se bifurcaba: una rama continuaba hacia ellas y la otra tiraba en dirección contraria, aún en pendiente pero ya más suave.


Este tramo tenía un vallado lateral por nuestra izquierda al que nos acercamos y recorrimos completo. Nos fue retirando paulatinamente del carril, además de ir tomando altura respecto al carril que dejamos al lado.


Nos introdujo en un pinar que pronto atravesamos para ya encontrarnos sobre un terreno más despejado, con sólo esporádicos árboles de diferentes especies.


La roca comenzó a tomar protagonismo y el ascenso era continuo. A nuestra derecha teníamos constantemente los vertiginosos tajos de Sabar y de Gomer (que también tenemos planeado ascender) aunque, desde esta distancia y desde este punto de vista, aun nos impresionaban y nos acojonaban.


Fuimos recorriendo, por la misma cordal, toda la sierra de En medio, subiendo a todas las elevaciones que nos íbamos encontrando. Al mismo tiempo, nos iba sirviendo de un perfecto observatorio sobre la sierra de los Tajos del Sabar, viéndolo desde todas las perspectivas posibles, con lo que su observación para un futuro proyecto fue exhaustivo.




El terreno que pisábamos era de un terreno mixto con rocas y plantas de pequeño porte, y teníamos vistas excelentes hacia el pueblo de Alfarnatejo.

Seguimos ascendiendo y alcanzamos una elevación de 1.363m de altitud en la zona conocida por El Gallo. Autentico mirador natural hacia todo el Sur ya, prácticamente, en el reino pétreo.




Se trataba de una caliza muy particular, con muchos líquenes en su superficie que le configuraba una textura y color especial. Incluso, la caliza debería tener algún componente diferente a las calizas típicas y que más abundan en sierra de Grazalema. Además, a esto había que sumarle la humedad existente que hacía muy resbaladiza su superficie, con lo que había que ir con pies de plomo.



Curiosamente, a esta altitud, se veían manchas esparcidas de nieve que aumentaban su número a medida que mirábamos hacia la cumbre mayor de esta sierra.

Debajo nuestra se encontraba la cortijada del Alguacil con su charca abrevadero de color verde.


Emprendimos una suave bajada que nos dirigió hacia un arroyuelo y a su vaguada. En su parte superior, pasamos un vallado que me dio la impresión de estar en proceso de colocación, ya que pasamos entre sus vanos aun no alambrados.



Tuvimos que alcanzar este punto bajo para comenzar una nueva subida donde alcanzamos un ancho rellano, ligeramente inclinado, que actuaba como una magnífica plataforma mirador hacia el Norte. 



Allí nos encontramos con las mayores planchas de nieve, siendo todas de muy poca entidad.




Nos esperaba nuestra última subida, directa al poste geodésico. En poco tiempo alcanzamos su cota. Se trataba de una bonita y atractiva plataforma que incitaba a ser recorrida por todo su perímetro.


Unas pequeñas manchas nevadas resaltaban aun más la impresionante ubicación del poste geodésico del pico Vilo, con sus 1.415m


Fotos a punta pala y a recorrer todos esos bellos rincones. A cada cual que pisábamos, era más espectacular que el anterior. Miradores de primer orden!! Te sientes como buitre oteando desde su atalaya.









Tras la exploración concienzuda por esta plataforma, le agregamos un grano en la punta al track y buscamos un rincón, resguardado del viento, para comernos el bocata y tomarnos las refrescantes frutas.

Una vez terminado el momento de recarga energética y descanso, iniciamos el regreso en sentido inverso al de subida, pero a media ladera, por su cara Sur. Al principio, por sendero poco definido para terminar por uno bien marcado. De todas formas, se trataba de un terreno relativamente practicable.






Dejamos, por un momento, el claro sendero para desviarnos hacia un saliente rocoso, por observar sus vistas. Para ello, tuvimos que superar un portón recio que actuaba como puerta de un vallado. Regresamos por el mismo camino hasta conectar de nuevo con el claro sendero que nos internó entre un pinar.



Alcanzamos un poste indicativo que informaba sobre: una era que estaba a nuestro lado, la dirección a seguir hacia Alfarnatejo (que es la que tomamos) y una tercera, que nos indicaba la dirección al pico Vilo, del que procedíamos.


Continuamos bajando por el interior del pinar. Pasamos por un hueco libre en un vallado que nos cortaba el paso y, poco después, nos dejó sobre el carril que esta mañana utilizamos de subida, pero en otro punto más alejado al que lo abandonamos en la ida.


Tomamos el carril en sentido Oeste, dirección hacia el cerro de las antenas, el Morrón de Mal Infierno. Si lo hubiésemos tomado en dirección contraria, nos hubiera llevado hacia la Cortijada del Alguacil.

Por el carril, caminamos cientos de metros y, bastante antes de conectar con el mismo punto donde lo abandonamos a la ida, cogimos un sendero que, en pronunciado descenso, salía a nuestra izquierda. Lo bajamos prácticamente corriendo para atenuar en lo posible la carga sobre las rodillas, ya que se trataba de un terreno terroso suelto.



Continuamos por un carril paralelo a uno de los arroyos que alimentaban al río Sabar, como si de un pequeño cortafuegos se tratase. Rodeados a ambos lados de espesa vegetación, nosotros caminábamos por una especie de carril, muy erosionado y libre de planta alguna, continuando en pronunciada pendiente.

Se suavizó la pendiente y, ya casi en llano, nos encontramos con unos terrenos de labor que parecían arados  hacía tiempo. Caminamos por su borde teniendo al otro lado una hilera de árboles tipo álamos (las especies vegetales, no es lo mío) y el arroyo a continuación.


Salvamos el arroyo por su propio cauce, casi seco en esos momentos, y pasamos una serie de pozos entubados entre ellos (como una tubería principal con diferentes puntos de control).


Conectamos con un nuevo camino que fuimos recortando en diferentes puntos de su trazado. 

Caminamos cercanos a la carretera comarcal MA-145, que unía Alfarnatejo con Alfarnate, hasta alcanzar el collado por donde pasaba la Colada-Reposadero de las Listas.



Desde este punto, el trazado se convertía en un sendero precioso que iba por la parte baja de la ladera del Morrón anterior pero encajado en la vaguada que se formaba con la ladera de cerro Gordo, situado en el lado opuesto.

En esta zona, el arroyo que pasaba por Alfarnate, el arroyo del Palancar, se convertía en el río de Sabar. El arroyo de aguas nada limpias, discurría por el fondo de esa marcada vaguada para, una vez superadas sus aguas, alcanzar unos restos derruidos de un antiguo molino. Creo que se trataba del Lagar de Olmedo, (supongo de limpieza de minerales de la mina colindante) actualmente una enorme escombrera que afeaba el paisaje enormemente. Aquí se convertían en aguas subterráneas que, más adelante, salían convertidas en el citado río.



Superado y pasado ese encajonamiento del arroyo, nos encontramos con una especie de merenderos con varios asientos de madera. El trazado iba por un marcado sendero junto al arroyo, por su misma orilla. Alguno de los tramos de su cauce estaban ocupados por las típicas plantas que hacía muchísimo tiempo que ya no veía: los puros o, al menos, así las he conocido siempre. Esos puros que, cuando están totalmente secos, se van desintegrando y esparciendo sus semillas con la ayuda del viento.




Próximos a la población de Alfarnate, y casi cerrando el recorrido, nos encontramos con un poste indicativo que nos desvió definitivamente del curso fluvial para, entre fincas y cultivos, llevarnos directamente a las calles de Alfarnate.


En ese mismo poste, en dirección hacia donde proveníamos, se indicaban dos antiguas edificaciones, el Lagar de Olmedo y la Venta de Alfarnate.

Una vez en las calles del pueblo, y localizado el arroyo central que lo atraviesa, sólo nos quedó pasarlo por un puente y dirigirnos hacia el coche, que teníamos aparcado en el lado opuesto del que aparecimos.


DATOS DE INTERÉS DE LA PRIMERA PARTE DE LA RUTA:




Si quieres el track de esta primera parte de la jornada, pincha sobre el siguiente enlace:


Como la decisión ya la teníamos tomada …. el tiempo de meter las mochilas, beber un sorbo de agua, quedarnos con nuestras botas puestas y montarnos en el coche dirección Ventas de Zafarraya. En poco tiempo, llegamos a Zafarraya y, a continuación, a Ventas, donde dejamos el vehículo justo al lado de la gasolinera que te encuentras nada más llegar. Justamente enfrente.

De nuevo con las mochilas sobre los hombros y  la ropa sudada del itinerario anterior, iniciamos el segundo proyecto de la jornada.

Al principio, titubeamos un poco y nos metimos en algunas calles que no tenían continuidad pero, una vez localizada y seguida la calle correcta, nos llevó a otra por la que pasaba la mini vía del tren turístico (es una suposición mía, ya que en las dos ocasiones que he estado por la zona, no he tenido la suerte de verlo) y la recorrimos durante unas decenas de metros. Se trataba de una calle singular, como de haber rebajado la ladera de la montaña en la que se encontraba y creado un pasillo con sus paredes laterales de piedra que nos delimitaban a ambos lados de forma vertical.


Llegamos a una intersección y tomamos dirección a la falda de la mole o macizo que teníamos al lado. Se trataba de una calle en pronunciada pendiente, con firme hormigonado. Justo en este punto habíaía un cartel de la Junta que indicaba el nombre del sendero Cuna Boquete. Además existía junto a él una señal de Paso a nivel, atención al tren, de reducidas dimensiones.


Una vez rebasadas las últimas casas, y ya por sendero marcado, todo el trazado fue de esa manera. Nos encontramos con los depósitos de agua, donde se escuchaba el ruido de ésta al caer en su interior.


Proseguimos en ascenso fuerte por el sendero, que nos iba realizando diversos zigzags para suavizar la pendiente, y alcanzamos otras dos edificaciones aisladas, algo más arriba, de las que no sé su finalidad.

Una mirada hacia atrás, y lo primero que nos llamó la atención fue la forma cilíndrica del depósito del agua con su cubierta circular colmatada de chinos. Más abajo, el pueblo de Ventas de Zafarraya a vista de pájaro.


Continuamos ascendiendo hasta que llegamos a un rellano y el sendero nos llevó, entre diversos poljes que por allí había, con dirección contraria al Boquete. Cada vez nos alejaba más pero seguíamos por un claro y pisado sendero que, además cada cierta distancia, tenía unos palos clavados con las marcas de color blanco y amarillo.


Las vistas sobre los Llanos eran espléndidas y, hacia el lado contrario, teníamos las del pico que pretendíamos conquistar.



Llegamos casi al final de la cordada de este macizo donde, al fondo, veíamos las ruinas de un emplazamiento (supongo  que un antiguo cortijo). Aquí el sendero realizó un giro de 90º y comenzó de nuevo a subir. En este punto nos encontramos con una oveja negra muerta sobre el mismo sendero, y debería haber sido reciente porque, ni los ojos tenían mal color. Nos encontrábamos en la zona de Los Contaderos.


El itinerario fue tomando otro aire más montañero y abrupto, ganando enteros. Nos iba llevando por todo el contorno, que era muy pendiente y vertical, y las rocas empezaban a tener formas caprichosas. Pasamos por varios salientes y elevaciones naturales espectaculares, con la vista de la Maroma eclipsando todo lo demás. Al fondo, también se contemplaba el Embalse de Viñuelas. Pasamos otros poljes. Era curiosa esta sierra porque no da, desde abajo, la impresión de lo que te encuentras cuando estás arriba.







Multitud de pequeñas llanuras y poljes, a diferentes cotas unas de otras, que le confieren un toque muy especial y atractivo a este macizo.

Proseguimos con la subida y, en poco tiempo, pisamos con nuestras botas, de forma respetuosa como siempre, el poste geodésico del pico más alto de este macizo, el Pico del Puerto con sus 1.225m de altitud, situado en el Morrón de la Cuna.










Allí aprovechamos para tomarnos el resto de las frutas que llevábamos y demás cosillas, pero no tardamos mucho en ponernos en marcha por el frío viento reinante, además de no querernos entretener más de la cuenta.

Continuamos por el sendero, ya en bajada, pero pronto lo dejamos para bajar campo a través por la vía más directa. Nos suele ocurrir!!! Teniendo un sendero cómodo que nos deposita en el mismo punto, terminamos creando nuestro propio camino, más directo.

Sobre el rellano, collado, con la siguiente elevación que nos encontramos, no nos quedó otra que subirla,….. “paqué estábamos allí sinó”



De nuevo para abajo, al siguiente collado, para enfrentarnos con la última subida de la ruta y de la jornada, que fue larga y movida como nos gusta. No nos vamos a quejar.

Se trataba de un bonito collado o Puerto que tenía una pronunciada caída hacia los Llanos de Zafarraya y hacia el propio pueblo de Ventas de nombre homónimo.

Pues nada, nos armamos de valor y para arriba. En principio, hasta el balcón más llamativo de toda esta ruta (al menos, eso pensaba y no me equivoqué). Tras progresar entre senderos y bloques de piedras, se llega a un pequeño balcón donde las vistas del propio Boquete así como la larguísima cordal de la sierra de Alhama, eran espectaculares. Más que a vista de pájaro, de paracaidista.  La vertical casi absoluta, tajos cortados a pico ….. majestuoso!!!









Subimos entre grandes bloques para acceder a lo más alto del peñón y nos asomamos a los espectaculares Tajos de la Cuña. No apto para personas con vértigo.

Se veía perfectamente el Boquete, el túnel por el que pasa el camino de la vía verde y toda la comarca de la Axarquía malagueña. Mirador de primer orden con diferencia, es una pena no haber estado más tiempo en él contemplando sus bellas vistas pero: era domingo, al día siguiente trabajábamos y no era plan llegar “excesivamente” tarde,…. porque lo que es tarde, íbamos a llegar!!!


Así que tiramos para abajo por el mismo camino que subimos y, una vez en el collado, seguimos el claro sendero que nos llevo al pueblo de Ventas de Zafarraya.





Nos dejó justo en la cochera del mini tren “desconocido”. Cruzamos las vías y las calles exteriores del pueblo y llegamos a la principal, a la carretera autonómica A-335,donde teníamos aparcado el coche. Pero …. antes de llegar a él, nos encontramos con un bar cervecería-pizzería donde cayeron 2 botellines de 1/3 de cervezas especiales con sus tapitas de acompañamiento (como bien saben hacer en esta tierra granadina. Igualito que en Sevilla!!!) que nos repusieron las sales perdidas a lo largo de la jornada.



Cambio de calzado y algunas prendas, y para Sevilla de un tirón.


DATOS DE INTERÉS DE LA SEGUNDA PARTE DE LA RUTA:




Si quieres el track de esta segunda parte de la jornada, pincha sobre el enlace:

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